Una flor de loto creció en uno de los charcos que se hallan debajo de mis ojos.
Desprendiéndose de ella un hilo, que cortó parte de mi retina, exhalando un pestañeo y parpadeando un suspiro.Apareció cual máquina demoledora, mandando abajo todos mis muros, dejándome a mí entre los escombros para acostumbrarme a yacer desde ahora debajo de ellos.
Descendiendo a gran velocidad de raíces, hasta quedar incrustada en uno de los huecos del macetero de mi sobriedad.Con sonrisa quimera y mirada penetrante, tejía hilos invisibles en cada una de mis extremidades, actuando como marioneta me movía al ritmo de una melodía desconcertante.
Se ayudaba con el viento para abrazarme con sus pétalos que caían de vez en cuando a reposar en mis mejillas.
Quizá, te espere cada aurora para sentirme en compañía, pues ya sabes,
mi ciénaga se inunda después de cada llovizna provocada por palabras dulces que descansan en tus pupilas.