CAPÍTULO 4

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  "Familia antes que trabajo"


Era ya medió día, con todo eso del interrogatorio, la junta en la sala de la unidad y pasar por los análisis que había realizado Verónica para comprobar que efectivamente el testigo no tenía nada que ver con el asesinato, solo fue una persona que pudo observar el echó desagradable, eso provoco que perdiera la noción del tiempo. Pero ahí se encontraba, junto a su compañero Swank, el cual estaba hablando con el asistente del ejecutivo, un joven con lentes, apuesto, pero escondido detrás de aquellas gafas.
—Lo siento, pero no puedo dejarles entrar sin una identificación, y tampoco tienen una cita reservada con el señor Hathaway. —su compañero rodó los ojos, estaba fastidiado.
—CSI. —Respondió mostrando su placa. El hombre trago en seco al ver la placa. —¿Esta identificación es suficiente para usted?i
—B-Bueno, realmente el señor Hathaway esta ocupado, ocupadísimo no se si pueda atenderle....
—¿Por qué se pone nervioso? —Pregunto la agente Beckett. Le miro, el hombre acomodo sus gafas y carraspeo. Beckett podría ser una chica pequeña, pero podía intimidar a quien sea solo con su mirada.
—¡N-No estoy nervioso! —Exclamo, la agente le miro incrédula.
—Hazte aun lado. —Ordeno Sawank apartando al asistente.
—¡S-Señor! —Espeto este. En es momento salió el señor Hathaway preguntándose por que tanto escándalo.
—¿Qué sucede aquí? —Molesto preguntó por el ruido.
—Señor Hathaway. —Dijo Arizza.
—¿Quién es usted? —Pregunto de una forma poco educada.
—Agente Beckett. —Dijo mostrando su placa. La castaña iba a decir algo más, sin embargo el hombre no le dio oportunidad por que salió disparado, Arizza comenzó a correr detrás de el mientras le gritaba que se detuviera. El hombre giro la cabeza para ver hacía atrás como los dos agentes corrían hacía el, entonces impacto con algo, o mejor dicho alguien. El hombre casi cae al suelo pero la persona le sostuvo y le doblo el brazo en la espalda haciendo que suelte un quejido.
—¿Iba algún lado señor Hathaway?
—¡Suelte! ¡Se lo ordenó!
—Usted no es nadie para ordenarme.
Arizza llego corriendo hasta donde se encontraban los dos hombres y tomo una bocanada de aire, detrás suyo se posiciono su compañero. Ella observo nuevamente aquellos ojos marrones y el observo a la mirada tan profunda de tono turquesa.
—Lo atrapaste, que bien. —Dijo recuperando el aliento.
—Si, creí que necesitarían de mi ayuda.
La castaña asintió y el agente Daddario esposo al hombre escoltándolo fuera del edificio seguido de Swank y Beckett.
El trayecto a la unidad fue corta y llevaron al ejecutivo a la sala de interrogatorio, donde se encontraba Daddario y Beckett. La chica estaba apoyada en la puerta mientras que el pelinegro le quitaba las esposas al hombre.
—Agh, gracias. —dijo tocándose alrededor de la muñeca, las esposas lo habían lastimado.
—Y bien, dígame señor Hathaway usted es un hombre importante.
—Que bueno que lo tiene en cuenta, por que sabe que puedo hacer que lo despidan. —Amenazo al pelinegro.
—Y yo puedo mostrarle a todos los medios su verdadera cara... —Dijo mostrándole el archivo de el. —Cada cosa que a echo, a sido grabado en ese archivo.
—Nadie le creerá. —Hablo.
—Parece muy seguro de sí. —Comento haciendo una pausa. —Usted es un estafador y lo sabemos, usted lo sabe, no lo niegue.
—No lo niego. —Afirmo mirándole con seriedad.
—Entonces, ¿usted acepta qué todo lo que dice en ese archivo es verdad?
—Así parece, pero me niego a decir algo sin presencia de mi abogado.
—Tratamos de salvar su vida. Muestre consideración, necesitamos saber la lista de sus clientes este ultimo mes. —Exigió el agente Daddario.
—¿Para qué?
—Creemos que las desapariciones de los ejecutivos, tienen que ver con los clientes a los que estafaron.
—¿Esos inútiles? —Se burlo el hombre. —No tienen la capacidad para idear ese tipo de planes y menos las agallas para matar.
—Tal vez ellos no, pero pueden contratar a alguien. —Hablo por primera vez Arizza.
El hombre pensó un par de segundos y soltó un suspiro.
—Mi asistente tiene esos registros, el se los brindara, siempre y cuando me dejen ir.
—Si, eso no pasara. —Aclaro el agente. —Si hay un criminal suelto, es posible que busque a los ejecutivos que se le asigno matar. Usted es un blanco fácil.
—No me quedare aquí sentado, si no me dejan ir mi asistente llamara a mi abogado para que me saque.
—Llámelo. —Le desafío la agente Beckett. El ejecutivo le observo enmarcando ambas cejas. —Incluso puedo prestarle mi móvil. Anda. —Dijo poniendo si teléfono en la mesa.
—No. —Negó el hombre.
—Eso pensé. —dijo la chica. —Entonces, ¿nos dará los registros?
—¿Si lo hago que sucederá?
—Usted estaría colaborando con el casó y podríamos brindarle protección si el asesino aparece. —Recalco Matthew. El ejecutivo titubeó un poco pero al final aceptó. Su asistente enviaría el registró. Ambos agentes salieron de la sala.
—Bueno, eso fue fácil. —Comentó Daddario.
