XX

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Con su permiso,
Permítame lamerle las heridas,
Permítame acariciarle los sueños,
Permítame abrazarle sus miedos.

Ábrame paso, señorita, es hora de actuar,
recostarme en su basura y disfrutar del hedor,
no estoy aquí para recoger sus desechos,
estoy aquí para convivir con ellos.

Agárrese de mi mano que desde ahora será usted quien dé mis débiles trazos sobre papeles desgastados,
Agárrese fuerte que desde ahora no pensaré soltarla,
me acompañará en este mar de silencios compartidos,
en este río de inocencia contenida,
en este lago de esperanza reprimida.

Si me tiene que doler pues que sea el dolor más bonito que llegue a sentir en mi vida, no le prometo nada, sólo deme permiso para continuar con mi travesía.

Permítame cuidarla día con día,
Permítame regarla cuando un sol abrasador de dudas la esté quemando y así hundirla en mis llagas,
que vea mi sufrimiento,
que lo mitigue con un dulce beso.

Y es que no he encontrado a alguien tan inverosímil como usted,
que con la belleza de sus ideas descabelladas haya atrapado a este lío de persona,
tan vacía de remordimientos,
tan carente de pensamientos.

Con su permiso, desde ahora usted ya forma parte de mi poesía y le doy la bienvenida,
Mis letras son algo escasas y baratas,
espero no acabarla y que camine junto a mí hasta que mi tinta quede clavada de raíz,
Recorriendo desde la punta de mi lengua hasta acabar en una sublime armonía de sus labios y los míos versandose lentamente, rimando constantemente.

Por mi parte le dejaré la puerta abierta, no toque, sólo pase, mi permiso está otorgado.

No es más que poesía barataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora