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JaeBum hizo una mueca. De todos los temas posibles de que podían hablar, ese definitivamente era el peor. El señor Im se aproximó al gran sillón rojo que se encontraba frente al sofá donde el castaño estaba sentado. Se sentó allí y cruzó sus brazos, dispuesto a dar inicio a una conversación que JaeBum ha estado evitando desde que volvió de Estados Unidos.

— ¿Y bien? —el hombre dio por finalizado el estruendoso silencio que invadía la sala de estar. Su hijo maldijo por lo bajo. — ¿Hablarás o prefieres que yo lo haga?

El castaño se mantuvo en silencio, con los labios apretados y el ceño fruncido. Estaba pensativo, buscando alguna respuesta en su mente de como escapar de la situación y posponer la conversación de mierda que tendría con su padre. Además, estaba molesto, porque sabía que nada bueno saldría de la charla que tendrían.

— Al parecer tendré que empezar. —el señor Im se acomodó mejor en el carísimo sillón antes de continuar. — Apenas pusiste un pie en Corea debías ir a la empresa para familiarizarte con tus futuras responsabilidades, JaeBum. Ese fue nuestro acuerdo. Pero tú preferiste seguir de fiesta y seguir actuando como si fueses un adolescente de quince años. Ese tiempo ya acabó, ahora debes tomar responsabilidades como el joven adulto que eres y como el futuro adulto en que te convertirás.

— ¿Por qué tanto apuro? —dijo JaeBum en respuesta, sin saber que decir. No podía pensar en algún contrataque que no fuese el que no estaba seguro si quería ese futuro para su vida.

— ¿Es en serio? ¡Ja! —su padre se carcajeó, pero manteniendo esa misma actitud seria que estaba hartando al castaño. — Se supone que apenas cumplas veintiún años estarás listo para trabajar en la empresa como gerente ejecutivo, es decir, como mi segunda mano. Aprender todo lo que conlleva el manejo de la empresa lleva bastante tiempo y debo asegurarme que estés preparado cuando llegue el momento...

JaeBum miraba a su padre con un profundo odio incrustado en sus pupilas. No podía creer que su progenitor pensaba solo en sí mismo y lo que le convenía, sin importar su opinión en lo absoluto. Se estaba cansando de ser la marioneta de él y su madre, haber sido tan tono y hacerle caso cuando le mencionó aquello del curso en Estados Unidos. Tan idiota. Aquello solo fue el principio para lo que se vendría más adelante. Pero no quería nada de ello, estar encerrado en un edificio gigante y vigilar el trabajo de los demás, hablar con gente importante y mostrar una farsa sonrisa, conseguir que se firmen acuerdos, entre otras cosas más que le tocaría hacer en esa empresa. Mucho menos heredarla, principal hito que sus padres deseaban para que así siga por generaciones. Tener montones de dinero y buena reputación al igual que los mismos de su clase. Aquello le asqueaba.

—... y después tendrás que hacerte cargo. Todo lo que ves y mucho más será tuyo, hijo. Solo debes dar el primer paso y lo demás vendrá a ti más pronto de lo que crees. Tanto tu madre y yo te tenemos fe, debes llevar las empresas Im a lo más alto y dejar nuestro apellido reconocido a nivel nacional, inclusive en el extranjero. Será fantástico, de solo pensarlo la piel se me pone de galli-

— ¿Qué hay de mí? —lo interrumpió abruptamente, con los puños apretados en rabia. Ya no soportaba escucharlo, no aguantaba oír tanta mierda saliendo de su boca. — De lo que yo quiero. ¿Acaso eso no importa?

— ¿Dé que hablas? —preguntó su padre más que confundido, mirándole.

— De lo que oíste. De lo que quiero para mi futuro. Hablas y hablas tanta mierda pero nunca me has preguntado si quiero hacer esto. —hablaba sin pensar, ni siquiera importándole que se dirigía a su padre y le debía un grado de respeto. Estaba harto. — Tú y mamá asumen que quiero hacerme cargo de su empresa, seguir con la "tradición familiar". ¿Sabes qué? No sé lo quiero. No sé si quiero pasar el resto de mi vida haciéndome cargo del negocio familiar. Yo-

— ¿Qué demonios estás diciendo? —el señor Im estaba impresionado por todo lo que su hijo estaba diciendo, pero igualmente sentía rabia. Se levantó del sillón, mirándole directamente a los ojos. — ¿Estás drogado, verdad? Es lo más probable para que digas tantas estupideces.

JaeBum quería abalanzarse sobre su padre y golpearlo. ¿En serio iba a decirle tal estupidez para no asumir la realidad? Chasqueó la lengua, levantándose también. No iba a dejarse intimidar.

— ¿Así que te harás el imbécil? Bien, pero te dejaré las cosas claras. No esperes a que siga sus planes, porque no lo haré. Nunca. —a medida que hablaba, acortaba la distancia con su progenitor, sosteniéndole la mirada. Estaba enrabiado y se le notaba hasta en la mirada. Sin más que decir, se fue de allí.

El señor Im se quedó con la palabra en la boca, viendo a su hijo irse de la mansión sin más. Apenas escuchó un fuerte portazo en el pasillo apretó los dientes, dominado por la rabia. ¿Quién diablos se creía que era para tratarle de esa forma y decirle tales cosas? Ese chico era un idiota, que prefería andar drogado y alcoholizado antes de cumplir con sus responsabilidades. Le ha dado todo y que se haga cargo de su empresa era lo mínimo para devolverle el favor. No midió su fuerza y el sillón en que estaba sentado cayó con fuerza al suelo.

JaeBum arrancó el auto sin más, quería estar lo más lejos posible de su hogar. Era temprano aún y necesitaba pasar el tiempo antes de ir a recoger a JinYoung. Jackson fue su primera opción y yo llamó, sintiendo tanto alivio cuando este le contestó y dijo que si podía ir a su casa. Aumentó la velocidad y fue allí, sintiendo que el enojo lo abandonaba a medida de que avanzaba por las calles del barrio alto de Seúl.

Apenas Jackson lo recibió le contó de sus problemas, junto a BamBam era quien más podía confiar. Antes Mark pertenecía a ese pequeño círculo, pero desde el incidente de Seung ha decidido mantenerlo a cierta distancia. A pesar de ser su buen amigo hace años, no confiaba en él. El oriundo de Hong Kong escuchó cada una de sus quejas y maldiciones, principalmente hacia sus padres, y trató de darle los mejores consejos. Pero terminaba desviándose del tema y contando de una de las tantas historias de sus antepasados. Ciertamente no sirvió de mucho, pero ayudó a que JaeBum recobrara un poco más de ánimo.

Pasaron las horas, y ya la conversación con su padre en el olvido, fue a buscar a JinYoung —no sin antes pedirle una canasta y un mantel a cuadros prestado a su amigo—. Aprovechó para pasar al supermercado a por las cosas que necesitaba y siguió su camino hasta la mansión donde vivía el pelinegro. Ahora solo debía preocuparse de lo que sucediera hoy, dar los pasos adecuados para llegar más allá y comprobar si realmente los besos de la noche anterior eran más que un juego del odio/atracción que sentían.

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora