Capítulo 9.

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Milo observo desde su lugar como el aquamarina se alejaba, todo le daba igual ahora, en tan solo un día había vuelto a perderlo, todo por esa mentira, si, tal vez en su momento no hizo nada al respecto, pero ahora si tenía que hacerlo para por lo menos pagar un poco del daño que le había hecho pasar a su Camus.

-Camus, todo esto es mi culpa. -Apretó sus puños sin importarle estar aun lastimado, todo le dejaba de importar. -Mi pequeño Camus. -Lágrimas bajaban por su rostro, pero ¿qué importaba? Aunque llorara millones de años jamás se perdonaría por haberle causado daño a la única persona que por ningún motivo tuvo que haber sufrido con nada.

- ¡Milo idiota! -Un puñetazo volador llego a su rostro, no le intereso el dolor que sentía en su mejilla, mucho menos como esta comenzaba a tomar algo de rojez y muchísimo menos a aquel pequeño hilillo de sangre que corrió por su labio.

-Aioria. -Miro a su compañero que no estaba del todo furioso, sino, de seguro lo dejaba peor, sin embargo, estaba molesto y le miraba con tal severidad que daba miedo.

- ¡¿Qué estás haciendo aquí, idiota?! ¡Deberías estar en este preciso momento hablando con esa bruja! -Reclamo ahora Afrodita, si existía alguien que sabía cada detalle por detalle, ese era el doceavo guardián.

-Chicos ya lo perdí todo, Camus... el me odia más que nunca. -Hablo derrotado el menor, no era el mismo escorpión que todos conocían, el escorpión dorado en cuestión de segundos había sido vencido.

- ¡Si serás idiota! -Gritaron los demás.

- ¡Camus no se ira del santuario, no puede hacerlo! -Aioros apretó sus puños como si fuera a golpearlo con estos.

- ¿A qué se refieren? -Finalmente reacciono el escorpión como si le hubieran lanzado litros de agua helada.

-No debí dejar que pasara mucho tiempo entrenando y casi nada estudiando. -Se quejo sagitario mirando de reojo hacía su pareja. -Todo es culpa tuya, Saga.

- ¿No te das cuenta? Camus debe quedarse aquí porque legalmente es hijo de Saga y Aioros. -Le recordó Mu lo obvio, el menor de todos asintió sin entender aún del todo.

- Pero... aun así, el no querrá escucharme, ni siquiera verme... lo conozco mejor de lo que creen... él es tan... -Milo golpeo sus rodillas, odiaba recordar cada cosa del aquamarina, recordaba hasta el más mínimo detalle de sus gustos y disgustos.

- ¿Es tan? -Preguntaron todos los presentes sacando libretas y lápices de quienes saben dónde, necesitaban tener esa evidencia al menos por escrito.

-Es tan... dulce, tierno, amable, adorable, solidario. -Milo suspiro, mientras bajaba la mirada un segundo. -Puede que se haga el fuerte que nada lo lastima, que es frío, alguien que no le importa mucho los sentimientos, pero no es así, él simplemente tiene miedo de que le hagan daño después de todo lo que ha pasado, es muy inteligente y es tan atento con todos, tiene un corazón tan grande, es tan sincero, tan leal, es mi ángel. -Ya casi se veían corazones alrededor de Milo.

- ¿Se lo has dicho? -Pregunto Shaka ladeando su cabeza un poco, no recordaba que Camus le contará que el escorpión le dijera como lo veía, al ver que el menor negó suspiro. -Milo ¿no crees que deberías decírselo mientras tengas tiempo? Pero primero deberías hablar con Athena.

-Chicos... -Milo seguía negando ¿para qué luchar por algo que estaba perdido?

-Eres un cobarde. -Aioria golpeo en el rostro a Milo otra vez, ninguno de los presentes vio venir algo así, bueno, no por segunda vez. -Ya di de una vez la verdad, enfrenta a Athena y recupera a Camus, estoy cansado de tener que verlos siempre mal a ambos, antes solíamos divertirnos juntos...

-Es fácil decirlo, pero hacerlo...-Milo no encontraba salida a todo ese dilema.

-Ya me hartaste bicho de cuarta, te atrevías a defenderlo ante multitudes y ahora no puedes ¿Qué mierda te pasa? -Death se había aburrido de mantenerse callado. - ¿Qué hacías si alguno de nosotros lo molestaba?

-Death. -Milo no le encontraba sentido a que ahora le estuvieran diciendo todo eso. -Eso es pasado, éramos unos niños y ahora todo es diferente, pero sí... Athena me tendrá que escuchar.

-Milo ¿puedes decirnos qué fue lo que sucedió? Con todo esto hay varias cosas que no sabemos y eso nos impide ayudarlos, además, no creo que Camus nos quiere contar, mucho menos en estos momentos. -Pidió Saga mirando hacía el escorpión, este asintió quitándose las lágrimas que tenía en sus ojos.  

Templo de Acuario.

Su guardián se encerró en su cuarto, suponía que Milo le contaría todo a los chicos y en cualquier momento irían a preguntarle, pero no estaba listo para darle respuestas a nadie por lo que escribió una nota de que saldría un rato sobre su escritorio, se limpió sus lágrimas y para evitar ser visto por alguien tomo un atajo que solo él y aquel causante de su dolor conocían, por lo que nadie sabría que salió antes de ir a su templo, camino un rato con la mente llena de recuerdos que deseaba borrar de una vez, no se demoró mucho en llegar al lago de aquellas promesas, en esos momentos no le importaba el peligro que podía correr estando fuera del santuario, solo, sin nadie cerca que pudiera ayudar.

-Eres un idiota. -Tomo una roca y la lanzo al lago con enojo, pero vio algo brillar en él que llamó enseguida su atención. - ¿Qué es esto? -Se acerco a la orilla, el agua de aquel lago permanecía tan cristalina como aquel primer día, esto hacía más fácil poder ver en ella, vio nuevamente aquel brillo. -Pero si esto es... -Metió una mano en el agua para sacar aquella cosa brillante, lo sacó tomándolo con cuidado entre sus manos, sus ojos se abrieron de par en par. -Milo. -Sus ojos volvieron a cristalizar al ver aquella piedra que formaba parte de un collar, que hace mucho tiempo, él le obsequio al octavo guardián, se lo regalo con tal de protegerlo. 

-Milo está en problemas

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-Milo está en problemas. -Se puso de pie ignorando el mareo que tuvo por hacerlo demasiado rápido, miro en dirección al santuario. -Chicos... ay no. -Antes de partir sintió como alguien tomaba su muñeca con brusquedad colocando algo en ella. - ¿Qué haces aquí?

-Mmm déjame pensar. -Camus rodó los ojos ante la postura pensativa que fingía tomar el contrario. -Recuperarte, mi joya.

-Yo no soy de nadie y mucho menos tuyo. -Se soltó de su agarre, no tenía por qué estar quieto, aunque tuviera eso en su muñeca.

-Pero bien que perteneces a ese escorpión. -Soltó con asco.

- ¿Hablas de Milo? Ya te lo dije, no le pertenezco a nadie a menos que ocurra el milagro y me case por elección, antes no. -Rodó sus ojos, pero al notar aquella sonrisa que le causaba escalofríos se preocupó. - ¿Qué le has hecho?

-Aun nada, joya mía, pero muy pronto sí que lo harán. -Se acerco a Camus tomando su muñeca nuevamente. -Y tú, verás como destruimos a tu amado escorpión.  

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¿Quien se imaginan quien es aquel hombre que atosiga a Camus? ¿quién creen que es?

del amor al odio, del odio al amor (Milo x Camus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora