A veces, a Keith no le gustaba ver al león Negro. A veces, cuando lo veía, recordaba, y siempre que recordaba dolía.
Recordaba todas esas noches que había pasado en vela, sentado con las piernas cruzadas y el ceño fruncido frente a la gran máquina alienígena. Esas ocasiones en donde la ira se apoderaba de él y terminaba golpeando, arañando e insultando el metal, solo para esconder sus nudillos rojos de Lance al día siguiente.
Pasaba noches enteras solo observando al león de Shiro, esperando que hiciera algo, cualquier cosa. Le rogaba y le rogaba que desactivara su escudo y le permitiera la entrada, y siempre terminaba llorando y con las manos hechas mierda.
Otras noches decidía que no tenía energía para lidiar con algo que claramente no estaba de su lado, así que se escabullía al cuarto del paladín azul y se quedaba ahí, observando. Pasaba sus manos una y otra vez sobre la cara del cubano y, cuando se aseguraba que estaba bien dormido, plantaba un suave beso sobre su nariz antes de retirarse a dormir en su cuarto. Y la mayoría de las veces funcionaba, pero a veces Lance no era suficiente, y entonces merodeaba por el castillo sin saber qué hacer.
Varias veces se encontraba debajo de la piscina, torciendo el cuello e intentando descubrir qué habría debajo del agua, cómo podía subir hasta ahí, y si Lance estaría dispuesto a seguirle. También le gustaba pasearse por la sala de entrenamiento, debatiéndose entre empezar una prueba o no arriesgarse despertar a alguien, dejando las yemas de sus dedos flotar sobre los controles en las pantallas holograma. Algunas otras ocasiones giraba por la cocina, abriendo y cerrando cajones y jugando con las cucharas, aunque todas las noches terminaba frente al hangar del león negro, pateando la puerta y regresando a Lance antes de irse a dormir.
Aunque Lance no siempre estaba ahí, con el paso del tiempo Keith había descubierto que el chico se levantaba de medianoche. Iba por un vaso de agua, o caminaba de puntitas hasta los cuartos de todos y checaba que siguieran ahí, descansando, después se retiraba a dormir.
Al pelinegro no le gustaba recordar la primera vez que había entrado a la habitación de Lance solo para encontrarla vacía. Había sido como arrancarle el corazón del pecho de a un tirón, y antes de pensar en qué debía hacer ya se encontraba corriendo por Allura. Pero entonces lo había visto ahí, parado, abriendo ligeramente la puerta de la habitación de la chica y suspirando de alivio antes de volverla a cerrar con la misma precaución. Y había seguido caminando, en completo silencio, hasta llegar a la habitación de Pidge, y de Hunk, y Keith tuvo que salir corriendo a esconderse en la suya para no preocuparlo.
También descubrió que a Lance le gustaba pasearse en el hangar de su león, limpiando el robot y platicando con ella. A veces a Keith le gustaba sentarse contra la pared de metal y escuchar, podía quedarse ahí por horas, callado y escuchando todo lo que Lance tuviera que decir. Porque la voz de Lance era muy bonita, y a esas horas de la noche se escuchaba más tranquila, más en calma. Solo eran él y su león y entonces el paladín se sentía a gusto, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y, a veces, Keith se quedaba dormido, arrinconado, contento con escucharlo decir todo y nada — platicar de su familia, del clima, de sus sueños o de cosas que quería hacer en la tierra. A veces su nombre salía de los labios morenos, y se despertaba de golpe, abriendo los ojos y sonriendo un poco. Más allá el león se lo quedaba viendo, con el fantasma de una sonrisa entre las fauces metálicas, pero ella no decía nada y Keith no decía nada, tampoco, y Lance seguía hablando como si no estuviera nadie más viéndolo.
Y entonces todo estaba bien.
Lance le proporcionaba una cuerda de salvamento, algo estable y duradero que prometía estar ahí para sacarlo de la tormenta, y entonces Keith se aferraba a ella con uñas, dientes y piernas y no la soltaba aunque tuviera las palmas de las manos rojas y llenas de callos. Y entonces su relación se volvía unilateral y tóxica, y Keith tenía que recordarse trabajar como un equipo y no como amantes. Porque aunque él lo quería, el cubano no tenía idea de sus sentimientos. Y entonces pensar en eso dolía, y volvía a admirarlo en silencio, buscando refugiarse en la simple figura del cubano, aunque fuera de lejos.
Esa noche Lance no había estado en su cama, tampoco en la cocina, ni buscando a los otros paladines en sus habitaciones. Él se encontraba en el hangar de Azul, frotando la cabeza del león con un paño verde y una botella de algo que Keith identificaba como limpiador Alteano. La leona estaba completamente acostada contra el suelo, moviendo la cola alegremente, haciendo que el metal girara contra los tornillos y un sonido parecido a un ronroneo robótico inundara el recinto. Y se mantenía ahí con los ojos cerrados, contenta con dejar que Lance hablara y hablara mientras la limpiaba.
Keith no pudo evitar sonreír, dejando su cuerpo recargarse contra la pared y escondiéndose detrás de una pila de cajas de herramientas que había visto a Hunk cargando en un par de ocasiones. Se quedó mirando atentamente al chico, intentando grabarse esa sonrisa perfecta y la manera en como el pelo le caía encima de los ojos.
—Pero también me preocupa Keith, ¿sabes?—había dicho, y la leona abrió los ojos, dedicándole una mirada cómplice al paladín rojo —a quien no le quedó otra más que sonrojarse y esconder la cara entre las manos— antes de continuar moviendo la cola.
Lance inhaló profundo, y comenzó a fregar la espalda de Azul.
—Siento que... que está intentando demasiado hacer que Negro deje de esconderse. Supongo que ha ser difícil para ambos, él perdió a su familia y ella perdió a su paladín, ambos son vínculos muy fuertes. Es como... no sé, no puedo imaginar qué haría si perdiera a Hunk, o si te perdiera a ti—el cubano se mordió el interior de la mejilla—. Solo desearía poder ayudarlo, ¿sabes? Tal vez podría hacerle entender que los leones y las personas necesitan tiempo de luto, y que si se dejara de culpar a sí mismo tal vez, tal vez Negro lo aceptaría y...
Se interrumpió a sí mismo por el sonido de metal contra metal, como una caja fuerte gigante siendo empujada por un inmenso pasillo. Keith frunció el ceño, alcanzando la daga de Marmorra que siempre traía a la cintura. Se forzó a levantar la mirada, frunciendo los labios cuando una cabeza negra se asomó por la puerta del hangar.
Lance se quedó parado sobre el lomo de su león, boquiabierto, mientras que ésta buscaba pararse sin tirarlo.
El león de Shiro se acercó, vacilante. Y Keith se quedó viendo como Lance bajaba de Azul con un brinco y caminaba hacia el león negro, con el corazón martillándole en el pecho y los ojos celestes bien abiertos.
Finalmente el escudo se desactivó, y el león pegó la mandíbula al suelo, abriendo el hocico y permitiéndole entrar. Sintió la daga resbalarse de sus dedos, pero se obligó a no despegar la vista de Lance, quien seguía observando boquiabierto, hasta que la nariz de su leona le dio un empujón hacia adelante con cariño.
El chico abordó y Keith se quedó viendo ojos amarillos del robot mirarlo con sorpresa antes de correr hasta su habitación, dejando tirada la daga e intentando parar las lágrimas antes de que comenzaran a salir.
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Estaba contenta usando "el león" al describir a los cosos estos, aunque después recordé que, técnicamente, son hembras porque no tienen melena. Y no sabía si describirlas como ellos o ellas, ya que técnicamente son robots, y los robots no tienen género... así que al final me harté y terminé mezclando todo porque bale gaver. :v Si alguien quiere instruirme en esto, les doy la bienvenida con todo y chocolate caliente. :3
EDIT: Mientras que Pidge llama a su león "girl", Hunk se dirige a él como "boy", Keith le dice "kitty", Lance le dice "beautiful" y Shiro utiliza adjetivos sin género específico [viendo la serie en inglés] así que me vale madres y decimos que los leones estos son genderfluid alv. :'v
Also, por si alguien no entiende, este capítulo es un "Los recuerdos de Keith". El morro se pone sad bc se acuerda que el León Negro no lo quiso a él y iora mushio. xdxdxddd
No sé hablar una wea de coreano, excluyendo lo poquito que me aprendí por Mystic Messenger (God Seven Zero Seven! B3) así que perdónenme si los números están mal, realmente apreciaría que si alguna de ustedes sabe hablar el idioma venga a meterme mis putazos por escribir mal las cosas. :'v
Besos robóticos congelados:
—Valery
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ɱɛʀcy || k ɭ a ŋ c ҽ ||
Fanfiction¿En qué momento se le había olvidado como el fuego y el hielo no podían coexistir en armonía?