Para quienes aman las estrellas: también somos fugaces.
El peso de una vida y el conocimiento de que hay algo más allá de ella. Que ni la muerte logra apagar lo que nuestra alma encendió. Que ni la felicidad se expande por el cuerpo en el momento, pues es un momento; no algo duradero, ni el sufrimiento ahorca demasiado fuerte. Intensamente seguimos fluyendo y la corriente nos transporta por el tiempo. Que ni el tiempo puede destruir lo que hemos construido con él. Que ni los átomos de la incertidumbre serán tan insignificantes, ni tan cruciales.
Porque al final, no tenemos final.
Nuestra carne se pudre, y la sangre perfuma el hogar, pero el bien y el mal de un espíritu permanecen en la historia y en la memoria de los dioses, y de los espíritus que compartieron segundos, minutos, días; minúsculos instantes en comparación con el infinito de un error.
Que una victoria no tiene valor, porque sólo exalta el fracaso. Que el comienzo sí es importante, pero más importante es el desarrollo y el cambio.
Porque no, no hay final. No puede importar, pues no existe.
Es el término inventado para pacificar la confusión humana. Pero más allá de ser humanos, somos cosmos: somos esencia.
Imperecedera ilusión de un ángel. Blanco y negro que hacen gris, aunque deseemos ser azul, o rosa, o hasta un arco iris. La fusión de los cuatro elementos, unos más fuego que aire, pero de todos modos, somos agua, y tierra. Nos sumamos, nos restamos, pero nunca seremos un cero. Existimos, en una versión diferente a la que el tutor enseñó.
Y estamos en camino a demostrarlo.
2
ESTÁS LEYENDO
PDAP
Poetry𝕻𝖔𝖊𝖙𝖆 𝕯𝖊𝖘𝖈𝖗𝖎𝖇𝖊 𝖆 𝕻𝖔𝖊𝖙𝖆: Para aquellos que les falta voluntad para respirar: no vale la pena. ¿Pero cuándo nos ha importado eso? Imagen de portada original: Magritte, "Intentando lo imposible", (1928).