♢Capítulo 1.

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Nota: Playlist para este episodio (os recomiendo ponerla):

Stigma - Kim Taehyung (BTS).

House of Cards - BTS.

Monster - EXO.

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Las tres musas originales: Aedea, Meletea y Mnemea, fueron las musas de la canción, la meditación y la memoria.

Jeon Jungkook apoyó su frente en la ventana, contemplando cómo la gente pasaba con rapidez. Era de noche, pero las calles seguían animadas, a pesar de las pequeñas gotas de lluvia que caían. Al ser fin de semana, la gente dejaba todas sus obligaciones y salía con sus amistades.

Jungkook, directamente, no tenía amigos. Se pasaba el día encerrado en casa, leyendo. Sólo salía para hacer la compra y trabajar. Se sentía como un fantasma, como si no tuviera alma. Vivía en una aburrida rutina, en un continuo estado de paz y silencio.

No sabía hacer nada: cocinar, conducir, tocar un instrumento... Todos sus ahorros los gastaba en comida precocinada y en el transporte público.

En aquel momento se encontraba en el autobús, de camino a casa, después de un largo día de trabajo. Se ganaba la vida como camarero en un restaurante del centro; no aspiraba a más. Tenía sus estudios, claro; pero era una carrera que no le proporcionó muchas salidas: meteorología.

Desde pequeño, le interesaban los desastres naturales, las precipitaciones; en general, todo lo que tenía que ver con el tiempo. Sobre todo, las tormentas. Cómo se causaban, cuál era su origen, y cómo se desvanecían.

No sabía por qué, simplemente se sentía atraído por ello.

Se estiró, y sintió como su espalda crujía. Suspiró. Pensó que debía hacer ejercicio, pero al momento descartó la idea.

Su mirada recorrió todo el autobús, el cual, sorprendentemente estaba casi vacío. Sólo había una mujer más adelante, y dos jóvenes atrás. Éstos estaban muy separados el uno del otro, pero se miraban entre ellos.

Uno llevaba una sudadera negra, que le tapaba todo el rostro, y un maletín a los pies

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Uno llevaba una sudadera negra, que le tapaba todo el rostro, y un maletín a los pies. El otro tenía la cara al descubierto. Tenía unas facciones finas, como una muñeca de porcelana; mientras que se notaba que era de gran estatura, debido a sus anchos hombros. Se veía tranquilo; y el otro joven se notaba tenso.

Jungkook no pudo evitar contemplar el momento. Por un momento sintió el deseo de acercarse a ellos y preguntar, pero se giró, y volvió a ponerse los auriculares.

El autobús se detuvo en una parada. Jungkook sintió una presencia a su lado. Era el encapuchado, que se bajaba del autobús, esta vez sin maletín. En silencio, desapareció entre las calles. El autobús volvió a ponerse en marcha.

Jungkook giró su cabeza, con disimulo. El otro chico estaba sentado en el mismo sitio, pero estaba vez con la mirada al frente, y el maletín en sus pies.

No pudo evitar sentir curiosidad. ¿Por qué tanto secretismo? ¿Quiénes eran? Y lo más importante: ¿Qué había en aquel maletín?

No sabía que pronto lo descubriría.

Pasó el tiempo, y Jungkook olvidó lo que había presenciado.

Una vez llegó a su destino, se levantó. Y se quedó impactado en el sitio cuando vio el maletín negro en el suelo, pero sin el chico de pelo rosa. Se quedó pensando durante unos segundos, ¿había desaparecido?.

Algo le dijo que tenía que coger el maletín, así que eso hizo. Lo tomó, y rápidamente salió a las bulliciosas calles de Seúl.

Durante el trayecto, no pudo evitar pensar en dónde había ido a parar el muchacho. No le había visto salir (o por lo menos no lo recordaba). Quizá se había ido y se había dejado el maletín. Aunque lo dudaba, pues parecía muy importante.

Una vez en el apartamento, dejó las llaves en la encimera del recibidor y pasó a trompicones al pequeño salón. En medio de la oscuridad, y goteando, se sentó en la alfombra. Posó el maletín delante suya.

¿Y ahora, qué hacía? ¿Lo abría? Sentía como si sus manos se movieran solas al maletín, como si algo o alguien le estuviera incitando a abrirlo. Pero su cerebro le decía que no, que no le incumbía.

Aunque, ya que lo había cogido, necesitaba devolvérselo a su respectivo dueño. Quizá dentro encontraba algún tipo de información que lo llevara a uno de los dos chicos del autobús.

Sus manos se acercaron a la hebilla del maletín. Lo abrió.

En su interior, había una pequeña caja de madera. Era como un cofre en miniatura, pero pesaba como uno de tamaño normal. La dejó en el suelo, y buscó si había algo más aparte de la caja. Nada.

Volvió su mirada al contenido del maletín. Observó el pequeño cofre, con cuidado. Tenía grabados muy extraños.

En el medio de cada lado, se veían rostros de personas furiosas, y a su alrededor, montañas de huesos y manos. Esos rostros no parecían de seres humanos. Uno tenía unos cuernos largos y gruesos, y otro dos cabezas. En la parte de arriba, dibujos grabados de miembros y ojos, y todos señalaban al centro.

Sujetó la caja entre sus manos, y la movió con delicadeza; pero no escuchó absolutamente nada.

Buscó alguna cerradura, pero vio que simplemente tenía que levantar la tapa. A pocos milímetros de tocarla, sintió que algo malo iba a pasar si abría la caja. No sabía el qué, pero se senía incómodo y observado.

Miró a su alrededor con lentitud. No había nadie. No tenía que haber nadie. Había cerrado con llave y había estado trabajando todo el día.

Despejó su mente y, en un movimiento limpio, abrió la caja.

Las farolas de la calle se encendieron al instante, con una luz tan fuerte que todo su salón se alumbró al momento. La lluvia aumentó, y se escuchó un rayo que golpeó a un árbol cercano. Jungkook dio un salto del susto.

Más viento y rayos se hicieron presentes, golpeando los árboles y los edificios cercanos a su apartamento. Se escucharon gritos de terror por toda la calle, que estremecieron al muchacho.

Un trueno alcanzó la vivienda de Jungkook. Se rompieron las ventanas, y vio una extraña silueta negra se posaba en el marco de una de ellas.

Las gotas de lluvia golpearon a Jungkook en el rostro. Se levantó y tapó la cara con la mano.

De repente, la silueta entró en su salón. Pasó encima de los cristales, mientras resoplaba con fuerza.

—¿Qué...? ¿Quién eres?—preguntó Jungkook, mientras retrocedía lentamente. Se tropezó con un sillón, y evitó caer hacia atrás.

—Jeon Jungkook, hijo de Zeus, el rey de dioses: A partir de este momento, tu destino ha quedado sellado. Has abierto la caja de Pandora, prepárate para las consecuencias.

—¿La caja de qué?—murmuró Jungkook. La silueta resultó ser una anciana. Vestía una túnica blanca y sucia, que llegaba a los pies, y tenía el pelo largo y enredado. Tenía hilo por todo el cuerpo. La anciana se acercaba lentamente a él, sin prisa. No se inmutaba a los truenos y a los fragmentos de cristales que pisaba con sus pies descalzos.

De repente, llamaron a la puerta con fuerza.

—¡Jungkook!—Era el señor Jung, el vecino de arriba—. ¡Sal de ahí! ¡La policía está abajo!

La anciana miró a la puerta, con tranquilidad. Después, volvió su mirada a Jungkook. Se giró hacia la ventana y murmuró:

—Quedas avisado.—Y a continuación, saltó por la ventana.

Demigods ; BTS ; AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora