What are you wishing for

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□Emma□

Cerré los ojos con fuerza, tanta que creí seguir viendo su brillo bajo los párpados.

Deseo...deseo...

Fruncí el ceño y, he de admitir, me sentí un tanto ridícula.
De pronto sentí luz, mucha luz. Abrí los ojos y vi a esa hadita vestida de medusa azul acercarse a nosotras y destilando purpurina.

-Vaya...- Pronuncié.

-He oído tu deseo, Emma Swan.- Aseguró batiendo sus brazos como si eso la ayudara a volar. -Me temo que no hay nada que mi magia pueda hacer para llevar a cabo esa tarea. Sólo el tiempo lo dirá...-

-¿El qué?- Preguntó Regina.

-Henry. No necesitamos que nos lleves hasta él, solo tu polvo de hadas.- Corregí. -¿Puedes hacer eso por nosotras?-

El Hada Azul nos miró a ambas y luego volvió a dirigirse a mí. -Puedo hacerlo por ti.-

-¿Cómo?- Espeté.

-Emma, está bien...- Dijo Regina.

-No, no lo está.- Insistí. -¿Por qué por mí sí y por ella no?-

-Todo tiene sus límites.- Argumentó. -La magia de las hadas no puede llegar a corazones oscuros. No surge efecto en ellos...-

-La magia luminosa está para ayudar a la gente.- Recordé. -¿Por qué diablos no lo hace?-

-Emma...- Continuó Regina.

-No es tan poderosa. Es el bien contra el mal, Emma... Tú eres lo correcto y ella...ella está a la izquierda...- Negó con la cabeza. -La magia oscura sigue sus propias reglas y no hay nada que yo pueda hacer ahí...-

-Yo no puedo fabricar polvo de hadas.- Fruncí el ceño. -¿Qué mierda de deseo es este? ¿Dónde puedo encontrarlo?-

-No hay.- Aseguró. -Hace mucho que se acabó. Pero estamos en ello, y dentro de muy poco lo tendremos.-

-¿Y nos lo daréis?- Preguntó Regina.

El hada bajó la mirada incómoda y volvió a mirarme a mí. -Antes de que salga el Sol, vuelve a llamarme. Acudiré allí donde estéis y os daré lo que tenga.-

-Está bien...- Refunfuñé. -Regina, ¿vamos a tu palacio?-

-Claro, ahí al menos estaremos seguras...- Asintió. Yo le asentí de vuelta y esquivé la mirada del hada.

Volvimos al castillo y pillé una espada. Probé a lanzarla contra el muñeco de paja con el que, supuse, se entrenarian los antiguos soldados de Regina. Estuve practicando un rato, por si nos hacía falta luchar contra algo. Mi magia no era tan efectiva como la de Regina, yo necesitaba esto para luchar.

Cuando llegué a sus aposentos, ni pensé en llamar. Abrí la puerta y la vi: con ese vestido blanco que hacía las veces de pijama y el pelo suelto, una mezcla entre negro ébano y moreno muy oscuro. Y me pregunté dónde había estado toda mi vida. Ahora estaba ahí, sentada frente al espejo de su tocador y con el cepillo en la mano sobre una de las ondas de su cabello. Me miró a través del espejo y luego se giró hacia mí.

-Perdona, debí llamar...- Di un paso atrás.

-Emma...- Dejó el cepillo de plata sobre la mesita.

Me quedé quieta, escuchando como aumentaban los latidos de mi corazón.

-¿De dónde has sacado eso?-

-Estaba por ahí...- Señalé hacia la puerta como una idiota.

-¿Has estado "por ahí"?-

Come Back To MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora