Selene

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Regresó a su apartamento hecho una furia, no podía creer lo estúpido que había sido. Le creyó cuando dijo que había terminado con Seiya, por un instante, un muy pequeño instante imaginó que había sido por él, que al fin había logrado conquistarla. Pero ella sólo se había burlado descaradamente de él. ¿Cómo era posible que cambiara tanto? ¿Qué había sido de la chica tierna e inocente que conoció en 1548?

-No te oímos llegar, ¿te sucede algo?

Haruka estaba en casa con Michiru, últimamente la chica pasaba todos los días metida en su apartamento y aunque no le caía mal, tampoco la situación era de su agrado.

-No es nada, sólo estoy cansado.

Entró en su cuarto y se acostó sobre su cama, meditando en la situación. Más allá de tener que detener los planes del enemigo y que aún no tuvieran pistas de quiénes eran los demonios que ahora enfrentaban, su amor por Selene era más importante y lo estaba perdiendo, tal vez ya lo había perdido.

Se sentía cansado de todo eso, hastiado de tener que fingir quien no era. Lo único que deseaba era poder renunciar a su misión y volver al cielo. Pero eso significaba tener que renunciar a ella y aún no sabía si estaba dispuesto a ese sacrificio.

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Luego de escuchar a las chicas hablando en el concierto había caído en cuenta de su error. Su intención nunca fue lastimar a Minako, ni siquiera pensó en lo que hacía hasta que lo hizo, pensaba que la chica era igual que Kakyu, tomaba lo que quería y punto, sin rodeos, sin entregar nunca el corazón, pero se había equivocado con ella y mucho.

Por eso había decidido enmendar su error y a pesar de que tenía otras prioridades, iba a hacerse un espacio para disfrutar de su juventud. No sería fácil, el desprecio de Kakyu le había dolido demasiado, compartía con ella una conexión especial o al menos eso creía, una conexión que venía de tiempo atrás. Pero él no significaba nada para ella, lo desechó en cuanto conoció a otro mejor.

Así que allí estaba, parado frente a su puerta decidiendo si debía tocar o no. Se armó de valor y lo hizo.

Minako se sorprendió cuando vio a Yaten parado en la puerta de su casa. El joven le extendió una rosa blanca en señal de arrepentimiento. Dudaba si debía aceptarla, pero al ver en sus ojos que era sincero, lo dejó pasar, tomando el presente de su mano.

-Sé que no te traté bien la otra noche y que tienes motivos para no volver hablarme, pero te pido que me des una oportunidad para demostrarte que no soy la persona que piensas que soy.

-Yaten, no es necesario que hagas esto.

-Lo es Minako, te lastimé porque a mí me lastimaron pero tú no tienes la culpa de eso, no debí desquitarme contigo.

-De acuerdo, acepto tus disculpas.

-¿Saldrás conmigo alguna vez? Como amigos lo prometo.

-No sé si deba.

-Por favor Minako, déjame demostrarte que soy diferente, que puedo ser un caballero. Sólo seamos amigos, salgamos, conozcámonos, vayamos al cine, a caminar, lo que quieras. Luego puedes juzgarme y decir si quieres o no otra cosa.

Minako lo miró indecisa, realmente parecía sincero, pero llevaba días pensando sobre todo esto y sentía que se había metido demasiado en su papel de adolescente y había desviado su camino, abandonado su misión.

-Por favor.

Su sonrisa la convenció, de todos modos, ya que tenía que vivir como una adolescente podría aprovechar para divertirse.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora