Capitulo 1

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Hacía semanas que el Sol difícilmente se veía en la capital Susurrántica, los típicos días soleados de alegría se habían tornado en días grises de fría lluvia, pero Víctor lucía tranquilo mientras observaba las gotas una a una caer sobre el verde pasto, las mismas que parecían ejercer un efecto relajante en el joven príncipe.

―¡Aquí estás! ―dijo Victoria, algo cansada y jadeante, mientras hacía su camino dentro de la habitación. Sus mejillas estaban sonrojadas y su aliento agitado―. La reina lleva media hora buscándote, me ha enviado por ti y, por supuesto, supuse que estarías aquí.

El cabello dorado de su hermano, cuyo brillo podía ser únicamente opacado por el del oro, estaba perfectamente peinado hacia atrás y su rostro relucía los estragos de una mala noche de descanso. Víctor elevó los bordes de sus labios en un intento por sonreírle a su hermana.

―Necesitaba alejarme un poco. Te han usado como último recurso, ¿eh? Decepcionante, incluso viniendo de la reina, ―respondió Víctor con una breve sonrisa. Una sonrisa que demostraba duramente cuánto tiempo había pasado sin ofrecer una. A la vez, acariciaba gentilmente los rizos dorados de su hermana, más diminuta en altura.

―Ni siquiera Isaac ha logrado encontrarte y ya sabes cómo es, ―dijo Victoria con molestia. Sus ojos dorados estaban entrecerrados mientras fruncía el entrecejo hacia su hermano―. Me he esforzado en terminar mis tareas antes solo para venir a buscarte.
Victoria acomodaba sus botas y la falda de su vestido, que, si bien era un vestido "sencillo," no dejaba de molestarle no poder vestir algo más cómodo que faldas pesadas.

―"He servido a la casa real desde que nací, aprendí a conjurar antes que a caminar, puedo quebrar a cualquiera con solo pensarlo, y defenderé a su alteza real hasta la muerte," ―dijo Víctor imitando el acento de roca de hierro de Isaac, el guardia real. Victoria soltó una carcajada. Aún intentaba recuperar el aliento. Extraño, pensó Víctor.

―¿Si sabes que ahora será tu guardia? ―expresó Victoria, mirando a su hermano con gracia jocosa.

―Intento no pensarlo, ―dijo Víctor cambiando su brevísimo buen humor a uno más críptico. A la vez, se devolvía a observar la lluvia nuevamente y cómo cada gota caía gentilmente, aunque con prisa, sobre las piedrecillas que formaban el camino. Pero esta vez, con cierta nostalgia. Suspiró. Extrañaría la sencillez de eso.

Victoria se acercó situándose a su lado en el pequeño banco que ocupaba un lugar al lado de la ventana. No disfrutaba ver el reflejo de la afligida alma de él a través de sus ojos.

―Así que mañana es el gran día, y mi hermano, el futuro rey, prefiere pasarlo encerrado en la torre Este viendo la lluvia caer ―comentó Victoria con intención de animarle.

―Deberías ser tú, eres la mayor, y sé perfectamente que todos preferirían tenerte por reina antes que a mí ―explicó Víctor mirando los dulces, grandes y dorados ojos de su hermana, iguales a los suyos y, sin embargo, tan distintos, pensó.

―Primero, somos gemelos. Apenas soy mayor que tú por un par de minutos. Y segundo, serás un maravilloso rey, no lo dudes. Solo estás nervioso ―Victoria lo miró con dulzura. Le amaba. Si bien no aceptaba el trato de hermana mayor que Víctor insistentemente le daba, siempre lo trataba con condescendencia. Se sentía responsable de algún modo por él, por la responsabilidad que le había sido adjudicada, por el simple hecho de ser... varón...

"El primer varón de Susurrante, hijo pródigo y legítimo de Soleo."

Las palabras danzaron en su mente. En el reino de Susurrante, solo los hombres de sangre real reinaban. Y en caso de que no hubiera hombre alguno como sucesor, la descendiente más poderosa ascendía al trono. Pero Victoria no le odiaba por tomar su lugar, al contrario, había sido un alivio desde el primer instante saber que no tendría que terminar en el puesto de su madre.

Ascendums: Una historia mágica...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora