La agonía se estampó en mi ser, la bestia me arrastró a lo masoquista, desquebrajando todo orgullo tatuado en mi piel.
...
Prevaleció como una estatua, petrificada de pies a cabeza, lo que escuchó hace unos instantes le congeló el habla. Si mal no interpretó, se refiera a ella por el término 'mío.'
Suya, ¡él reclamó a su propia ama como suya! Completamente inaceptable, una burla desteñida de respeto.Esto merecía un castigo estricto, no consentía que palabras como ésas le fuesen dadas con normalidad. ¿Por qué éste cambio tan repentino e insolente en Alucard?¿A qué jugaba con sus acciones? Reconoció que el vampiro tenía la mente reposando en una estantería repleta de ego grave.
La torrente de emociones amenazaba con despedazar su metálica personalidad, formando un nudo en la boca de su estómago.
—¿Lo que es tuyo?— avanzó hacia el vampiro, con el ceño fruncido y conteniendo las ganas de propiciar una bofetada al príncipe. Adivinó a que se referia claramente.
—Sí. Me refiero a usted. Es mía, ama.
Ella comenzaba a creer que la escasa cordura que el conde poseía a duras, se desvaneció en el viento que soplaba cuando se hallaba en misiones. Sacudió la cabeza, boquiabierta. La penumbra de su tranquilidad parecía dormir en esos momentos.
—¿De qué estás hablando, Alucard? Nuestra relación consiste en ama —sirviente. No hay nada más. No me queda la más minina duda de que estás demente.
Reafirmó Integra, y a pesar de que su voz sonaba neutra y fría como de costumbre, se notaba que despedía un poco de nerviosismo en ella. Como si escondiera un secreto. Un secreto que el nosferatu podía leer si el así lo deseaba.
—¿Está segura, Sir Hellsing?— Alucard empezó a caminar alrededor de ella, adquiriendo un aura más pesada e inquietante —Entonces, conteste a mi pregunta con sinceridad.
Se detuvo detrás de la rubia, provocando que ésta diese un salto pequeño. La piel se le erizó por las acciones del conde. Se acercó a su oído y emitió en un murmuro lo bastante audible y firme para la joven Hellsing.
—¿Por qué tu sangre ardía en rabia al verme con mi aprendiz?¿Por qué le miraste con un desdén dibujado en tu rostro? Es muy fácil leer tu expresión, querida ama mía. Los celos te hacen adorable y preciosa, a propósito—.susurró en el tono más lúgubre y sector que su voz pudo haber entonar.
Sus sentidos se quedaron mudos al igual que su voz, no iba a aceptar aquéllo. Más bien, no quería aceptar que el hombre de piel pálida tenía razón. El mínimo sentimiento de celos se asomó desde ese día que observó el abrazo de Alucard y Seras. Y para sumar desgracia, también contempló la manera en que la draculina recibía un trato digno de una reina, tal recuerdo le golpeó la sensatez y la calma con mayor magnitud. Su orgullo se veía enterrado muy profundo. Tanto que le costaría trabajo escarbar para lograr extraerlo.
—No seas ridículo—habló firme y tratando de esconder su cólera—. Sólo me enfadó el hecho de salir con ella sin permiso mío. Sin mencionar que la mansión pudo correr algún peligro sin ti protegiendo. ¿Estás consciente de ello?
Defendió su honor a capa y espada. Un rubor se manifestó sin previo aviso en su rostro, debido a la ira que yacía emanando en su interior. Repuso la serenidad a pasos diminutos.
Aunque la sensación enfermiza que se desarrollaba en su pecho,no la abandonaba. Un centenar de emociones y pensamientos inconexos se arremolinaban en su mente.—Sí, estoy consciente de ello. Y también sé a la perfección que tu mirada hacia la chica policía no fue amistosa. No ganas nada con engañarte a ti misma, fraülein.
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© El plan maestro
FanficEfímero y mortífero como un beso de la misma muerte que se mofa de quienes sufren en vida.Hermoso y seductor le definen. Caballero que despide fuego en sus ojos. Príncipe que ama el elixir de la sangre. Conde cautivo de la belleza de su ama. Inclus...