c a t o r c e

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El viento abraza y asfixia como los recuerdos. Revive y remata los sentimientos.

Pero Seokjin siente que vuela cuando está a su lado, cuando acaricia su mentón en las tardes en su habitación.

Ha dado todo, ha decidido entregarse a sus brazos, al más allá en donde sólo sus ojos oscuros causarían un remolino, en donde destruiría todo a su alrededor y a su misma vez, lo purificaría.

— ¡Eres un bobo!

Bailaron una vez más, donde las risas serían la melodía del vals que deseaban que no fuera a acabar, el aroma de su perfume natural atrapándolo en aquella jaula de rosas y acabando por besar sus pétalos.

Lo conoció a sus 17, cuando las hojas muertas de los árboles caían como si lo fuera a hacer él, sin embargo su mirada lo aferró a la vida.

Dos jóvenes inmaduros tratando de vivir en una sociedad engañosa y vacía, acabarían por apuñalar sus corazones a sangre fría.

A sus 19, en la primavera de sus labios, le susurró que deseaba una vida en donde sólo sus manos fueran las que se tocasen,

pertenecer en la historia del otro y ser la mancha del café que no podrán borrar,

ellos eran las llaves hacia sus secretos y sentimientos más oscuros, amantes ocultos bajo las luces neón.

A los 20 años, conoció lo que era el amor, maldiciendo a la sociedad por mentirle una vez más.

tal sentimiento que se decía que era la octava maravilla del mundo, lo destruía completamente,

arrancando sus órganos lentamente mientras veía su rostro lleno de burla.

Ya no era una fantasía de las películas anticuadas, en donde la mujer y el hombre se susurraban que estarían por siempre felices en blanco y negro,

tal sentimiento le arrebató los colores de la vida, desgarró su piel de una manera excitante y le sonrió para embelesar y creer que todo estará bien, cayendo de rodillas como un creyente abalando a su dios.

El rojo de su sangre corrió por sus muñecas, los músculos de su anatomía se paralizaron en un intento de olvidar y él, maldijo las fotografías de su mente en donde entregó su alma a un ahora cadáver.

Sus ojos cerrados, sus labios secos y su color desvaneciendo, brillaba aunque estuviera ahí, balanceándose como su alma lo hacía en ese instante.

¿Por qué estaba mintiendo? Sabía que era una broma de mal gusto,

ellos se trataron ayer como si fueran un recipiente frágil a punto de romperse, se trataron como si fuera un adiós triste aunque se prometieran jamás decirlo

y hoy, se dio cuenta que las promesas son una simple mentira para poder alimentar el vacío del alma, para llenar el interminable recipiente del jodido amor.

— Dulces sueños, Jeongguk.












































pasado de seokjin.

loveless | namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora