XVII

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Lamentaciones de un alma moribunda
Corría el séptimo mes del 99
Un áurea de paz y confianza llegaba,
La espera culminaba.

Las diez de la noche caía y un llanto desesperado se pronunciaba de tus labios cansados.
Sentías por primera vez el latido de un pequeño corazón que desde ya te pertenecía.

Unas diminutas manos te acariciaban,
secando una gota de sudor que resbalaba por tu garganta,
y de tus ojos garuaba sonrisas netamente puras, que inundaba tu espíritu de alegría contenida,
que aguardaba tu alma desde el día que supiste que aquel ser llegaría.

Luchaste ante ese mar de sufrimiento, siendo una buena capitana y llevando a tu embarcación hasta la orilla de tu calma,
tomando del timón firmemente y gritando exhausta que encallarias cerca de la orilla,
dejando que la marea se llevase la angustia y agonía.

Una bocanada de agua fue directo a tu puerto dejándote casi ahogada,
No quisiste desistir y querías luchar, pero lastimosamente esa vida que llevabas entre tus brazos se había transformado en un ligero fracaso,
que poco a poco fue acabando con todo lo que había a su paso.

No es más que poesía barataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora