Al terminar de presenciar aquella escena te diriges hacia alguna calle sin nombre, donde una puerta extrañamente simple llama tu atención. Parece un negocio de algo. Algo extraño. Te produce una sensación de misterio y atracción hacia el mismo, como si hubieras estado buscando algo toda tu vida y apenas te percatases, como si detrás de aquellas puertas se encontrara aquello.
Entras sin más.
—Hola... —sin respuesta— hola...
— ¿Quién te dio permiso de entrar, (T N) Winter? —habla una voz raposa de mujer, detrás tuyo.
Volteas, pero no ves a nadie, volteas hacia todas partes, pero no encuentras nada.
Delante de ti aparece una mujer con apariencia extraña. Es alta, de cabello oscuro como la noche, piel clara como la luna y ojos profundos como el mar; lleva puesta una túnica oscura, antigua y desgastada que hace resaltar más aún su rostro y su mirar.
— ¿De-De dónde has salido?
—Eso no te incumbe.
— ¿Me... me conoce?
—Conozco muchas cosas, y muchos seres, y también... que tú no deberías de estar aquí.
Desaparece de tu vista por un momento, y aparece por otro lado.
— ¿Quién es usted?
—En verdad, ¡qué necia! Bien... si quieres hallas alguna respuesta, debes venir mañana, a las 5 a.m.
—Pero... ¿qué?
—Creí que querías recordar alguna cosa... ¿no es así? Como aquella llave que está escondida en tu maleta de viaje más pequeña, atorada detrás del espejo. Pero, es verdad, quizá puedas hacer todo sola. No necesitas la ayuda de nadie. Y mucho menos de alguien que parece tener respuestas que te pueden asustar —te mira un tanto desafiante— ¿Aún le temes al misterio?
Sales de ahí totalmente desconcertada y con mil ideas girando en tu cabeza.
Vas hacia donde hay mayor civilización y el misterio parece desaparecer de tu derredor, pero sigue en tu cabeza. Luchas contra esos pensamientos.
Así, te diriges hacia la primera cafetería que ves.
Te sientas en una de las mesas y ordenas una bebida que te calme un poco. Te quedas mirando la gente pasar por la ciudad sin percatarse de que el mayor misterio a veces se oculta delante de sus narices, pero es verdad, quizá hay respuestas que a la gente le dé miedo averiguar. O quizá, también, preguntas que no saben formular. Miras a través del ventanal durante un buen tiempo. La bebida llega, la tomas, pagas la cuenta y te marchas.
Ves en el móvil por dónde estás y hacia dónde está el apartamento, y revisas la calle por la que estabas, pero no aparece el nombre. Te pilla algo lejos, y ya estás algo cansada, así que te pides un taxi y te vas en él.
Al llegar a tu habitación revisas en la maleta más pequeña, hay un espejo incorporado, y detrás de este, hay una pequeña llave atorada...
"Pero... ¿qué..."
Tu pregunta se queda suspendida en el aire, aunque no la hayas hecho más que en tu mente, y finalmente parece ser consumida por el silencio.
Abres entonces el diario, tu diario.
"Es bueno que me gustase escribir sobre todo, será más fácil recordar así"
Entonces el famoso L entra por tu puerta sin tocar.
—Oye, ya vamos a cenar. Puedo preguntar, ¿dónde te habías metido?
—Deberías tocar antes de entrar, ¿y si me estaba cambiando?
—Oh, perdona, antes no te solía importar eso —lo miras fijamente—. Te cambias en el baño regularmente para que nadie te incomode.
—Iré en seguida.
Tan solo una hojeada, una vista bastaría para empezar a recordar, seguramente.
"¿Debería de leerlo en orden, o al azar tal vez?"
Lo abres en la primera página y lees.
*Querido diario:
Hoy es posiblemente uno de los mejores días de mi vida, mi padre ha resuelto uno de los casos más misteriosos del mundo entero y lo han ascendido en su empleo. Me avisó que por ello me llevará a Disneylandia el próximo mes. Estoy muy feliz.*
Revisas la fecha, tenías 6 años, la letra es bastante legible para esa edad, y tu gramática es muy buena para entonces. Aunque, de acuerdo a todos eras muy inteligente desde pequeña y aprovecharon para adelantarte desde muy pronto en casi todas las materias, pero lo que al final te gustaba más que la lógica y la escritura, eran las artes culinarias por los postres que podrías crear. Pudiendo ser buena en cualquier materia, pudiendo hacerlo todo siendo exitosa en ello con toda la vida por delante, ¿por qué te gustaron tanto las artes culinarias? ¿Qué le había pasado a tu padre? ¿En qué momento conociste a Ryuga?
Esas preguntas deberán esperar para ser resueltas. Por el momento cierras tu diario con la llave, lo guardas en un cajón y sales de ahí. Afuera de tu habitación están Watari y Ryuga esperándote para bajar a cenar.
Al bajar se dirigen a un restaurante cercano, cenan sin mucha conversación, Ryuga está sentado de esa forma extraña tan suya. Durante la cena recuerdas el viaje que tuviste a Disneylandia, a pesar de solo haber leído de él, el recuerdo viene a tu mente poco a poco, y cada vez más nítido.
Volteas a ver a L.
"¿Siempre se habrá sentado así?"
Ryuga come poca comida, mas con los postres no es tan reservado. Nada reservado. Ryuga pide por ti algunas golosinas. Al comerlas te das cuenta de lo rico que está todo.
— ¿Qué te parece el postre?
—Está en serio delicioso.
—Bueno, me alegra que lo pienses, porque... Este postre... fue creado por ti. Hubo un concurso en tu escuela y el ganador vendería la receta a una franquicia de restaurantes, este es uno de ellos. Ganaste y estamos en uno de sus restaurantes.
— ¿En verdad? Soy genial en esto entonces.
—Lo eres —te sonríe y te mira cautivado.
Sonrojas un poco.
"¡Venga! Ya no soy una nena, no tendría por qué sonrojarme de esta forma. Pero... se ve tan dulce así... Exactamente... ¿por qué me enamoré de él?"
Le miras de reojo durante el resto de la cena. Al terminar suben a sus habitaciones respectivas.
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|Death Note| Recuerdos Nublosos (Cancelada)
FanfictionSegunda Temporada de: Relación Indefinida ["Yo... yo... ¡tengo que encontrar la forma de recordarlo!"] [Te mira un tanto desafiante- ¿Aún le temes al misterio?] ["¿Por qué me enamoré de él?"] [¿Desde cuándo te empecé a gustar?] [Y yo me asusté... y...