CAPÍTULO 12

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Estaba en su cuarto, tumbado y pensando en cómo se organizaría los exámenes, cuando su mejor amiga, la deprimida Perrie, le llamó para estudiar juntos a pesar de que estaban en cursos distintos. Al menos, así no estarían tan estresados y se harían compañía.

Cuando colgaron, él decidió darse una ducha, ya que olía a perro muerto, y, tras ello, afeitarse, que bien lo necesitaba. Estuvo pensando en la depresión de su amiga porque Rob habia cortado con ella, y no le parecía para nada normal, sobre todo por el momento por el que estaban pasando.

Al terminar, cogió unos vaqueros y una camiseta, y se quedó descalzo para mayor comodidad. 

Cuando estaba sacando los libros y colocándolo todo, tocaron al timbre, por lo que bajó corriendo y abrió a su amiga, a la cual saludó con un fuerte abrazo y, tras ello, subieron a tener cinco minutos de relajación antes de comenzar a estudiar para poder concentrarse mejor después.

Abrieron la ventana, pusieron una canción lenta y sin letra, para no entretenerse cantándola, y se tumbaron en la cama para estar a gusto. Tras ello, comenzaron a estudiar durante dos horas sin descanso, sin móvil, sin música, ni nada. Solamente libros con páginas que memorizar para obtener una buena nota, aunque se escucharon bastantes bostezos mientras estudiaban.

Acabado el tiempo propuesto, decidieron merendar y seguir, por lo que bajaron y charlaron sobre lo que les parcían sus clases, lo que se les hacía más difícil y más cosas no relacionadas con los estudios, para no estar tan ahogados y pendientes de ellos, ya que era muy estresante. 

Perrie decidió arreglarse ante el espejo del salón del chico, se atusó la falda y el pelo, cuando se puso la corona de flores y dio una vuelta sobre si misma, para hacer girar su falda corta rosa, y comprobar la camiseta no se movía, en ese momento, recibió una llamada de un número no conocido, que, aun así, cogió.

-¿Sí?

-Perrie...

-Eh... no puedes ser tú... ¿Rob?

-Sí...

-¿Qué quieres?

-Decirte que no podemos volver a hablar, tampoco podemos vernos más. 

-Ni que me afectase...-dijo, con lágrimas en los ojos. 

-Te conozco y te afecta, no te hagas la tonta.

-¡Tú no sabes nada sobre mí, nunca lo has sabido, no te necesito, ni a ti ni a nadie, déjame en paz!

-Entonces perfecto. Hasta nunca.

-Hasta nunca.

Rompió a llorar como nunca imaginó que haría, por lo que James se acercó a ella y le dio un fortísimo abrazo y, poco a poco y con mucho tacto, consiguió que la rubia se calmara. Aunque decidieron irse a su cafetería favorita, Roses, para estudiar en paz. 

Cuando llegaron, hicieron resúmenes con el ordenador del chico, y tras terminar, optaron por tomar unos tés, que les tranquilizarían mucho. Y mientras, Perrie escribió unas líneas hacia una familia que merendaba tranquila. Era su primera historia por lo que no esperaba nada bueno, simplemente esperaba escribir correctamente, dar la imagen perfecta de una familia feliz, merendando en una cafetería tranquila.

"Eso sí es una familia perfecta, se les ve felices, se les ve bien.

Ríen entre ellos y meriendan sin prisa alguna, sin estrés. Se siente el amor de los unos hacia los otros, se nota que están acostumbrados a ser así, se nota que son así siempre, porque si no lo fuesen, sería todo muy distinto. 

Felicidad, mucha felicidad"

No era nada en especial, simplemente unas líneas para unas personas que eran como la familia que ella aspiraba a tener. Ella quería a un marido que la quisiera, a unos niños sonrientes, y le bastaba con eso, pero ya hasta dudaba que fuese a tener pareja alguna vez, ya que todos la dejaban, y ella ya no sabía que hacer, ya solo tenía a su mejor amigo, solo estaba James. 

Seguidamente, Perrie decidió participar en el karaoke que había esa tarde, y, obviamente, cantó una lenta, una que reflejaba cómo se sentía. Mientras ella cantaba, o más bien, mejor dicho, mientras ella relataba sus sentimientos a través de una canción con su potente voz, él decidió escribir sobre unos ojos que sobresalían de un periódico, unos con unas enormes y preciosas pestañas que parecían el aletear de una mariposa. Eran dignos de amor, eran preciosos.

"Y esos ojos... anhelo flotar en ellos, observarlos a todas horas, ser como ellos. 

Lo unico que se ve tras tu periódico son, pero, reflejan perfección.

Una mariposa no aletea al ritmo de tus pestañas.

Una mariposa no es tan bella como ese par de diamantes que tienes para ver."

Lo emtregó él mismo antes de irse, y la chica dejó ver sus brillantes ojos, antes de taparlos con unas gafas de sol.

Volvieron hablando y, al fin, riendo, hacia casa, ya que no querían estar depres. Ella llegó a tiempo a casa porque él le acompanó, y finalmente el ojiazul llegó más o menos bien, pero porque fue en bici, y amaba ir rápido con la bici. 

Antes de dormir, James leyó la nota de ese día, la que tocaba, y descubrió un simple, pero perfectamente trazado, 'te quiero'. Parecía hecho a medida, justo en el medio de la tarjeta, todas las letras del mismo estilo y tamaño, todo exactamente igual. Todo perfecto. Excepto porque él aun seguía preguntándose quién podía ser la chica que tanto amor y misterio le guardaba.

Y, una vez más, se durmió pensando en ello.

DESTINYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora