VII

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Mi estómago dio un vuelco cuando esas palabras entraron por mis oídos. Era como que él estaría tranquilo al saber que no estaría sola. Era como si se preocupase por mi seguridad. Y me daba miedo. Me daba miedo el sentir cosquilleo en el estómago de sólo hablar con él, me daba miedo el notar cómo la sangre subía a mis mejillas cada vez que me soltaba un cumplido, me daba miedo cómo se me escapaba la risa tonta cada vez que se dirigía de manera dulce a mí. Me daba miedo porque la suma de todo ello era un enamoramiento para el que ni estaba preparada, ni quería estarlo.

-Está bien. Les diré que no hay problema en que vengan-Le dije dándome la vuelta para volver con mi amiga.

-Espera-Me paró sujetándome del brazo- ¿Te paso a buscar el miércoles a eso de las siete y te llevo a la pelea?

Enarqué una ceja por su invitación y asentí a modo de respuesta mientras me soltaba suavemente de su agarre.

-Claro. No había caído en que igual no sabemos llegar. Bueno, tengo que ir a clase, adiós.

Y así me despedí de él, quien éste también dio media vuelta para seguir con su camino.

Las clases pasaron de manera muy aburrida y a un ritmo muy lento. Cada hora era más y más larga y no veía la hora de que el timbre hiciese escándalo para anunciar la salida.

Según llegué a mi casa recogí un poco la habitación, limpié la casa y llamé a un restaurante para que me trajesen algo de comida a domicilio, ya que no me apetecía nada cocinar.

El asiático tardó más de la cuenta en tocar el timbre, pero la espera mereció la pena ya que la comida estaba exquisita.

Tras comer y tirar los envases, me dirigí a mi habitación a hacer trabajos y a estudiar ya que dentro de poco tendría exámenes y debía prepararme bien si quería conseguir la beca para la Universidad.

La tarde se pasó volando, no me di cuenta hasta que miré por la ventana que había anochecido y que era hora de ir a dormir. Recogí los libros, deshice la cama y tras cambiarme de ropa y ponerme un pijama realmente cómodo, me sumergí en un profundo sueño del que no desperté hasta que la alarma me propició un gran dolor de cabeza que hizo que deseara estamparla contra la puerta. Mis deseos no se hicieron realidad pues la alarma se silenció sola.

-Mmmm...cinco minutos más-Susurré dándome la vuelta en la cama.

Un rayo de sol comenzó a picarme en los ojos y me vi en la necesidad de abrirlos, para cerrarlos de inmediato debido a la luz que atravesaba la ventana.

-¡Mierda, la hora! Me he quedado dormida-Grité- Joder, joder...-Blasfemaba mientras me ponía lo primero que pillaba del armario.

Cogí una manzana de la encimera y me encaminé deprisa hacia la calle.

Iba corriendo entre calles cuando de repente un sonido estruendoso comenzó a escucharse tras de mí. Los frenos de un vehículo chirriaron a mi lado. Miré a mi izquierda y se encontraba Ian en su reluciente moto.

-Te veo apurada, ¿Te llevo princesita?-Me preguntó, sonriéndome con su habitual tono de superioridad.

-Me harías un gran favor, la verdad-Le contesté mientras me subía a la parte trasera.

La verdad es que en otro momento me habría negado a dejar que me llevase, pero las agujas del reloj no corrían a mi suerte y debía llegar pronto si no quería tener falta.

-Agárrate a mí-Me dijo acomodando la chaqueta para que pudiese posar mis brazos sobre su torso.

Pasé las manos con cuidado por su camiseta negra de algodón, sintiendo la dureza de su estómago bajo mis dedos.

EXCHANGE #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora