En la peor pesadilla

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El doctor Ismet me habló.

- Samanta, recuerdas cómo es la habitación, ¿no?

- Mmm... Sí, ¿por?

- Descríbemela...

-Pues era muy oscura, casi sin luz, y se escuchaban de vez en cuando algunos ruidos extraños y sentía algunos suspiros en mi espalda.

- Exacto; la razón por la que no debes entrar es porque allí es donde metemos a los que están más enfermos y no sé cómo, se las apañan para escapar y con cualquiera que entre en esa habitación..., ellos... siempre se quedan con sus caras..., y como te he dicho, siempre consiguen salir de ahí, no es por asustarte más, pero... hemos tenido "accidentes" debidos a esos "despojos humanos". Yo creo que hay más muertos que locos en este manicomio, jejeje... -se rió de una forma muy siniestra.

Estaba en shock; lo único que yo quería era irme de ahí y no volver, pero... por otra parte, sí quería seguir ahí..., por mis hermanos. Dejé de pensar tanto, pero le pregunté al doctor Ismet alarmada:

-¿Ellos han matado a alguien? Me refiero a mis hermanos...

- ¿Ellos? ¡Ja! Han sido los que más han matado a personal de este sitio; claro que los demás también han hecho lo suyo.

La verdad es que ya apenas confiaba en el doctor Ismet. Tenia un aspecto muy raro; parecía estar loco. No sabía qué hacer. Vi mi reloj y eran las 5:45 AM, así que usé la hora como excusa para irme. 

-Uff... Creo que es un poco tarde, ¿no te importa que me vaya?

- No me importa nada, querida Samanta, jeje. -volvió a reír de una forma aun más extraña.

Me fui lo mas rápido que pude.

Cuando llegué a mi habitación, una persona se acercó a mí riéndose siniestramente y como casi todos los pasillos estaban oscuros apenas podía distinguir si era un chico o una chica. A medida que se iba acercando iba tomando forma: era una chica. Cuando estaba en frente de mí solamente me miraba y reía. De repente noté que sacó un cuchillo de su pelo y se lanzó sobre mí. Ella tenía mas fuerza que yo, pero pude escapar. Corrí pasillo arriba, pero ella corría detrás, cuando de repente vi la habitación de mis hermanos y, como no podía hacer nada más, entré. Ahí estaban ellos... tranquilos y callados. 

- ¡Hermanos!

- ¡Samanta!-gritaron ellos. - No estamos locos... ¿lo sabes? No sabemos qué nos pasa cuando estamos con más gente; simplemente nos desesperamos y hacemos cosas que la verdad nunca haríamos; pero, tranquila, contigo aquí, parece ser diferente.

Me acerqué a ellos y les di un abrazo. 

- Hermanitos, me alegra escuchar eso de vosotros. Hace un momento, una chica me perseguía con una cuchillo en la mano...

- Haznos un favor y quítanos esto-refiriéndose a las camisas de fuerza que llevaban puestas.

La verdad es que no me fiaba mucho de ellos, pero lo hice. Les quité las camisas y me dijeron:

- Samanta, aquí todos sin exagerar están muy locos e intentan no aparentarlo; tenemos que salir de aquí. ¿Sabes? Aunque no lo parezca, eres la única persona coherente de aquí, pero ahora que todos imaginarán que te hemos contado que están todos locos..., nadie nos dejará en paz a ninguno, hasta que nos consigan matar a los tres; te lo decimos por experiencia. Mira debajo de la cama y saca todos los cuchillos que veas y cógelos; hay que salir de aquí ya. ¡Prepárate!

El manicomioWhere stories live. Discover now