Sueños rotos

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Los rayos del sol comienzan a hacer de las suyas y se filtran por la ventana, posándose especialmente en mis ojos, tratando de hacer que despierte pero es en vano, la melodía de su corazón retumba en mis oídos y me envuelve en un hermoso sueño donde no hay nada que impida que le ame con todo mi ser y mi alma.

Pero los rayos del sol se combinan con mi curiosidad y por fin logran su cometido, despierto y me incorporo en la cama, abriendo los ojos observo con detenimiento la perfecta figura del cuerpo que está junto al mío. Alargo la mano para tocar su pecho desnudo, tan suave y al mismo tiempo tan fuerte, es cálido, incitador. Las marcadas formas de su torso me deleitan, la perfección de su rostro, su mandíbula, sus fuertes brazos, todo en él es perfecto y delicioso.

Me deleito en mirarlo y acariciarlo, disfrutando de este momento mágico e increíble. Hace tan sólo unas horas era una niña enamorada y hoy soy una mujer, su mujer, suya y de nadie más, suya en cuerpo y alma. Aún no puedo creer que pude sentir su piel desnuda sobre la mía, el sabor de sus besos y su cuerpo, todas las cosas que me hizo sentir, la forma en que se deleitó con mi cuerpo, con mi intimidad, me sentí en el paraíso, porque él es eso, mi paraíso, mi cielo y mi gloria.

-Buenos días.

-Buenos días.

-¿Llevas mucho rato despierta?

-Sólo un poco.

Me acerco hasta su rostro y siembro un beso en la comisura de sus labios, demasiado casto después de todo lo que hemos vivido e insuficiente para él que me lo deja saber levantándose lo suficiente para jalarme hacia él y fundirnos en un apasionado beso que refleja que todo lo que vivimos y sentimos ayer no fueron sueños ni quimeras, es real, me ama, lo amo, nos amamos, soy suya y él es mío, somos uno sólo, un solo corazón latiendo en dos cuerpos.

El sonido de la puerta nos saca de nuestro momento y cayendo en cuenta del lugar donde estamos, nos ponemos nerviosos.

-Serenity hija abre la puerta.

-Ya voy madre. Mamoru ¿qué hacemos?

Mi habitación está en el segundo piso y no hay forma de bajar, ahora que razono un poco ni siquiera hay manera de subir ¿cómo habrá entrada? Este no es momento de pensar en eso, me reprendo a mí misma, y rápidamente pienso en una forma de sacarnos de este embrollo.

-Serenity, ¿por qué te has encerrado? Ábreme en este momento.

-En un momento, no estoy vestida.

-No veré algo que no haya visto antes.

Creo que en eso se equivoca. Volteo hacia Mamoru y lo noto ya vestido, haciéndoles señas le indico que se esconda tras la ventana que da al balcón mientras atiendo a mi madre, una vez que lo hace abro la puerta.

-¿Por qué has tardado tanto en abrir? ¿Y por qué aún no estás lista? Sabes que hoy tenemos la prueba final de tu traje y que iríamos temprano.

-Lo había olvidado madre, en un momento estoy lista.

-Yo te ayudo a arreglarte.

-¡No!

-¿No? ¿Qué sucede Serenity? ¿Acaso me ocultas algo?

-No madre, sólo que estaré lista más rápido si me dejas prepararme sola.-le digo sacándola casi a rastras de mi cuarto.

-Está bien pero tienes 15 minutos.

-Estaré lista a tiempo.

Al fin sale del cuarto y me apresuro al balcón para ver de qué forma mi amado puede salir de la casa, pero cuando abro la ventana ya se ha ido así sin despedirse. Miro hacia abajo haciendo un rápido cálculo de la distancia al suelo, no entiendo cómo ha hecho para bajar sin hacer ruido, sólo espero que no se haya lastimado.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora