Allura se despierta a ojos amarillos y manos en sus hombros.
Su primer instinto es resistirse, clavar las uñas y empezar a patear. Los engranajes en su cerebro empiezan a girar, intentan sacarla de esta situación, y su cuerpo sigue intentando quitarse a la otra persona de encima cuando.
—¡Allura, basta! Soy yo, Keith. Quiero... ¡auch! ¡Necesito ayuda con algo!
Su cuerpo responde a la voz, y se permite relajarse y cerrar los ojos nuevamente.
— ¿Puede esperar a mañana, paladín rojo? Estoy segura de que cualquier cosa que haya pasado...
—Es sobre Lance—la interrumpe el galra, y la alteana se levanta de inmediato, ojos azules abiertos y marcas rosas brillando con una intensidad cegadora.
—¿Dónde está?—hay cierto temor en su voz pero Keith no puede identificarlo, no sabe qué le preocupa más a la princesa, si el haber perdido a Lance o haber perdido al paladín negro.
—No lo sé, tomó una cápsula de escape y encriptó todo bajo el protocolo de contingencia de Negro, no puedo acceder a la información—la voz se le quiebra y puede sentir las lágrimas en sus ojos y se pregunta si Allura puede verlas, también, si va a burlarse de él.
La princesa no pierde tiempo en empezar a esprintar hacia el puente, y Keith sale disparado tras ella. El ruido de sus pisadas resuena en todo el Castillo y se pregunta si van a despertar a los demás, pero es más la ansiedad de no saber dónde está Lance y entonces esconde sus dudas en donde nadie puede verlas y continua corriendo.
A pesar de tener sangre de felino, Allura logra vencerlo en la carrera, cuando Keith llega al puente está jadeando y le duelen las costillas pero Allura ya está parada en el centro, abriendo y escaneando hologramas a diestra y siniestra, ojos entrenados escaneando letras y símbolos que el chico seguía entendiendo a medias.
—Mierda, mierda, mierda—la morocha se llevó los brazos al pelo, pasando las manos por los rizos blancos—. Lance, ay, ¿Lance, qué hiciste?
—¿Qué pasó?—frente a él habían letras y garabatos sin sentido, números que no le decían nada.
—No tengo acceso a nada—confesó la chica—. Nada que nos sirva, de hecho. El peso de la nave, vagas coordenadas que podrían o no estar incorrectas y el nombre del pasajero. Sabía bastante bien lo que hacía cuando se fue. Lo siento, Keith. No puedo hacer más que esperar que regrese.
El corazón se le cayó del pecho y se estrelló en el suelo en ese momento.
ESTÁS LEYENDO
ɱɛʀcy || k ɭ a ŋ c ҽ ||
Фанфик¿En qué momento se le había olvidado como el fuego y el hielo no podían coexistir en armonía?