Come Back To Me

Long way

■Regina■

Solté la mano de Emma y sentí que el tiempo se paraba. Ella se subió a su alfombra y abandonó el castillo rumbo a Nueva York.

Ella no lo sabía todavía, claro que no lo sabía...pero esto no era real. Tarde o temprano acabaría cansandose de volver, de encontrarse conmigo cada vez que volvia... Encontraría algo mejor, mucho mejor, algo por lo que de verdad mereciera la pena luchar. Y yo lo esperaba con todo mi corazón, porque para ella solo quería que fuera feliz. Y tenía que serlo sin mí, estaba segura de eso.

El Sol ya había salido, pero yo me encontraba más fría y sola ahora que Emma ya no estaba conmigo.

¿Cómo explicarle que esto solo era fruto de una maldición? ¿Estaba yo siendo egoísta o lo estaba siendo ella?

-Veo que el ratoncillo ha vuelto a su madriguera...- La voz de Maléfica me hizo girarme al instante.

-¿Qué estás haciendo tú aquí?- Me sobresalté.

-Solo he venido a ver que tal estabas...- Avanzó arrastrando el andrajoso vestido marrón. -Ay...- Suspiró acariciando mi mejilla con su mano. -Mi pobre Regina...¿qué sería de ti sin mí?-

-Pues la verdad, me ha ido bastante bien estos años.- Contemplé inmóvil como caminaba en círculos a mi alrededor.

-¿Es que no te he enseñado nada?- Se detuvo frente a mí. -¿Es que no has aprendido nada de mí?-

Tragué saliva y fingí que no me importaba mientras mantenía la mirada fija en sus ojos.

Ella se acercó a mí, sin perder de vista mis labios. -Los héroes no se enamoran de los villanos.- Tardó unos segundos en continuar. -Y los villanos no tienen finales felices.-

-Solo porque tú no tuvieras el tuyo, no significa que yo no pueda tener el mío.- Argumenté.

-Oh...cuán tierno... Y, a la vez, cuán estúpido.- Rió. -¿Acaso no recuerdas lo que me pasó a mí?- Puso ambas manos sobre mis pechos. -Estos, estos tienen la culpa de todo. No es ese maldito libro quien decide quienes son los villanos, son estos. Y los verdaderos malvados, aquellos que nos convirtieron en lo que somos, son considerados héroes.-

Con los años había aprendido que es mejor no escuchar a esta mujer, pero tenía que fingir que lo hacía. Tenía el don de hacer que todo lo que decía pareciera cierto. Y de hecho lo era. Simplemente era demasiado horrible para pensar en ello.

-Deja que te cuente la historia de un apuesto príncipe...- Me soltó y volvió a caminar en círculos a mi alrededor. -Un príncipe querido por su reino, que se enamoró de una joven bruja. Fue mucho antes de que a las brujas se las viera con malos ojos. Le prometió amor eterno, pero mintió.- Hizo una pausa notablemente enfadada. -Tuvieron una hija, pero poco después el rey murió, y él tomó el reino. La bruja no podía ser reina. ¿Sabes por qué? Porqué era poderosa, y eso siempre asusta a los hombres. De modo que una noche, mató a la hija con una aguja de rueca.- Le tembló la voz, pero luchó por mantenerla firme. -Solo está dormida, eso dijo. El muy canalla asesinó a un bebé a sangre fría y expulsó a la madre del reino. Y fue considerado un héroe hasta el día de su muerte. Y la bruja...bueno, pues se convirtió en la villana por tratar de devolverle el favor.-

-Ya sé que lo que te pasó no fue justo, pero no tiene por qué pasarme a mí...-

-¿Que no?- Se llevó las manos a la cintura y se acercó peligrosamente a mí. -¿Y qué hay del rey que obligó a una niña a casarse con él? ¿Cuántas noches te forzó hasta romperte? Solo porque no le bastaba con tener una hija, necestaba un varón para ocupar el trono...- Argumentó. -Siempre es lo mismo, Regina. Los hombres temen a las mujeres fuertes, de modo que las convierten en villanas.-