No sabían qué hacer. Samantha estaba muy tensa y los nervios de Luis estaban a flor de piel; nunca se habían encontrado en una situación así. Los hombres se iban acercando poco a poco, pero Samantha y Luis seguían quietos, bloqueados, sin saber qué hacer. Luis echó un vistazo a su alrededor buscando alguna salida por la que escapar, pero fue inútil; uno de ellos salió corriendo y se abalanzó sobre sobre él provocándole casi la amputación de su brazo derecho. Samantha se agachó y tiró de Luis hacia uno de los pasillos.
-Aquí estaremos a salvo.- le dijo.
Pasaron diez minutos y Samantha se asomó para ver si seguían allí esos hombres.
-Ya se han ido.- dijo ella con la voz todavía un poco tomada.
Cogió su pañuelo, corto, pero suficiente para colocar el brazo de Luis y que no lo llevara colgando y le agarró para que se apoyara en ella. Buscaron una habitación con una camilla para poder tumbar a Luis.
-Muchas gracias.- le dijo él mirándola tiernamente.
-Es lo mínimo que puedo hacer; no podía dejarte allí así.- le dijo ella devolviéndole la mirada.-Espera aquí, que voy a ver si encuentro algo para curarte la herida
Luis se quedó solo, tumbado en esa camilla y le dio por pensar.
-Es que ella es guapísima, tendría que decirle lo que siento, y puede que esta sea la oportunidad perfecta.
Al otro lado del manicomio estaba Samantha; seguía buscando material para poder curar a Luis. No tardó mucho porque al final del pasillo vio un cartel que ponía: "Cuidados Auxiliares". Corrió hacia allí y entró en la primera habitación que vio y cogió un carro de curas que estaba tirado en el suelo, empezó a llenarlo y lo llevó tan rápido como pudo hacia la habitación donde estaba Luis. Cuando llegó él estaba dormido y lo dejó descansar. Ella se sentó a su lado y le comenzó a mirar.
-Si parece hasta bueno...- pensó mientras le acariciaba el rostro. Justamente él se despertó.
-¡Ah, si ya has vuelto!- le dijo. Ella sonrió y empezó a sacar las cosas para curarle. Ella lo hacía con mucho cuidado, pero Luis no podía evitar quejarse.
-No te quejes tanto, que no es para tanto.- dijo ella entre risas.
-No me vaciles, por favor, Samantha.- le dijo serio, pero escondiendo una tierna sonrisa. Se quedaron en silencio, un silencio de esos tan incómodos que resultan cortantes. Se miraban.
-Oye- dijo Luis- mira, no sé si debería decirte esto puesto que nos hemos conocido hace nada, pero desde el momento en que te vi me enamoraste, y no te lo digo de broma; cuando apareciste algo en mi cambió, como si de un chip se tratara; mi corazón aceleró y no me salían las palabras. No se si estaré haciendo bien diciéndotelo ahora, pero tampoco he encontrado momento para poder decírtelo. Si no sientes lo mismo, no pasa nada, puesto que después de esto no sé qué será de nosotros, si nos volveremos a ver siquiera. Solo quiero que seas sincera.
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El manicomio
HorrorSamantha tiene dos hermanos ingresados en un centro psiquiátrico. Un día, después de diez años sin verse, decide ir a visitarlos. Pero ella ni se imagina lo que allí está sucediendo...