c i n c o

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Seis y media de la mañana.

Un chico con delicados rasgos recién llegaba a casa.

¿Qué importaba a la hora que llegase?

Nadie lo extrañaría.

Qué triste su vida.

Podía oler el conflicto a causa de ésto, sin embargo ya estaba acostumbrado.

Podía saborear el alcohol sin probarlo.

Qué asco daba su vida.

Aún recordaba la dulce noche vivida con él.

Sonreía sin parar recordando el rostro del menor.

Sus palabras tranquilizadoras, melodía para sus bellos oídos.

La tormenta no había pasado en aquella noche, sin embargo pasaba por ella.

Llevándose a todo su paso, pero sin lastimarlo.

Llevaba tiempo sin sentirse así.

Euforia corriendo por sus venas, el mundo se reducía a sólo ellos dos.

SeokJin, pedazo de mierda, te esperé toda la puta noche.

"Ríe conmigo en vez de llorar".

Reviviendo momentos en la imaginación.

Reviviendo emociones en la oscuridad.

Siendo iluminados por su corazón.

Apagando el mundo, encendiendo los sentimientos.

Una punzada.

Un grito.

Pero nada importaba.

Los pensamientos se nublan mientras el ardor se acumula.

A mí me obedeces, hijo de puta.

Ríe reemplazando el dolor que le causa su padre.

Pero al final del día volverá a su encierro y los cristales de su corazón se destruirán.

No importaba, quería sonreír, quería mantenerse en pie al menos un momento.

Sin derrumbarse como las paredes.

Sin mostrar lo roto que se encontraba.

Empapar de gasolina los lugares más oscuros de su ser y así encender la llama de la esperanza.

La esperanza de que todo mejorará.

Pero no se acercaba al fuego, le tenía miedo.

Lindo SeokJin, ¿cuándo dejarás de ser tan cobarde?

¿O es que nunca aprenderás?

Mente nublada, recuerdos nublados. 

SeokJin caía, pero nadie lo sostenía.

( ✿ )

Las bolsas de su madre cayeron.

Asustada fue corriendo hacia él.

El príncipe de su castillo en el suelo.

¿Quién iba a pensar que su reino se iba a destruir?

Despertando de su sueño, abriéndole paso a la pesadilla eterna. 

 Mamá, lo siento. Mamá lo siento—. Repetía y repetía, sin poder pensar con claridad debido al gran dolor. 

— ¿Por qué lo sientes?

— Lo siento por no valer nada. 

Aquel día no salió de su cuarto, sólo sus grandes miedos presenciaron las lágrimas detrás de esa bonita sonrisa.

Y el moreno esperó, y esperó. 

Intentando encontrar al antídoto de sus noches de desamor en aquel verde lugar.

Pero lamentablemente, jamás se pudo curar. 

¿Por qué lo comenzaba a necesitar?

loveless | namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora