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Miró su reloj lujoso por última vez. Cinco segundos más.
Tic, toc.
Tic, toc.
Tic, toc.
Tic, toc.
Tic, toc.
El efecto del sedante por fin había terminado y Justin estaba ansioso por torturarla hasta escucharla gritar por piedad.
Chloe abrió sus pequeños ojos lentamente, parpadeando comenzó a ver su entorno un poco borroso.
Segundos después, su vista se adapto y pudo notar que seguía en el sótano, del cuál horas antes intentaba escapar.
Se encontraba atada en la silla de ruedas que ya había utilizado en ocasiones anteriores. Por un instante intentó gritar pero solo pudo emitir un pequeño gemido, ya que una gruesa cinta yacía en su boca.
No estaba preparada.
Tal vez tampoco lo estaba para morir en su inútil intento suicida, pero prefería eso que las torturas de su esposo. Lo prefería un millón de veces.
Justin la miraba con cierta nostalgia pero la furia resaltaba más en sus preciosos ojos mieles.
Vestía un traje azul marino demasiado elegante. Y lo mejor, es que en él lucía tan masculino y sensual, lo rellenaba a la perfección en la parte de sus músculos, abdomen y sobretodo en su enorme trasero.
Él sólo vestía de esa forma cuando era una ocasión especial e importante.
Efectivamente este día lo era.
Pues para Justin la venganza combinada con la tortura era importante y especial, y más si se trataba de su amada esposa.
—Has despertado —caminó lentamente hacía la pelirroja —¿pensaste que ya estabas muerta? No mi amor, tranquila, estás más vivita que nunca.
Chloe movió su cabeza desesperadamente.
—Y gracias a mi —sonrió mostrando su dentadura perfecta —te salvé de una corbata asesina.
Justin la rodeó viéndola de arriba hacía abajo.
—¿En que estabas pensando? ¿De verdad intentabas escapar con Mike y dejarme aquí solo? —preguntó frunciendo el ceño.
