capitulo veintisiete

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"Dos copas de Whisky"

"Dos copas de Whisky"

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La puerta fina de la gran mansión retumbaba una y otra vez, de una manera inquietante más no fuerte. Jacob era el responsable de aquel ruido que estaba volviendo loco al dueño de la casa. Él seguía mirándolo cuidadosamente tras la ventana, pues no sabía si abrirle o dejarlo allí en medio de la calle. Como ahora sabía que su vecino y su prima le habían tendido una trampa, en la cual éste había caído redondito, dudaba que podían hacer ahora en su contra.

Tomó una decisión. Le abriría, pero primero tendría que asegurarse de que el chico desesperado tocando la puerta no haría alguna estupidez.

Así que rápidamente fue a la cocina, que quedaba a tan solo unos cuantos pasos de la entrada principal, y abrió el segundo cajón que estaba a un lado de la estufa. Como era de esperarse, no era un cajón con cubiertos o alguna otra cosa relacionada con la cocina; ahí guardaba unas cuantas jeringas con sedantes en ellas. Ya saben, bestia prevenida vale por dos.

Tomó una entre sus manos, caminó hacía la sala, y la colocó detrás de un portarretratos anticuado que yacía en una pequeña mesa en la esquina entre dos de los sillones.

Revisando que el sedante no se viera a simple vista, regresó velozmente a la entrada para por fin abrirle a su gran invitado. No sin antes dar un fuerte suspiro. Estaba nervioso, a quien engañábamos.

Dio vuelta a la perilla haciendo un pequeño rechinido con la puerta y en segundos después tuvo ante sus ojos al que solía ser el esposo de su ahora esposa.

—¿Puedes dejar de maltratar mi puerta? Es de madera importada de Inglaterra, gracias —habló con un poco de indiferencia. No quería que su voz temblara por lo ansioso que estaba.

Jacob lo miró bajando la mano con la cuál segundos antes golpeaba la "madera importada".

—Lo siento —se disculpó —sólo que llevo un buen rato aquí afuera.

—¿Y? —el castaño levantó los hombros con desinterés —ese no es motivo para tumbar mi puerta, estaba ocupado.

—¿Haciendo qué, vecino? —preguntó Jacob enseguida levantando su ceja derecha.

Justin permaneció serio para después soltar una gran carcajada entre sus labios.

—¿Es enserio? —seguía riendo sarcásticamente —ese no es asunto tuyo, vecino.

Dijo esta última palabra arremedándolo con la voz un poco más grave.

—¿Puedo pasar? —miró hacia adentro de la casa.

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