Ha pasado un mes desde que Danielle murió, y por eso James ha decido volver al lugar que les unió: la cafetería Roses. Quizá volviera a escribir historias a la gente, para revivir viejos tiempos de felicidad, aunque ahora quedaría de vez en cuando con Perrie para organizar juntos el cine y la música, ahora solo quedaba una de las dos (desgraciadamente) y no podían permitirse bajar el ritmo del trabajo, pero de momento prefería estar solo, reflexionar...
Así que se fue al que durante una semana fue su lugar de escape, ese lugar donde descubrió que podía escribir algo más que artículos para un periódico. El lugar en el que descubrió que no solo quería pasarse la vida escribiendo veinte líneas sobre un suceso importante, sino que quería escribir más, mucho más. Quería redactar páginas y páginas de una historia interminable que maravillase al mundo. Redactar sentimientos en hojas de papel que quizá luego no sirvieran de nada, pero quería que la gente supiera cómo se sentía la gente, él sabía cómo podía estar cada persona y quería plasmarlo en una historia. Pero, oh, cómo escribir cuando estás en tu lugar favorito y la persona que más odias esta ahí. Bueno, no era real odio, pero había dejado tirada a Perrie justo cuando ella más lo necesitaba y su mejor amigo tuvo que ir al rescate. Sí, allí estaba el chico malo de la universidad: Robert Flynn. Era alto, muy alto, medía uno noventa, y también era guapísimo. Estaba cuadrado y tenía el pelo negro, con los ojos verdes, más claritos por dentro que por fuera y por eso la gente decía que sus ojos, a pesar de ser "adorables" imponían mucho, como él.
Rob estuvo durante dos años con Perrie, no se pasaron de la raya aunque él quiso, pero ella, muy inteligente, se lo impidió. Él la dejó justo cuando Dani murió a saber por qué, pero James la cuidó como si fuera su hermana. De hecho, él siempre quiso tener una hermana pequeña, pero con la que no se llevara mucho, y ahora tenía a su rubia preferida. Ella era su hermanita y él para ella era su hermanito. Siempre se llamaban así y pasaban todo el tiempo que podían juntos. Él lo sabía todo sobre ella y ella lo sabía todo sobre él. Ambos tenían que olvidar a alguien. Perrie a Rob, su, por así decirlo, perfecto ex-novio. Él siempre la abrazaba más cariñosamente que nadie, ella estaba segura de que la quiso en algún momento. Y James debía olvidarse del amor en general. Le había hecho mucho daño que Dani muriera y bueno, debía superarlo y creyó que olvidar el amor por completo, negarse a él, no volver a estar tonto por alguien, sería la mejor opción. ¿Estaría en lo cierto? Quizás tardara en descubrirlo.
De lo que James estaba seguro es de que era muy extraño que Eleanor, aquella preciosa chica que siempre iba con las otras dos, se hubiera mudado tan repentinamente. Puso la excusa del trabajo de su padre, pero el chico sabía que mentía. Lo sabía muy bien, pero, no podía hacer nada al respecto, seguramente nunca volvería a verla.
Pasando de Robert, James entró en el lugar en el que todo comenzó. Le vinieron bastantes recuerdos de aquella semana, pero debía seguir adelante. Había gente, mucha gente dentro, y alguien que leía en alto. Era una chica, de unos dieciséis años, que leía una parte de su libro favorito. Después, ella dio su opinión y la gente preguntaba cosas sobre él, para saber si realmente tenían interés o no en comprarlo.
James pasó de todo eso y se dedicó a escribir su propia historia. Se dedicó a una cursilada que pensó en llamar Corazón empapelado. Trataba de una chica enamorada, que le escribía cartas al chico del que estaba colgada, le decía todo lo que pensaba, todo lo que sentía, se lo decía todo, pero lo guardaba en una cajita de cartón en forma de corazón forrada de tela que ella misma había construido. Ahí, guardaba todos los sobres, ahí, tenía el pendrive que guardaba todas las canciones que ella le había dedicado en secreto. También había pensado el final pero... eso lo iría desarrollando más tarde.
Corazón empapelado
¿Yo? Yo solo soy una tonta enamorada de un chico que no me hace caso. Supongo que no merece la pena estar así, pero he intentado olvidarle de todos los modos posibles y, tras tres años, aquí sigo. Ese chico, Noah, me tiene tonta. Profundamente enamorada, por eso siempre escribo cartas hacia él pero nunca se las enseñaré. O bueno, sí, pero... no quiero hablar de cuándo porque me duele bastante. Ahora mismo le he escrito una, justamente antes de decidir escribir un diario en el que contaré estos años, desde los dieciséis... hasta que lo que más temo pase.

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DESTINY
Teen Fiction'El destino está escrito entre las nubes y las estrellas con tinta invisible' Portada hecha por TaylorDirectioner21