Cap.7 El amor de Osomatsu

345 33 10
                                    

Notas aclaratorias:
Tal vez este capítulo sea más largo que los anteriores debido a que es la historia de como Kara y Osomatsu, (el yakuza) se conocieron.

Fin de notas aclaratorias.

☆ Posdata: ¡y este capítulo es porque amo los rellenos donde salen los recuerdos! ¡Banzaaaaaai! ☆

~ Ahora si el capítulo ~

Hipnotizante, era la única manera de describir a aquel ser que se movía con tanta delicadeza que parecía que apenas tocaba el suelo, aquellos movimientos de caderas fueron imaginados en un escenario más privado, su habitación para ser más específicos, aquellas curvas no tan delineadas como una mujer pero realmente finas lograron encender a su amado Oso Jr. Con aquellos lascivos movimientos, cuando suavemente se posó en su lado de la mesa se sentó frente a el con una sonrisa coqueta y con suavidad lo tomó de la oscura corbata para atraerlo hacia el rozando sus labios a los del contrario para después soltarlo moviendo su trasero de forma insinuante y antes de que la mano de aquel ojicarmesí alcanzara su objetivo salto a otra mesa escuchando un fuerte golpe para mirar a tan refinado hombre con la cara estampada en la mesa soltando una suave risa ante esto, siguió una canción más mientras una de sus compañeras llegaba a reemplazarlo para adentrarse a su camerino donde un gran ramo de rosas lo esperaba junto a una nota escrita a mano con una impecable cursiva.

"Quiero conocerte más allá de la pista."

Osomatsu Matsuno

Kara sonrió y lanzó la tarjeta a un lado de sus trajes, sabía perfectamente que era lo que ese tal Osomatsu deseaba pero no quien era.

—Amor mío, encantoaquella voz erizaba su piel—

¿Y a quien no? ¡Lo tenía justamente detrás de el!

—¡Ah! Do-Don Osomatsu jajaja, me ha dado un buen susto—rápidamente fue apresado por la cintura y atraído hacia el cuerpo del de ojos rojos—

—Vamos Kara, déjame solo una noche—lo beso apasionadamente—

Aquellas interrupciones por parte del mayor no eran nada nuevo, aunque no podía decir que le molestaran, le gustaba el fastidioso ojicarmesí, pero no caería tan fácil.

—¿Solo una noche?—enredo sus brazos alrededor de su cuello—

Bueno creo que si caería fácil, ¡el hombre era endemoniadamente sensual!

—Solo una—bajo las manos a sus caderas acariciando sobre el ajustado y algo abierto pantalón brillante, cosa que hizo rabiar a Osomatsu debido a toda la piel que otros podían admirar de SU bailarín—

—Bien, solo una noche.

Pero no, no sólo fue una noche, a esa se le sumo solo una más y una más y solo una más hasta llegar el punto decisivo en aquella relación.

—E-estoy esperando un bebé—le entregó el sobre al de ojos rojos—

El cigarro cayó de sus labios, esto era nuevo, muchas mujeres le habían llegado con pruebas falsas o hijos de otros hombres con el fin de hacerse con su dinero, un hombre era nuevo.

—Si me quieres amarrar tendrás que pensar en algo mejor que una prueba falsa Karachusu sonrisa soberbia hirió al ojiazul—

Una sonora bofetada fue la respuesta a aquellas palabras y un lloroso e indignado Kara se alejó del ojicarmesí.

2 años después ‡

Esto es aburrido—Osomatsu había vuelto a Japón dos años después de su rompimiento o más bien, alejamiento con Kara—

Las mismas calles, los mismos puestos, todo era igual a cuando se fue, siguió mirando hasta que la vio, una pequeña de cabellos largos, castaño oscuro y ojos color cereza, un hermoso cereza brillante, sus pequeñas manos sostenían un cupcake rosa con el cual se había manchado las mejillas, imposible no reconocer a quien llevaba a la criatura más hermosa que hubiese visto antes, ¡era idéntica a el! Solo que niña, ¡pero era él! La marca Matsuno, aquellos ojos eran de un Matsuno.

—¡Detén el auto! ¡Detén el auto maldita sea!—una vez que el vehículo se detuvo bajo de este sin detenerse a esperar a sus guardaespaldas y tomó por el brazo al ojiazul—e-es mía, es mi hija.

—¿Osomatsu?—frunció las cejas y se soltó de su agarre para propinarle un puñetazo en la mejilla derecha lo cual hizo que el mafioso se fuese hacia atrás cayendo de sentón en el suelo—

—¿Jeeee? ¡Me pegaste de verdad!—la risa de la menor lo hizo sonreír amplio—¡sin duda es mi hija! Disfruta del dolor ajeno como su padre—se levantó para abrazar a ambos pero nuevamente fue a dar al suelo—

—Púdrete—escupió con rabia el de ojos azules y siguió su camino—

Cabe decir que Osomatsu tuvo que esperar mucho tiempo para poder acercarse tan siquiera a Karamatsu como para darle un beso en la mejilla, el ojiazul aceptó que la pequeña de ojos carmesí llevara el apellido Matsuno, para Osori el hombre de ojos rojos le parecía gracioso, mucho más sus rabietas a la hora de hablar con su madre, aunque a veces este se pasaba de listo y acariciaba zonas en el cuerpo de su progenitor que encendían su detector de pretendientes al igual que su método de defensa, las mordidas.

—¡Ah! Osori-chan, no muerdas a Otosan—lloriqueo el mayor al tener una nueva marca de dientes en su dedo—

—¡Ño!—le lanzó el peluche de panda rojo, el tigre y cuanta felpuda arma pudiese lanzar—

—Osori, te quedaras sin padre y sin peluches si continuas lanzándoselos—el de ojos azules le entregó su mamila a la menor que empezó a comer gustosa y se dejó caer en la gran almohada-peluche que le había comprado su padre—

—Kara... Yo, quería decirte que, me gustas y quiero—sus mejillas estaban tan rojas como sus pupilas—¿quisierascasarteconmigo?—dijo lo más rápido que pudo—

—No entendí lo último Osomatsu—miro al mafioso tan rojo como un tomate maduro riendo ante esto—

—Qui-qui..—tomó aire y...,—¡¿QUISIERAS CASARTE CONMIGO?! —sus manos temblaban y sudaban—

Kara no creía lo que acababa de escuchar, ¿matrimonio? ¿Con el yakuza que le dejó una hija y se largo por dos años y que ahora lo acosa día tras día? Era una decisión difícil, debía admitir que Osomatsu había cambiado con su pequeña hija y también para con el, era más atento y también lo apoyaba de manera económica, había dejado el trabajo de bailarín una vez que supo de la pequeña Osori. Aunque decidió casarse solo para hacer sentar cabeza al ojicarmesí, si, solo para eso.

Y aunque el de ojos rojos no paraba de coquetear, las mujeres no se animaban demasiado a ir tras el ya que la pequeña copia de Osomatsu se encargaba de aferrarse con tal fuerza a su padre que dejaba pequeñas marcas en sus mejillas chillando y gruñendo, en una ocasión a una morena de ojos azules que se acercó de más le grito algo que dejó perplejos a muchos de los presentes.

-¡Su dinero es mío y él es de mi Okasan!

Debe admitir que la cara del Matsuno mayor era todo un poema y jamás dejará de restregarle en la cara que su pequeña hija había aprendido esas palabras por escucharlo a él.

-No es por hacerlo sentar cabeza, amo a este idiota con todo mi ser-el ojiazul suspiro y fue con sus dos amores para salvar a Osomatsu de su pequeña hija que lo perseguía con peluches en mano-

OsoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora