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«FLASHBACK»
Justin solo esperaba ver por lo menos el comienzo de la pequeña cabeza del bebé para asegurarse de que venía bien.
Seguía gritándole a su esposa que pujara con todas sus fuerzas, cuando a los segundos después, pudo notar al fin a la criaturita tratando de salir dentro de ella.
Justin abrió los ojos con asombro y los nervios empezaron a invadirlo aún más. —¡Puja más, el bebé ya viene!
Se escuchó un último grito de Chloe retumbar por toda la habitación, casi a punto de romper las ventanas de vidrio.
Todo quedó en silencio después de aquel grito. Solo se escuchaba la respiración de Chloe realmente agitada.
Una milésima de segundo después, el sonido de un lloriqueo empezó a hacerse presente por los tímpanos de la pelirroja.
Levantó su cabeza, y miró como Justin... como Justin sostenía a su hijo recién nacido, con asco y repugnancia. Chloe frunció el ceño comenzando a confundirse. —¿Qué pasa? ¿Cómo nació el pequeño? ¡Acércate, quiero conocerlo!
El castaño seguía mirándolo seriamente, cuando por fin dirigió su vista a su esposa, al mismo tiempo que cerraba los puños. —No... No puede... No puede ser... —trataba de que las palabras salieran de su boca. —Es una... niña.
Chloe abrió los ojos sorprendida, sintiendo como los sentimientos encontrados llegaban a ella. No podía creer lo que su esposo decía, pues los últimos nueve meses soñaban con un varón y estaban seguros que lo tendrían. Sobre todo, para Justin, pues las ilusiones de tener un pequeño igual a él lo mataban de la felicidad. Él no quería a una mujercita, definitivamente no la quería, y la decepción lo estaba acorralando de un momento a otro.
—¿Ni...ña? —preguntó Chloe disimulando su emoción. —Acércala conmigo, déjame verla.
—No. —contestó enseguida, retrocediendo dos pasos aún con la bebé en brazos. —No... debe haber un error. Tal vez son gemelos, aún falta el varón. Puja más, Chloe, vamos.
La pelirroja colocó un gesto de enfado y esta vez hablo con un tono más duro. —Tráeme a mi hija.
Justin con desesperación dejó a la recién nacida en el suelo, sin importancia alguna y se dirigió a las piernas ensangrentadas de su esposa y miró dentro de ellas. —Debe de estar por aquí, ¿hijo? —preguntó sonriendo locamente. —¿Drew? Es momento de salir campeón, vamos es tu turno.
