El estudiante de intercambio

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Azabu Juban, tiempo actual

TITITI TITITI TITITI

Era la sexta vez que el reloj despertador sonaba y la sexta vez que la chica estiraba la mano para apagar aquel infernal sonido que la quería sacar del bello sueño que estaba teniendo.

-Cinco minutos más.

Decía cada vez que sonaba, pero no se daba cuenta que los cinco minutos ya se habían convertido en una hora.

TITITI TITITI TITITI

Sonaba el despertador otra vez. La joven se despereza y lo toma en sus manos, sus ojos se abren ampliamente cuando mira la hora.

-¡Qué! ¡Las 6:15! No puede ser otra vez me quedé dormida, la profesora Meio va a matarme, es una obsesiva del tiempo.

Se levanta como un rayo y se dirige al baño que tiene en su habitación, resignada a tomar una ducha a la velocidad de la luz y a no poder arreglarse como es debido. Sale de la ducha y mientras trata de arreglar un poco su cabello, se lava los dientes y sale al cuarto.

Busca en el closet su uniforme y lo más rápido que puede se encaja toda la ropa. Se miraba en el espejo acomodando su ropa, cuando un fuerte ruido cerca de su ventana le llamó la atención.

-¿Una moto?

Corrió hacia la ventana intentado vislumbrar quién había provocado ese escándalo tan temprano en la mañana ya que era algo inusual. En el barrio donde vivía conocía a todos, la mayoría habían crecido juntos y los que no, tenían un tiempo considerable de vivir allí y ninguno tenía una máquina tan escandalosa.

Asomándose logra ver la máquina responsable del espantoso sonido. Una moto de gran cilindrada, una Ducati 848 Nicky Hayden último modelo, de un rojo intenso como sangre fresca, se encontraba estacionada a escasos metros de su casa. El hombre que la conducía llevaba una chaqueta de cuero negra, pantalones de mezclilla desgastados y un casco del mismo rojo que la moto en su mano.

Del bolsillo de la chaqueta sacó un teléfono móvil, mientras el motor de la máquina seguí rugiendo. La chica lo miraba desde su ventana como hipnotizada, sin saber por qué, no podía dejar de mirarlo, preguntándose quién sería aquel extraño hombre.

De pronto como si se diera cuenta de que era observado, el hombre alzó su rostro hacia la ventana y se quitó las gafas. Unos ojos azul zafiro la miraban inquisidores, haciendo que su pulso se acelerara y que se sonrojara. Sintiéndose descubierta se esconde detrás de las cortinas, sin dejar de preguntarse quién era él, ¿por qué se sentía inquieta y ansiosa? ¿Por qué esa mirada le había provocado tantas sensaciones?

Tímidamente vuelve a asomarse pero ya se había ido. Una sensación de vacío la invade, respira de forma agitada frente a la ventana, empañando el vidrio, sintiendo cómo su cabeza le daba vueltas y comenzaba a doler. Vuelve al cuarto de baño y busca entre las cosas un analgésico para aliviar el dolor y lo toma.

-Usagi vas a llegar tarde a clases.

-Enseguida bajo mamá, ya estoy lista.

Baja las escaleras y llega al comedor donde su familia ya estaba reunida desayunando.

-Sólo tomaré un jugo.

-Ángel, debes alimentarte mejor, estas muy delgada, y una joven en crecimiento como tú necesita comer bien.

-No tiene tiempo de comer papá, no ves que es una floja.

El chico le saca la lengua a su hermana y ella le responde de la misma forma infantil.

-Shingo no molestes a tu hermana.

-Gracias mamá. Bueno ya me voy.

En el preciso momento en que está por salir de su casa suena el timbre e incluso antes de abrir la puerta sabe muy bien quién es.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora