IX

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Tal vez quiera volverme una nadadora profesional, o simplemente una viajera navegante, comenzando desde tus largas pestañas para así terminar anclanda en tu pupila, me abriré paso y comenzaré a nadar en ese inmenso mar de chocolate, que a veces se vuelve almendrado. Probablemente te rompas en llanto, lanzándome desde lo más alto de la proa para descender a una gran velocidad por tu mejilla, y así caer de un golpe mortal directo en tus labios. Ojalá, mujer, me permitas permanecer ahí, sintiendo tu suave lengua saborear tus propios labios, desencadenando en mí el gran placer de estar contigo, tal vez después, sólo me dejes caer y termine mi recorrido en algún pañuelo usado.

No es más que poesía barataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora