MANOS AL CUELLO

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Cuando Samantha iba por uno de los pasillos escuchó la voz de Sara, pero ella no lo podía creer y pensó que venía de alguna habitación y no prestó atención, y siguió su ruta.

- Llevo tanto tiempo aquí..., creo que estoy acaparando los diversos problemas mentales -dijo con todo de burla.

Luego se encontró con el doctor Ismet que dijo:

- Samantha, ¡vamos al jardín!-dijo con tono dictador.

- Vale - le dijo con voz nerviosa y asustada.

- La verdad,  no tengo ganas de contártelo pero...- dijo con un tono de burla.

- Si no quiere... déjelo.

-Bueno Samantha, ya estamos aquí, ¿tú no que querías saber la historia? Pues aquí va. -le dijo alzando la voz.

- Vale, vale; relaje... Sé que yo no soy ningún paciente para que usted me hable con esa falta de respeto...- le dijo con un todo de enfado y rabia.

Se le lanzó al cuello y le dijo al oído:

-Mira, jovencita, ¿quién te crees tú para para hablarme con esa chulería?

-Suéltame, suéltame-le dijo con la voz entrecortada y sin aire.

Samantha se empezó a poner roja; el doctor se asustó y la soltó en el suelo. Él pensó que se había muerto, pero le midió el pulso con el dedo índice y corazón y sintió unas leves pulsaciones. La dejó y se marchó rápidamente. 

Por allí pasaba la enferma Miranda, que vio a Samantha tendida en el suelo medio inconsciente. Corrió a buscar un teléfono para llamar al 112 y al 091; muy nerviosa buscó una camilla y la subió como pudo. Cuando llegaron la enfermera no supo qué decir, solo dijo que la encontró tendida en el suelo. Los policías comenzaron a analizar el lugar de los hechos y a realizarle preguntas a la enfermera, pero ella no sabía qué había ocurrido y no contestó a nada. Luego vieron que tenía marcas en el cuello y se asombraron; Samantha  no sabía nada; ella sólo respiraba hondo  y decía -no sé nada. A partir de ese momento empezaron a reanimarla y lo consiguieron. Ella aturdida preguntó:

-¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?

-Tranquila, Samantha; somos del 112. Esta enfermera te encontró tirada en el suelo y enseguida nos llamó. ¿Te acuerdas de lo que sucedió?

-Bueno, solo recuerdo que estaba hablando con el doctor Ismet y se me lanzó al cuello.

-De acuerdo, Samantha. Muchas gracias por la información; ya nos encargamos de lo demás; que te mejores.

-De nada, gracias a ustedes por salvarme y sobre todo a la enfermera Miranda que me encontró.

Después  de haberse mejorado, se marchó a su habitación a descansar y a dormirse un rato. Al despertarse salió del cuarto y fue a dar un paseo. Por el camino se encontró con sus hermanos, se saludaron y se fueron a la cafetería a  tomar algo en la terraza. Le dijeron a Samantha que tenían ganas de salir de ahí; ella no supo qué decir y quedó callada. Se miraron y le hicieron seña de que los acompañase; ella lo hizo y se dirigieron hacia una ventana.







El manicomioWhere stories live. Discover now