VIII. Amor

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Para quienes ya olvidaron cómo se siente.

Debía ser su fuego el que hacía que el invierno valiera la pena.

Debía ser su corazón el que hacía que el sentir valiera el sufrimiento.

Sus ojos hacían que las estrellas no valieran nada, o por lo menos no lo suficiente.

Y el sentimiento valía el intento.

Y al final, eso era lo único que hacía valer algo. Y decir lo contrario habría sido estúpido.

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