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ELLA ES SOLO MIA
~ V E G E T T O ~
Naomi

En las mañanas me dedico a cantar.

El placer de hundirme en mis pensamientos llega a ser mayormente un hecho satisfactorio. Pero no puedo decir lo mismo siempre, ya que ayer mientras cantaba casi me caí por las escaleras.
Aunque en primer lugar no fue culpa mía o tal vez sí. ¡No obstante! Haberme dejado llevar por la música que sonaba en mis audífonos, bailar al compaz de la letra... Está bien. Supongo que debo admitirlo. Soy culpable de la torpeza que me llena cada vez que la música me hipnotiza.

Mi vida es tranquila. Ella transcurre mayormente en la soledad de mi monoambiente. No es pequeño. Tampoco grande. Pienso que para una persona que creció en un gran establecimiento con completos desconocidos llega a ser gratificante llegar a tener un espacio propio.
Salí del orfanato a los dieciocho años. Luego empecé a trabajar para costear los gastos del alquiler y poco a poco tuve la oportunidad de comprar mis instrumentos favoritos.

No me considero aburrida. De hecho, me encanta estar en movimiento; bailar, correr, saltar... ¡Me gusta todo! Esto llega a sacar de quicio a mejor amiga, Luka, pero con el pasar de los años se acostumbró a mi persona.
Ella siempre me anima a cantar en público y esto genera momentos divertidos.

Por cierto, Luka convenció a sus padres con el objetivo de que yo cante en su restaurante para hacerme conocida entre las personas de dinero. ¡Ellos pagan un dineral por dos o tres canciones!

¿Dónde conocí a mi mejor amiga? Bueno. La amistad con Luka surgió en aquel trabajo de mesera cuando accidentalmente volteé una malteada en su vestido. Ella deseó asesinarme. Sin embargo, le agrade y así empezó nuestra desastrosa amistad.

«Qué buenas personas.»

Por las noches me dedico a cantar y por las mañanas trabajo en una acogedora cafetería: "El Bigote".

—¿Dónde está?

Me dirijo al tocador para buscar mi liga con el objetivo de amarrarme el cabello en una coleta alta. Lurgo agarro la chaqueta rosada sobre el sofá junto a mis audífonos y salgo de mi hogar en direcion a la cafetería.

—Viernes. Al fin... —suspiré.

Haber llegado a fin de mes con dinero me llena de alegría.

—Gracias a Kami-sama he tenido suerte las últimas semanas. —Tecleo en mi celular para reproducir una canción—. Solo deseo abundancia.

«El cielo resplandece a mi alrededor, alrededor...»

(...)

—Entonces... ¿Qué harás esta noche? —preguntó Shirou.

Él se tiende sobre la barra y me mira como siempre lo hace.


—Deberías limpiarte la saliva, amigo —carraspeo gracias a su mueca—. ¿Preguntaste qué haré? Pues, desaparecer y disfrutar de mi fin de semana.

De manera brusca pongo ambos cafés en la bandeja para dirigirme a la mesa siete.

Shirou es un chico alto, de tez clara y cabello rubio. Tiene ojos cafés muy bonitos, pero es un completo idiota. ¡Un casanova! Y un asqueroso acosador.

Tengo escalofríos por mis pensamientos.

Desde que ingresé a la cafetería no ha dejado de molestarme con la idea de salir con él. Y la respuesta no ha cambiado: "Apártate, Shirou". Si sigue insistiendo varía un poco: "Voy a partir la bandeja en tu cabeza".

—No me sigas —ordené.

Saber que me está pisando los talones en el trabajo es inquietante. ¡Son las 09:00 a.m, por favor! Aunque esto ya es parte de la rutina mañanera.

«Kami-sama. Necesito descansar una semanas de este espécimen o juro que en verdad le estamparé la bandeja en la cara.»

—Estoy trabajando —furiosa, hice el reclamo al apartarlo con la mano libre porque por poco los cafés se caen al suelo.

A cambio, este reaccionó de mala manera y me empujó.

«¡Flor que da fulgor!»

Cierro los ojos ante el inminente impacto.

—¡Eh! No te han enseñado a respetar a las mujeres, bravucón.

La razón de no sentir el impacto hace que abra los ojos y me dirija a la persona detrás de mí. El niño no sólo desafía a Shirou, sino que me agarró.

—¡Es verdad! Tienes que ser más bueno con las chicas. —cuestionó otro niño, de quizá ocho o nueve años, el cual tiene la bandeja en una de las manos con los dos cafés.

—¿Y ustedes qué saben de mujeres? Solo son unos mocosos —atacó Shirou.

Hago una mueca por ello.

—Lo suficiente como para no ser un idiota como tú —contestaron al unísono.

La respuesta produce la risa de algunas personas alrededor de nosotros y humilla a él estúpido de Shirou.

—Estúpidos mocosos.

(...)

Mi turno terminó. Aun así, tuve la necesidad de quedarme para conocer a los dos niños que me ayudaron, Trunks y Goten. Me invitaron a tomar una malteada y no pude negarme.
Son niños adorables y bien portados. Además me encuentro en deuda con ambos, ya que me sacaron a una pulga de encima.

—Les debo un favor. La próxima vez invito yo.

Me pongo de pie para marcharme, pero el pequeño Goten me agarró de la mano.

—¡Espera! Trunks, verdad que Bulma puede contratarla para que trabaje en la C. Cápsula —exclamó, a lo que sonreí.

—¿Qué?

Trago con dificultad.

«¡La Corporación Cápsula!»


—¿Eres hijo de Bulma Brief? —pregunté sorprendida.

Trunks se llena de orgullo.

—Claro que sí. Tú podrías trabajar ayudando a mamá. De esa manera, no verías a ese tonto —explicó.

De la sorpresa grito de manera eufórica.

—Dime cómo mamá puede contactarse contigo. Quizá, tengas suerte.

—Está bien.

Rebusco en mis pertenecías para entregarle una tarjeta a Trunks.

—Muchas gracias. ¡Espero su llamada!

«Luka no va a creerme.»

Ella es solo mía © || Vegetto || BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora