¡Primer beso robado!

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NARRA LOGAN.

Flashback.

Mis padres habían insistido en llevarme a la fiesta de la pequeña de los Grace, nuestros vecinos por escaso tiempo, íbamos a mudarnos en unos días a causa del trabajo de mi madre.

Algunos niños jugaban en la parte trasera de la casa, el amplio jardín del que disponían los Grace era una buena idea para que los demás niños corrieran con total libertad.

Mis padres se quedaron un tiempo hablando con los dueños de la nueva y lujosa casa, mientras que yo sin poder jugar con mi hermano de unos escasos meses de edad, tuve que animarme para hacer nuevos amigos.

Todos parecían tener mis años, cinco o seis como mucho.
A lo lejos divisé a la que supuse que era la cumpleañera, su melena rubia caía ligeramente hacia adelante debido a su posición. Sentada, con las manos apoyadas en la barbilla, con una expresión de tristeza parecía mucho más inocente de lo que realmente era.

La observé por unos segundos, estaba sola a pesar de todos los invitados que habían.

No me lo pensé dos veces y me acerqué sonriente.

-¿Ashley?-. Sus ojos azules me delvolvieron la mirada, algo extrañada por no conocerme, asintió con la cabeza.

En ese momento sentí que algo dentro de mí estaba cambiando, que en la boca de mi estómago algo ocurría.

¿Tenía hambre?

Me preguntaba sin saber a qué extraña sensación me estaba enfrentando.

-¿Por qué estás sola?-.

La niña puso una mueca. No quería contestar.

-April no está-.

Supuse que hablaba de su mascota muerta, de ahí la tristeza con la que miraba el suelo.

Asentí con la cabeza, afirmando a lo que decía.

-Puedes comprar otra-. Propuse encogiéndome de hombros.

Me arrepentí de haber dicho eso, ninguna mascota puede reemplazar a otra, pero de niño los comentarios inadecuados eran lo mío.

Algo en el interior de ella comenzó a fabricar una carcajada tan limpia que hizo que me contagiara.

-Eso no se puede comprar-. Negó con la cabeza.

Fruncí el ceño.

-Claro que si-.

-No-. Replicó ella.

Los dos nos envolvimos en una larga discusión sobre si realmente se podía o no, obviamente los dos hablábamos de cosas diferentes, yo creía que se trataba de su mascota hasta el día en qué conocí a April, en ese momento todo encajó.

Ashley no dejaba de hablar, pensé que no se callaría nunca si no hacía algo. Por lo que decidí callarla con un beso, había visto esas escenas en las películas que ponían por la televisión. El beso más rápido y sin sentido que di fue impulsado por algún sistema nerviosa en mi interior.

-¿Qué crees que haces?-. Gruñio ella restregando su pequeña mano por sus labios.

Los dos nos había dado asco esa sensación, con apenas cinco años ninguno sabía que eran esas cosas que hacían los mayores.

-¡Me has robado mi primer beso!-. Exclamó haciéndose ver más bonita con el ceño fruncido.

Me crucé de brazos y enarqué una ceja, no esperaba que me diera las gracias pero debería.

Dos chicas, una ciudad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora