Recuerdos

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*¿Sabes puta? me han echado 3 días del instituto por tu culpa. Creo que debes pagar por ello. Agarrarla chavales.- Dijo Andrés muy enfadado.

-No, soltadme. No era mi intención que te echaran, de verdad. Por favor no me hagas daño.- Dijo ella con mucho miedo en el cuerpo

*No, si yo no te voy a hacer daño, al contrario.. Te va a encantar, te voy a quitar el lesbianismo que tienes encima- dijo echándose encima de ella.

- Por favor Andrés no lo hagas.- Dijo ella sollozando- ¡¡Ayuda, por favor socorro!!

*Que te calles puta zorra.- Dijo quitandole la sudadera gris y levantándole la camiseta, la agarró con fuerza de las muñecas para que no se moviera, aun así hacian los dos mucha fuerza- Vaya, pero si tienes unas tetas enormes, ¿Tú sabes la de cubanas que podrías hacerme, zorra?

Comenzó a morderla por toda la tripa al igual que el sujetador, le desabrochó el pantalón y se disponía a hacer lo mismo.

^ Ey tío para que viene alguien.- Dijo un amigo suyo. Ella seguía sollozando en el suelo intentando frenar a ese psicópata que intentaba violarla. 

*Me da igual, quiero follármela aquí mismo, para que sepa lo que es un tío de verdad. Puta zorra lesbiana.- Laura seguía llorando, ya no tenía fuerzas ni para intentar frenarle. Él seguía mordiendo su barriga con mucha fuerza, tanto que le hizo sangre en diferentes partes Le dio un gran mordisco en su seno derecho.

^Venga tío que viene hacia aquí

*esto no se queda así puta zorra, te pienso coger un día que estés desprevenida y te voy a hacer todo lo que no te han hecho nunca- Se levantó de ella, Laura se acurrucó a sí misma sin dejar de llorar. Andrés le propinó varias patadas dolorosas por la espalda, como advirtiendo que eso no se quedaba así. 

Todos ellos huyeron, dejando a Laura tendida en el suelo muerta de miedo. Ella no dejaba de pensar en Rebeca. La necesitaba, necesitaba que ella estuviera ahí abrazándola y calmándola como hace unas pocas horas.

+¡Dios! cariño, ¿pero qué ha pasado?- Era ella. Se arrodilló intentando calmarla abrazándola de la forma más dulce que nadie puede imaginar.- Ven pequeña, tranquila- le dio un beso en la frente, un beso maternal de esos que hacía años que no recibía. Ella estaba dolorida, le dolía todo, le dolía hasta el alma.

Y ahí estaban  las dos, abrazadas, la pequeña sollozaba, Rebeca le susurraba que ella estaba ahí, que nada más le iba a pasar. La iba a cuidar.

+ven mi amor, te ayudo a levantar.- Y así fue. Le ayudó y Laura le abrazó.

- Gracias, eres mi angel de la guarda.- Le dijo mientras le abrazaba aún más fuerte

Rebeca sonrió tiernamente. Le miró aun así con preocupación +¿estás más tranquila? ven, vamos a coger el autobús. 

-Sí, gracias.- dijo ella con vergüenza.

Al separarse del abrazo, Rebeca vio que tenía la camiseta manchada de sangre. Su rostro se inundó de preocupación.

+Laura, ¿qué ha pasado? estás sangrando

Las lágrimas en su rostro amagaron con salir. Rebeca le abrazó de nuevo sin pensarlo. Le agarró la cara con sus dulces y suaves manos

+Ven a mi casa, tengo que ver como estás. No acepto un no por respuesta.

Laura con la cabeza baja aceptó. No quería ser una carga para nadie. Nadie se había preocupado tanto por ella.  Casi la violan en ese momento, y llegó ella.

Se montaron en el autobús. Laura notó una mirada de tristeza penetrante en su tez, le miró y ahí estaba. Los ojos de su angel de la guarda. Parecía que le estaba leyendo la mente porque Rebeca le abrió los brazos para acogerla. Ella accedió sin pudor y con lágrimas en sus ojos, mientras Rebeca acaricaba su corto pelo para relajarle.

Y parecía que funcionaba. Laura llevaba tiempo temblando por el miedo que había pasado pero a medida que iba acariciándole, el temblor iba desapareciendo.

+Pequeña, nos bajamos aquí-dijo cogiendo su tez, con una mirada relajada intentando transmitirle su tranquilidad

bajaron del autobús llegando a un edificio de 3 plantas. Subieron  a la primera planta y rebeca abrió la puerta. 

+Pasa mi niña, y ven conmigo, vamos a ir a mi habitación, no tengas miedo ¿vale? no te voy a hacer daño.- Sabía que le iba a costar tener su confianza, pero parecía que poco a poco lo iba consiguiendo.

Laura le frenó agarrándole del brazo de una forma dulce, sin hacerla daño. tenía un tacto personal, como si todo lo que tocara fuera de porcelana, tocando con miedo de romper a su alrededor.

- rebeca no quiero ser una carga para ti, llevas todo el día preocupándote y no quiero hacerte perder el tiempo con mis tonterías

+Eh pequeña, no seas boba,  si no quisiera ayudarte, si fueras una carga, si no me importaras, no te habría estado buscando desde que tocó el timbre de fin de clases para saber que estabas bien, me importas y quiero cuidarte ¿vale?- dijo con una voz dulce acariciándole las mejillas donde había vertido anteriormente unas cuantas lágrimas- Venga, ven. No tengas miedo Laura. Quiero saber que esto está bien- Dijo acariciando su barriga.

Laura tenía miedo, se sentía desprotegida desde lo que pasó con Andrés pero ella llegó, y ahí estaba con ella calmándole, intentando que estuviera bien.

-Está bien- dijo ella aún con miedo. Rebeca no lo dudó y la abrazó con ternura. El abrazo duró más de lo que pareció. Estaban las dos a gusto, aún así Rebeca se despegó de ella. Recordó por qué estaba en su casa.

+Se me había olvidado que estabas sangrando, lo siento. ven aquí, mi niña, túmbate en mi cama- La habitación era preciosa, había muchos libros y eso a Laura le encantaba. Le encantaba leer para evadirse del mundo y de todo lo que conllevaba

+¿Estás tranquila? ¿Necesitas algo, pequeña? no quiero hacerte daño o hacerte sentir incómoda.- Le miró con pena porque sabía que seguía asustada.

-Estoy bien, ya estoy más tranquila, tus abrazos me calman mucho, me transmites mucha paz Rebeca- Dijo ella sonrojada y avergonzada por lo que acababa de decir.

Rebeca no lo volvió a dudar, y le volvió a abrazar, esta vez con más cariño aún, si cabe. Su diminuto cuerpo se empezó a relajar, estaba tenso. y eso lo notaron las dos.

+Noto que ya estas más tranquila, mi niña. Te voy a curar esto, ¿vale?

-Vale- dijo ella avergonzada. No le gustaba su cuerpo, y su musa iba a ver su barriga con alguna cicatriz por el pasado al haberse cortado por la presión que estaba soportando. Al recordar eso, se volvió a poner tensa.

+Ey mi amor- Observó que unas lágrimas recorrían su cara.- ¿ Qué piensas? si no quieres que te vea sin camiseta, no voy a hacer lo que no quieras, ¿Vale? no quiero que estés incómoda conmigo.- Dijo con ternura y  tranquilidad. No volvió a dudar en abrazarla.

- No tranquila. Puedes hacerlo- Dijo ella por fin.

Vía de escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora