XI

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Sahara:

-Sólo dame las llaves.- Judas cayó de rodillas delante de mí, con la cabeza gacha, me tendió la mano rendido.- Es todo lo que pido.

Esto era raro. Él no era el Judas que yo había conocido, lo miré con curiosidad.

-No las tengo aquí.- le dije tranquila.

-Fantástico.- rodó los ojos y se acomodó a mi lado en la puerta.

Lo seguía mirando de reojo, su actitud era muy extraña, parecía como si simplemente se rindiera.

-Si estás esperando a que te cuente mi trágica vida de mierda, pues quédate esperando. Es mi jodida mierda, carajo.- se hincó delante de mí, sus ojos quedaron a la altura de los míos.- Tienes hasta las diez de la noche para que mi Daisy aparezca delante del departamento, si no considérate en peligro.

Bufé, me levanté sin siquiera tocarlo. Judas jaló fuertemente la puerta y ésta cedió. Mientras se acomodaba el cuello de la chaqueta le dije:

-No te tengo miedo, Judas.

Giró un poco la cabeza, en su rostro pude ver reflejada una sonrisa de auténtica gracia, sin ningún trasfondo malo.

-Ya lo sé, arenosa. Es por eso que no sé si temerte.- se giró de nuevo como si nada.- Hasta las diez, ni un minuto más.

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Judas:

Menuda idiotez fue venir a ésta escuela de nuevo. Había olvidado el fuerte olor a mariguana que llenaba la facultad.

-¿Y las llaves, idiota?- César llegó a mi lado.

Sin darle tiempo para reaccionar me abalancé sobre él, terminé acorralándolo contra la pared.

-Mira, cabrón, yo soy el dominante aquí así que me respetas o te enseño a respetar.- le di un puñetazo en la boca del estomago, se dobló de dolor y lo solté. Dio un golpe seco en el suelo.- Ah, y me vas a cubrir hoy así que deja de tragar tanto porque estás engordando; las chicas pagan por ver los cuerpos que nunca podrán tener a su lado.

Salí de ahí sin mirarlo, estaba muy enojado como para siquiera controlarme, terminaría mandándolo al hospital si me quedaba.

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Sahara:
Apagué a Daisy al llegar a los condominios de Judas. Muchos departamento estaban apagados y sin vida pero mi destino estaba encendido. Podía ver una sombra masculina en la ventana que daba al estacionamiento, esa figura ancha era inconfundible.
Subí sin ningún problema las escaleras, jugaba con las llaves para aplacar mi ansiedad ¿En serio estaba de nuevo ahí? Digo, una vez es accidente, dos puede pasar por casualidad pero la tercera es necedad. Por suerte aún podía pasar de casualidad, ¿verdad? Un segundo,¿cuantas veces había estado ahí?

Ni siquiera tuve que llamar a la puerta, ya había un Judas esperándome.

-Llaves.- me tendió la mano por segunda vez en el día.

-Hum, buenas noches a ti también, Judas, sí quiero pasar, muchas gracias.- lo esquivé y entré sin ninguna preocupación- Solo agua, gracias por ofrecer.

Judas|| En procesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora