CAPÍTULO 5

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Todavía llevaba la servilleta entre las manos. En las clases no le habían llamado la atención, gracias a Dios. Solía sentarse en la última fila y como sacaba prácticamente las mejores calificaciones, no le hacían mucho caso a menos que se tratara de regañar al resto y demostrar que había una persona responsable.

"Esos ojos brillantes que enamoran":

A la hora del descanso, James fue al baño y se miró en el espejo.

-Son azules, no son del otro mundo. No veo que enamoren, por muy bonitos que sean, que lo son.

"Ese atractivo natural que a todas las chicas atrae; el tuyo".

Lo cierto es que más de una vez se había sentido el centro de atención de las jóvenes. Con  su metro ochenta, ese pelo castaño, esa mirada y la sonrisa que nunca le abandonaba, siempre había sido el chico más deseado, pero nunca lo supo. Se encerraba en su mundo, de vez en cuando hablaba con su mejor amiga Diana, pero ella nunca le comentó que todas le quisieran. Durante el último año se había dado cuenta, porque todo el mundo se acercaba a él y su vida social había incrementado notablemente. A parte de la razón ya dicha, era porque sus críticas musicales y cinematográficas, según decían los mayores, eran las mejores, a pesar de que él solo tuviera que ocuparse de ambas partes de la sección. A veces también hablaba sobre libros, lo que hizo que la gente se interesase más por la cultura y, sobre todo, por el inteligente, sensible y atractivo chico que las escribía. De un año a otro se encontró con que todos, literalmente, querían ser sus amigos, pero él supo elegir bien.

El descansó terminó con los pensamientos del chico. Se dirigió a clase, donde se enteró de todo, pero a la vez de nada. Continuaba completamente absorto en aquel trozo de papel. La persona que lo hubiera escrito, seguramente una chica, estaba enamorada de él o sabía aparentar que lo estaba. Describía con cariño y cuidado lo que más le gustaba de él. Tenía que ser alguien que hubiera estado en la cafetería. ¿Pero quién? Sólo recordaba a las tres amigas y a la chica del libro; los demás eran mucho mayores que él. No pudo ser ninguna de ellas. Era antes que le había visto antes y de cerca. El problema seguía siendo que no conseguía averiguar si alguien que estuvo el día anterior en Roses, le podía haber visto en otra ocasión. No conseguía dejar de comerse la cabeza con el mismo pensamiento. Se había propuesto descubrir a su admiradora secreta.

A la hora de la salida se topó con Eleanor.

-¡Hola, James! ¿No vas a la reunión del periódico?

-Ya decía yo que se me olvidaba algo... bueno, no tengo comida, pero alguien me dará algo.

-Toma, yo tengo dos bocadillos, con uno me sobra.

-Gracias. ¿Bajamos?

-¡Claro!

Fueron hasta la planta más baja, donde cada sección ya estaba reunida en su lugar.

-Luego nos vemos- se despidió ella.

-Hasta luego.

El chico se fue con Danielle y Perrie.

-Chicas, nuestra reunión va a ser corta porque, la verdad, trabajáis muy bien y no tengo queja alguna. El viernes saldrá la primera edición del curso y, si le gustáis a la gente, todos irán a vosotras.

-Ojalá...- suspiró la rubia.

-Venga, seguro que al final sois mejores que yo el año pasado.

-No sé yo- comentó la morena-, todos dicen que eres completamente inolvidable.

-Sí, ¿no? Pues no. Yo simplemente me dejaba llevar.

-Nos han enseñado algunas de tus críticas y, sinceramente, eres muy, muy, muy bueno-comentó la de ojos azules.

-Eso es cierto. A mi personalmente me impresionó que supieras redactar tan bien y te centraras en una sóla idea para definir el concepto y el sentimiento de lo que estuvieras redactando en ese momento.

-Bueno, bueno, que no es para tanto- dijo él.

Continuaron discutiendo sobre el tema durante unas dos horas, cuando tuvieron que irse porque se iban a quedar solos si permanecían más allí.

En cuanto James llegó a casa se subió a su cuarto para dormir, dormir mucho, pero como no pudo, empezó a escribir. Escribir escenas que se le pasaban de la cabeza y que, posiblemente, como hizo otras veces, uniría de algún modo.

Él se acercó a ella, seguro de lo que hacía. Darcy le miraba embelesada. Esos ojos verdes como la hierba que la enamoraban profundamente, estaban a unos pocos centímetros de los suyos. Cada vez había menos distancia. En medio de ese espacioso y vacío parque, ellos sólo querían estar juntos. Poco a poco, el espacio que quedaba entre ellos se perdió, como ambos deseaban desde hacía tiempo. Sus labios se juntaron, ella rodeó el cuello de Don mientras él la agarraba de la cintura. Se fundieron en unos románticos segundos de silencio. Cuando el besó terminó se miraron a los ojos.

-Te quiero- dijo él, abrazándola.

-Y yo a ti más...

Suspiró. Siempre había soñado con tener un momento así con alguien, pero nunca se le había presentado la ocasión, así que seguía esperando mientras imaginaba. Era un tanto romántico, quería encontrar a su princesa, a la que trataría como lo que era. Continuó imaginando cosas y cosas hasta que, finalmente, se durmió.

                                                               ***

Se despertó a las siete por el sonido del móvil. De repente, recordó que se había perdido el casting del que le informó su padre, pero pensó en Roses y salió corriendo tras coger un boli. Llegó agotadísimo en menos de media hora. Al parecer era una tarde de lectura, pero él sólo estaría lo justo para una historia e irse a toda velocidad.

Comenzó a escribir:

Ese grupo de chicas con libros de adolescentes con problemas que hacen llorar, tan guapas, tan romanticonas y sensibles. Tan adolescentes.

Buscan un príncipe azul, que las lleve en un blanco corcel hasta el castillo. O, como algunas dirían, buscan a un buenorro que las lleve en Ferrari hasta la mansión.

Su llanto no cesa, pero ellas no dejan de sonreir ni un segundo. Una triste sonrisa de enamorada. Suspiran. Desean tener alguien así, que las cuide, que las quiera;  alguien con quien compartir los momentos más dulces e importantes de su vida.

Por vuestras caras, seguramente sea real, pero si no lo es, espero que, por lo menos, os haya gustado...

Cerró la servilleta, se la entregó a Lucy y esta le dio otro papel. Eran las ocho, no podía demorarse en buscar a algún sospechoso que le hubiera escrito la nota así que, sobre la lluvia que había comenzado a caer, recorrió velozmente las calles hasta su hogar.

Abrió la preciada nota:

Cada vez que te miro siento algo distinto, completamente especial, único y maravilloso. Eso ojos me atrapan, me dan ganas de mirarlos durante todo el día. Cuando te veo siento la necesidad de abrazarte, de besarte, pero me limito a mirar. Me impresiona tanta perfección en un humano. Eres como de otro mundo, y me gustaría ir a ese "otro mundo" contigo; allí y a todos lados.

Otra desconcertante carta más. ¿Quién sería? No cenó, se quedó hasta las doce pensando quién podía ser, quién podía sentir tanto por él...

DESTINYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora