© El plan maestro

Capítulo 2

Miré un abismo dentro mío y este aniquiló el pequeño vestigio de luz en mí. El devorador de pureza consumió todo lo correcto de mi mente y a cambio me obsequió el pecado.

...

Impaciente describía muy bien sus ademanes.
Ella siempre mantenía una seriedad inquebrantable, pero esta vez parecía que aquella virtud, se esfumaría en cualquier momento inoportuno. El torrente de malestares se colaban en su sistema.

—Debe seguir con su postura tranquila, mi ama— logró captar la atención a su sirviente.

—¿Quién ha dicho que no lo estoy?— giró a verle con una mueca dibujada en su rostro.

—Oh, pero si se nota mucho- desplegó una sonrisa mostrando sus colmillos.

—No seas insolente- recriminó con el ceño fruncido.
Alucard solo se limitó a reír entre dientes. Sí que el tipo a veces daba dolor de cabeza.

Pasaron algunos minutos, hasta que por fin aparecieron en su campo de visión.
Entraron en la sala de juntas y saludaron cordialmente.
Integra les invitó a tomar asiento.

—Sir Integra Hellsing, es un honor que nos haya hecho ésta invitación a su mansión, para poder hablar del acuerdo— Maxwell sonrío con cortesía a la dama enfrente de ella.

—Vayamos al grano— la seriedad e impaciencia se arremolinó en su voz.

— Muy bien. Entonces, iniciemos.

                                        *

En definitiva habían concluido a una sola opción. Pese a ser una locura, la jefa tuvo que aceptar ese acuerdo. Supuso que ese arreglo sería una tregua entre ellos. Quizás Van Hellsing hubiese hecho lo mismo. Ni siquiera el mismo conde podía refutar al ser su leal sirviente. ¿Sería un bien común, no? Todo sea con el fin de proteger a las personas que habitaban Inglaterra. A la reina de la misma, y moldear una tranquilidad y estabilidad muy bien hecha. Bah, en realidad ya no importaba. Dar un paso a atrás, demostraría que Hellsing con su implacable líder, es incapaz de ejercer un acuerdo. Nada favorable sería ello.

— ¡¿Qué?! — estuvo a punto de caerse de espaldas—¡¿trabajaremos en equipo con Alexander Anderson?!

Seras estaba atónita. Esa noticia revolvió su estómago, ¿acaso era una broma de Sir Integra? Venga, ser compañeros de quien intentó acabar con ella y su amo en un principio, no era de confianza precisamente.
Su amo simplemente suspiró.

—No es de mi agrado tampoco, sin embargo son órdenes de Integra— contestó el conde cruzando los brazos sobre su pecho.

—Supongo que no podemos quejarnos- expresó con resignación a la vez que suspiraba.

—Trabajar con tu enemigo, ¿imaginas algo más irónico, draculina?-—se bufó de su propia suerte.

—No, sinceramente- rascó su nuca y sonrío tímidamente —A propósito, ¿ya ha iniciado su plan para...?- oh, sí que a Seras le picaba el gusanito de la curiosidad en saber.

—¿Para conquistar a Integra? En eso no he llegado aún, Seras. No comas ansias, en el momento que yo considere indicado, le llevaré a lo más profundo de los sentidos. Y además, tú serás quien me ayude a iniciar mi plan.