Capitulo 12

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Padres dispuestos a dejar todo atrás con tal de cuidarlos, padres que abandonaron sus vidas porque sus hijos eran más importantes, ese era todo un gesto, incluso, sí, incluso a pesar de la mentira, pensó Emma.

― ¡Emmett! ¡Emmett!, ―le llamó por todo el lugar, su hermano estaba sentado frente a una ventana—. Oh, allí estás.

El rostro de su hermana lucía triste con marcados trazos de lágrimas que dibujaran sus mejillas, había estado llorando, pensó, pero ni sus lágrimas ni su intención de ayudarle le eran suficientes, no deseaba hablar con nadie.

―No quiero hablar ahora Emma, ―dijo Emmett con fastidio, Emma intentó acercarse un poco―. Dije que no, Emilia.

Emmett por su parte llevaba el rostro seco, sin trazos de lágrimas o dolor que le dibujaran las facciones, pero molestia e ira, un enojo tan arraigado al alma que podría envenenar a un centenar más.

Pero Emma se sentó sin decir nada, sabía que, si bien su hermano había pedido estar solo, era porque también necesitaba consuelo, mucho más que ella, Emmett no era fuerte como quería hacer parecer, Emmett era dulce y gentil, soñador y alegre, el corazón de su familia.

—No hablaremos, lo prometo, pero no me pidas que te deje solo, los Kayhart nunca nos abandonamos, ¿recuerdas? —Emmett la miró con cansancio, sabía que no podía deshacerse de ella.

—No soy un Kayhart... ―Emma abrió la boca para decir algo, pero Emmett negó rápidamente con su cabeza―. No me molesta ser adoptado...

― ¿Es el hecho de que nos mintieron? ―preguntó Emma con delicadeza observando cautelosamente los ojos de su hermano.

―No... ―dijo Emmett suspirando―. De hecho, después de lo que he visto hoy... solo me molesta, no ser como ustedes.

Emma le miró confundida, ¿ser como ellos? ¿a qué se refería? pero observó los ojos de Emmett viajar fugazmente hacia su dedo, hacia aquel anillo... <<el anillo>>

―Yo... ―Intentó decir Emma con culpa.

Emmett asintió, dándole una palmada en el hombro a su hermana, como si quisiera dejarle saber que aquello estaba bien, que no era su culpa, aunque así ella lo sintiera.

―Siempre compartimos estas cosas... y me es raro, sentirme excluido de mi propia familia. ―explicó Emmett desviando la mirada.

Emma miró su anillo mientras jugueteaba nerviosa con el en su dedo, aquella pieza de metal tan simple y pequeña, estaba fracturando a su familia.

―Quieres tu propio Augere... ―susurró con pena, no había pensado en como aquello le afectaría, no había pensado en Emmett en absoluto, se reprochó.

Claro que su hermano querría poderes como los de sus padres, claro que querría conocer de aquel hermoso lugar donde todo parecía sacado de un cuento de hadas, pensó, su mente empezó a nublarse, oscuridad... mucha oscuridad.

Pero... no todo era colorido y mágico, los vellos en su nuca empezaron a erizarse al recordar el lado oscuro de aquellas tierras... las sombras acechantes... el frío... la muerte.

―Sé que es tonto, ―explicó Emmett, pero Emma negó rápidamente con su cabeza a la vez que tomaba de su mano en un intento por reconfortarlo.

―No, no es tonto, es válido. ―le respondió.

Emmett sonrío dulcemente hacia su hermana, ella era peculiar pero gentil, y sabía que se merecía toda la felicidad que pudiera venir con esos poderes, y con lo que amaba las historias de fantasía, era su sueño hecho realidad, estaba tan feliz por ella, que sentía pena hacia sí por envidiarle aquello, su felicidad.

Ascendums: Una historia mágica...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora