Don't you dare dying on me

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■Regina■

-¿Para qué has venido?- Esas palabras retumbaron en mis oídos, como si una parte de mí se negase a escuchar a mi cabeza cuando me daba la respuesta más lógica: seguramente sus padres necesitaban polvo de hadas y no eran lo suficientemente héroes para conseguirlo, o tal vez quería que Henry recordase a sus abuelos y tal vez ellos habían encontrado una forma de volver... Había tantas posibilidades...y todas me excluían a mí.

-Responde, rubita.- Intervino Maléfica. No sabía si esta mujer sentía placer viéndome sufrir, demostrándome que no le importo a nadie y que no debería haberla rechazado, o simplemente conservaba una parte que aún se preocupaba por mí (tanto como uno se puede preocupar del pez al que olvida dar de comer).

-Emma...-

-Vine para llevarte a casa.- Respondió tensa, con la mirada clavada en el suelo.

-¿Cómo? ¿Cómo ibas a volver?-

-No tenía pensado hacerlo.- Apretó los dientes y suspiró para calmarse. -Tú ibas a hacerlo...-

-¿Yo?-

-Sí, una vez tuviéramos el remedio que hará que Henry te recuerde.- Aseguró.

-¿Y por qué yo?- No la creí, no podía estar hablando en serio.

-Porque Henry necesita recuperar su memoria, no puede vivir en un sueño eternamente. Y cuando recuerde, necesitará a su madre, a la de verdad.- Explicó. -Yo... Aquí están mis padres, no estaría del todo sola, pero tú...tú no tienes a nadie aquí...-

Aguanté, aguanté lo mejor que pude, porque sabía que cuando cayera una, no podría parar. Aún así, mis ojos se inundaron con rapidez y se me hizo un nudo en la garganta.

-Así que...- Se me cortó la voz. -Te di tanta pena que...¿has venido hasta aquí porque nadie me quiere en ninguna parte...en ningún mundo? ¿Te crees que no lo sé, Emma? Sé de sobras que no hay lugar para mí. Y tú no vas a arreglar eso...- Bajé la mirada.

-No, Regina...-

-Oí lo que te dijo el Hada Azul.- Subí la mirada. -Hasta ella te dijo que no es tarea de la Salvadora ayudarme a mí... Nadie puede hacerlo, Emma...ni siquiera tú...- Me sequé temblorosamente la lágrima que se deslizó por mi mejilla. -Vivo con miedo, porque sé que nunca seré capaz de sanar mi alma, que no encontraré un lugar en el mundo, que siempre voy a vivir apartada de todo cuanto amo, que me ha sido negada toda felicidad... ¡Todo eso ya es suficiente como para que tú intentes sacrificarte por mí! No quiero ser un reto para ti, Emma, no puedo serlo. Mi corazón está hecho añicos, y nunca, jamás, ¡nadie va a encontrar la forma de recomponerlo!-

Y ya no pude más. Todo ese dolor, todas esas palabras...surgieron de mí sin que yo pudiera evitarlo. De pronto, todas esas cosas horribles que me habían hecho, todos los recuerdos, cada golpe, cada pedacito que no pude volver a colocar en su sitio...todo se me ató al cuello y se me creó un agujero negro en el estómago. Me llevé la mano al pecho con tal de aplacar el llanto que no me atreví a soltar, y pensé en lo ridículo que resultaba: incluso gritando, lo hacía en silencio. Me encogí y flexioné las rodillas a penas unos centímetros, y ya noté los brazos de Emma, sujetandome desde detrás. Perdí toda fuerza y desfallecí con una mano al pecho y otra al abdomen. Emma cogía con fuerza la mano que me llevé al pecho, como si supiera que toda mi fuerza no era lo bastante fuerte para aplacar ese dolor y quisiera ayudarme.

Me sentí ridícula, pero no pude parar. Arrodillada al nivel del suelo, meciendome débilmente de atrás adelante, con Emma pegada a mi espalda y siguiendo mi movimiento sin soltarme ni un momento, sabiendo que si me dejaba me partiría en mil pedazos... Cerré los ojos con fuerza, como si de esa manera fuera a impedir que salieran más lágrimas. Mi cara estaba empapada, bajaban hasta mi cuello...

Come Back To MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora