Caminar por aquellos interminables pasillos lo ponían nervioso, ver las lujosas vasijas y muros adornados de hermosos tapices rojos con grandes cuadros lo desconcertaba. A sus espaldas estaba aquella mujer que anteriormente, lo había consolado. A su lado estaban otras dos jóvenes haciendo de ¿guardiánes?—que el omega aun no entendía mucho— Y en frente de el una pequeña niña que le repetía lo que debía hacer y como comportarse una vez llegando al gran salón. Mientras la niña le explicaba el uso del pañuelo y cuando usarlo, Daniel se ponía aún más nervioso y conforme más avanzaba, más podía sentir los olores de varios alfas y omegas. Conforme daba un paso sus heridas dolían pero no lo tiraban y solo pudo agradecer el asombroso remedio “casero” para aliviar el dolor por cierto periodo de tiempo y que le permitía poder moverse, —pero sin aprovecharse— haciendo pequeños movimientos. Lo cual agradecía mucho.
—... Y por último mi Luna,—reaccionó el castaño—cuando llegue el momento, debe darle un beso en su mejilla.
Varias risas se escucharon a sus espaldas por el comentario tan vergonzoso, la niña lo miraba con una mirada pícara y burlesca—hasta por un momento pensó que era la mayor de todas ellas—, cuando debería ser al revés. Ese comentario provocó su desconcierto, temor y un pequeño sonrojo en sus mejillas. El omega sólo escucho la última parte y en su interior creció un sentimiento de culpa y decepción. El solo quería besar...a Jack.
—Ah no...—susurró Daniel en voz baja.
Daniel ahora lo entendía, ese dolor era provocado por aquel alfa, por aquel que lo lastimo... Pero a la vez, lo trataba con amor y cariño como si lo amara—o eso quería pensar el omega—. Un sentimiento nuevo se instaló en el pequeño castaño y lo atemorizada. Era algo extraño y exitante que lo dejaba con más deseos. Pero esta vez ya no sabía a que..
—Bien, ¡ya llegamos!—exclamó la pequeña.
Estaban parados frente a unas enormes puertas con hermosos trazos en oro y con pequeños detalles en plata y bronce. Tenía una mezcla hermosa de colores vibrantes y coloridos y en la parte de el centro predominaba un hermoso color azul.
—Vaya...—pensó Daniel.
Aquello era sumamente hermoso, ni si quiera en la mansión de su ama tenía todo lo que tenía aquella puerta, aquellas paredes, aquellos tapices y telas, aquellos pasillos y aquellos detalles. Todo era muy hermoso, nunca pensó el pequeño omega conocer cosas tan bellas y costosas en toda su vida. Era mágico...
Por dentro se escuchaba risas y charlas amenas, música y copas chocando. La celebración ya había empezado y Daniel solo pudo pensar lo peor.
Todos se fijarán en él.
—No se preocupe mi luna,—dijo la pequeña, oliendo el nerviosismo y miedo del omega—solo debe fijar su vista hacia el frente, caminar recto y con orgullo.
Al abrirse las puertas, la luz lo cegó por un momento lo cual provocó que posara su mano en frente de su cara para cubrirse. De repente, la música cesó y un gran silencio se hizo presente. Daniel acostumbró su vista y lo que divisó lo dejo helado. Miles de miradas se dirigían hacia su persona, lo examinaban cuidadosamente de pies a cabeza y podía asta oler las feromonas de celo de varios alfas—sino de todos en el salón—, y también podía sentir la ira y la envidia en el ambiente, muchas y muchos omega mostraron claros signos de odio.
—Mi luna,—comentó la pequeña—no de sus perlas a los cerdos cual ganado—su mirada estaba puesta en frente con una gran seriedad que era raro en una niña—. Pero luzca sus dotes ante todos, que usted se ha ganado el premio mayor.
En ese infantil rostro se mostraba una cara seria pero en sus labios denotaba una sutil sonrisa. Su mirada seguía enfocada al frente y como si fuere protocolo, inclinó su cabeza y dobló sus rodilla, al igual que las demás. La curiosidad cruzó por la mente del pequeño omega y giró su cabeza a la misma dirección...
Jack...
Sus manos empezaron a sudar, sus pequeños pequeños temblores aumentaron, su respiración se cortaba y su corazón volvió a latir con más fuerza. Ahí estaba aquel alfa que le robaba la respiración con solo mirarlo, y el alfa en todo su esplendor portaba un hermoso traje negro que le quedaba a la medida, —resaltando su tan trabajado y bendito cuerpo de un dios griego—era todo definido, asta las mismas líneas blancas que caí en su cuerpo.
—Caballeros,—todos voltearon hacia esa imponente y ronca voz—es un gran placer presentarles...—hizo una pausa y sonrió, Daniel sentía que se le iba el aire—A mi Luna.—Señaló hacia el omega con una copa de cristal en sus manos.
Y como si fuese ensayado, todos levantaron sus copas y brindaron junto a Jack. La música se hizo notar y las risas volvieron. Una de las mucamas tocó ligeramente se costado indicándole que la presentación de la nueva luna debía continuar. Daniel reaccionó y con mucho cuidado levantó ligeramente la tela que cubría y caía a sus pies, dejando a relucir sus hermosas suelas de oro que se entrelazaban en cadenas hacia arriba de sus piernas. Sus pies se movieron y hacían su recorrido hacia delante, justo al frente donde su amado esperaba. El omega portaba un precioso vestido color rosado añejo y con tonalidades en dorado, y blanco en todo sus esplendor. Su torso estaba cubierto de un hermoso encaje rosado y subía hacia arriba, seguía su camino a su pecho y cerraba directo al cuello, donde se hacía un hermoso cuello de tortuga en forma de v. Del torso hacia abajo se desprendía una hermosa falda del mismo encaje delineando perfectamente las hermosas piernas del omega sin cerrarse mucho a estas, al final se habría su falda con grandes olas haciendo que con cada mínimo movimiento se abriera hermosamente. Todo lo anterior mencionado estaba cubierto de hermosos diamantes, en cada detalle del encaje. Preciosos diamantes y esmeraldas sutiles empezaban su recorrido desde el cuello e iban aumentando en cantidad y brillo conforme llegaban a la falda donde era un explosión de luz y colores preciosos, que cubrían perfectamente todo lo que tenía que cubrir del omega.—parecía un enredadera de hermosas flores brillantes que se sujetabán de su cuerpo—Y en sus brazos desnudos se hayaban dos brazaletes de oro fino—dos en cada lado—, uno en la muñeca y el otro en el muslo superior. De estos dos brazaletes se desprendía una hermosa capa verde-azulado con tonalidades en rosa y dorado. Y para el toque final, su peinado era cencillo, un moño mal sujetado a propósito pero hermoso, de este se desprendían pequeños mechones de su cabello ignorando su posición inicial formando unos hermosos rísos en cascada. Pero la mayor joya que brillaba en el omega, eran sus hermosos ojos azules.
Con cada paso que daba, era una voz menos, con cada paso que daba era una risa menos, mientras seguía avanzando era más miradas sobre el, sobre cuerpo, sobre su piel reluciente y sedosa, era una mirada más en sus anchas caderas, hermosas piernas y su gracia al andar. El omega desprendía un delicioso aroma a flores, que se volvía cada vez más dulzón y más caliente conforme avanzaba. Las miradas de antes de supuestas rivales que lo miraban con burla y menosprecio, se volvieron en odio y envidia al instante. Y los que antes lo miraban con envidia y celos, ahora eran claros signos de derrota.
Daniel nunca agachó la mirada, su espalda estaba recta y sus pies hacían su cometido, sus brazos que estaban a los costados se balanceaba armoniosamente conforme seguía, su respiración era tranquila y sus pasos seguros. Su instinto lo mantenía cuerdo y algo apresurado, su corazón latía con más fuerza cada vez más y su mente no pensaba en todo lo anteriormente mencionado, sino en el hombre parado justo delante de él. Aquel hombre que lo miraba con deseo y en de su mismo deseo se reflejaba una pisca de anhelo.
Daniel siguió a pesar de todo, a pesar que le asustara ese nuevo sentimiento en su pecho cada vez que imaginaba su voz y...
Cada vez que lo miraba...
Nota:
*Hey, ¿cómo están criaturitas?🐰 Perdonen la tardanza y posibles faltas de ortografía.🙉🙊🙈
¡Los quiero mucho! 💋💋😍
*Próxima actualización: Lunes 27 de marzo. 👑👸🌟🐣 What?😱 Pues si mis criaturitas. 😄
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Gran diferencia (Yaoi)
WerewolfHombres lobos y vampiros. Hostiles criaturas, orgullosas y fuertes. Ambas en conflicto pero se han empeñado en convivir cientos de años. En estas conflictivas razas están los alfas y omegas, ya sea hombre o mujer. Con el paso de los tiempos, la rel...