Keith se muerde el labio, arremete contra el dron tan rápido que es difícil no tropezarse, pero lleva años entrenando, sabe qué está haciendo.
El autómata Alteano cae al suelo con un gran "poof", la luz negra en su pecho deja de parpadear y Keith brinca para apartarse antes de que el hoyo en el suelo se lo trague a él también.
Uno menos, faltan dos.
Al siguiente puede verlo desde el rabillo del ojo, luz amarilla neón tan brillante que delata al robot más que el constante chirrido de sus engranajes. O necesitan aceite o Keith está presionando a los modelos de entrenamiento más allá de lo posible, quién sabe.
Es más fácil acabar con este, se rueda en el suelo entre las piernas del robot y lo apuñala por la espalda, payard rojo pasando rápidamente de espada a navaja y nuevamente a espada justo a tiempo. Detrás de él, los pasos del dron azul se vuelven más ruidosos. Keith esprinta, se pega contra una de las paredes del cuarto de entrenamiento y se prepara para arremeter. Luz azul, cegadora y completamente atractiva, inunda su campo de visión por completo.
Se tienta a tocarla, es un color que conoce tan bien, ha pasado noches enteras observando cómo fluye en líneas por el techo de una habitación que no le pertenece pero pasa tanto tiempo ahí que podría ser suya. Es el color interior de cierto león al cual le agradece inmensamente por la vida. Es cálido, y agradable, familiar y lo invita a acercarse.
Pero este no es el azul que quiere, no un azul asesino que se acerca a él con más velocidad de la que recuerda haber programado. Cierra los ojos y se acomoda el casco de la armadura, se prepara para atacar y en menos de cinco segundos está en el suelo, rodillas abiertas a cada lado de la cadera blanca del dron y espada entre la nuca del mismo. Keith sabe, lógicamente, que esto es lo mismo a cortarle a alguien la yugular, que de haber estado peleando contra Galras habría matado a alguien.
Suspira, se echa de espalda contra el suelo y deja que la sala se encargue de llevarse al dron a reparación. Cierra los ojos pero puede sentir cómo se hunde el suelo, hay pisadas que resuenan por adentro de su casco y como el castillo haya decidido volverse contra él nuevamente va a matar a alguien.
Aprieta el bayard con fuerza, inhala hondo y se pone de pie en un brinco, espada al frente y peligrosamente cerca del cuello de Lance.
El chico sonríe, tiene ambas manos en los bolsillos de su chamarra y hay un brillo especial en sus ojos azules. Se ve tan tranquilo, abrigado en su ropa del diario y con una navaja peligrosamente cerca de la yugular.
—Estaba a punto de hacer uno de esos chistes de "¿Es eso una navaja en tus pantalones o solo estás feliz de verme?" pero ya me di cuenta de que son ambos, gracias.
Keith sonríe, baja el bayard y lo deja caer contra el suelo. Agacha la cabeza un poco, intentando ver si realmente tiene una erección de solo ver al paladín negro, cosa que hace que su compañero estalle en carcajadas.
Keith se quita el casco, deja que Lance lo ayude a quitarse la armadura hasta que sólo queda en el traje negro que usan por debajo. Está a punto de acercarse y besarlo cuando cae en cuenta del fulgor rosa, un brillo intenso proveniente del anillo del cubano. Un anillo de compromiso que no se ha quitado.
—Vamos, ¿no vas a venir a darme cariño? Sabes que necesito de tus besos para recargar energía—dice Lance, guiñando, tiene las mejillas coloradas y empieza a lanzar besos al aire.
—No bromees así—dice Keith, cruzando los brazos sobre el pecho y alejándose de Lance, quien lo tiene bien agarrado por la cadera—. No queremos que tu nuevo novio se haga ideas erróneas.
Lance frunce el ceño, sigue la mirada de Keith hasta su anillo y rueda los ojos.
—Es una señal de respeto—explica, retirando las manos de la cadera de Keith y enseñando el anillo—. Representa honor, admiración. No estoy casándome con nadie, bebé, estoy aceptando su agradecimiento.
Keith resopla, deja caer los brazos a sus costados y examina cuidadosamente el anillo con la mirada.
—No me gusta que estés usando eso—declara, haciendo el ademán de querer retirarlo del dedo de su compañero.
—Algún día estaré usando uno tuyo—dice Lance, quien no hace intento de quitárselo—. Realmente no creías que querría casarme con alguien que no fueras tú, ¿cierto?
Keith sonríe, se lame los labios pero intenta ocultar su sonrojo tras sus manos.
—No vas a quitártelo, ¿cierto?—pregunta, aceptando la derrota.
—No en el futuro cercano, lo siento.
Keith toma la mano de Lance que no tiene el anillo y entrelaza sus dedos, besa los nudillos del cubano y empieza a trotar hacia su cuarto.
—¿Adónde vamos?—pregunta Lance, dejándose jalar por pasillos del castillo que conoce a la perfección—. Hay una fiesta allá abajo, Allura va a matarnos si...
—Quiero cambiarme—dice Keith, caminando hacia la habitación del cubano—. No voy a hacer que nos perdamos nada, tranquilo. Ahora, ayúdame a quitarme el traje, esto apesta.
Lance sonríe, jala al coreano a su habitación con una sonrisa en los labios.
Las puertas se cierran detrás de ambos.
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ɱɛʀcy || k ɭ a ŋ c ҽ ||
Fanfiction¿En qué momento se le había olvidado como el fuego y el hielo no podían coexistir en armonía?