—Solo queda esperar los registros de los clientes. —Respondió Arizza.
Swank salió por la otra puerta y se encontró con los dos agentes.
—Nuestro equipo de unidad se encargara de la lista de registros.
Arizza asintió, sin embargo Daddario no dijo o hizo nada, sabía que la CSI solo se creían superiores a cualquier agente, solo por sus avances tecnológicos, en la ciencia que a ayudado a resolver infinidad de casos. El pelinegro se aparto dejando a la agente sola con su compañero. Ambos iban a regresarse a su unidad no sin antes informarse de lo sucedido con el otro ejecutivo. Se retiraron y por el momento ambas unidades trabajarían en encontrar más pistas que unan el rompecabezas del caso inconcluso.
La castaña regreso a su puesto de trabajo, había conseguido el registro de clientes de Hathaway en el último mes, solo eran veinte, pero eran suficientes como para sacar todo el dinero que el quería. Estuvo la mitad de la tarde trabajando en la sala de computación, reduciendo la lista de los clientes. Cuando término fue con su compañero Swank.
Golpeo levemente la puerta abierta y el moreno le prestó atención.
—Pude reducir la lista a cinco posibles sospechosos.
—Excelente Beckett. —Dijo tomando el documento que le extendió su compañera.
—¿Qué sigue?
—¿A que te refieres?
—Pues me refiero a que más necesitamos para el caso.
—Por el momento, solo esto.
—¿Seguro Swank? —Le miró, sabía que la chica solo había entrado hace unos días pero era muy trabajadora, no le gustaba dejar trabajos pendiente.
—Seguro Arizza, mejor ve a casa a descansar. Ve y disfruta el viernes, mañana a la misma hora, no llegues tarde.
La chica le regalo una sonrisa y asintió. Se despidió de su compañero y antes de irse ordeno su puesto de trabajó. Se despidió de algunos agentes que aun le costaba recordar sus nombres. Salió del edificio y se dirigió hasta la camioneta. Eran asadas de la dieta y ya el sol se había metido, observo que tenía tres llamadas perdidas de Olivia y dos mensajes de voz de la misma. Escucho es mensaje uno:
«¡Hey cariño!, tuve que salir por asuntos de trabajó, ya avise a mamá y Stella no quería que me fuera, en fin, cuidalas mientras no estoy, cuídate...» Se corto, reprodujo el segundo mensaje de voz: «Estúpidos mensajes de voz, como sea, te quiero Ariz, volveré, estaremos en contacto, hasta luego hermanita.»
Arizza dejo escapar un suspiró, ese era el problema, el que su hermana tenía que trabajar tanto para mantener a su madre y a su hija Stella, antes le mantenía ella, Olivia quería que terminara sus estudios y así fue, se graduó con honores de la Universidad de Standford, especialista es criminalística. A veces pasaban semanas enteras sin ver a su hermana o hablar con ella, era horrible tenerla lejos. Dejo su teléfono a un lado y arranco su camioneta y no fue directo a su casa, el camino transcurrió alrededor de cuarenta minutos, si bien la casa de su madre estaba un poco lejos, agradecía tener camioneta y no tomar el metro, eso la retrasaría. Antes de llegar compro comida china para llevar y siguió hasta llegar. Bajo de la camioneta con la comida cargada y toco el timbre de la casa. Eran un lugar tranquilo, el más seguro se podría decir. El vecindario era lindo y se emitía un aura de paz. O así lo veía ella.
Una mujer de cabello castaño oscuro abrió la puerta y una sonrisa se dibujo en ella. Abrazo a la chica y esta se quejo un poco.
—Hum... mamá vengo cargada.
—¡Oh, si! Lo siento linda, pasa, ven, ven. —Dijo haciéndola pasar. —Deja eso en la cocina querida. Arizza fue hasta la cocina y coloco en la barra con asientos altos la comida.
—¿Dónde esta...? —Antes de poder terminar su pregunta alguien se abalanzo hacía ella atrapándola en un abrazó.
—¡TÍA ARIZ!
La castaña soltó una risa separando levemente a la niña, se hinco a su altura y deposito un beso en su frente.
—¿Cómo esta la niña más linda?
—Bien, pero te extrañe, no viniste en dos días, la abuela se preocupó, ella esta feliz cuando todos estamos juntos. —Arizza miro a su madre adoptiva con una sonrisa triste.
—Lo siento cariño, es solo que mi trabajo a veces me lo impide.
—¡El trabajo apesta, mamá también no viene por su trabajo!
—Hacemos esto por qué les queremos dar lo mejor.
—¡Lo mejor es estar junto y punto! —Recalcó. Tenía un gran parecido a Olivia, mucho pensó Ariz.
—Entonces, ¿quien quiere comida china?
La niña comenzó a dar salto como conejo gritando «¡Yo!, ¡Yo, ¡Yo!»
—Bien tranquila conejita. —Rió su abuela.
Las dos mujeres y la niña cenaron como familia, sabían que faltaba Olivia pero siempre estaba presentes para nosotros, luego de limpiar lo que se ensució, Arizza fue arriba a jugar con su sobrina. Luego de jugar a las muñecas ella pidió que le leyeran una historia.
—¿Puedes leer este cuento para mi tía Ariz? —Tomo el cuento.
—La bella y la Bestia. —Sonrió. —Buena elección.
—¡Es muy bonita la historia!
—Haber, veo que ya lo empezaste.
—Si, voy en la parte en la que Bella va en busca de su papá.
Arizza asiente mientras empieza a leer adaptando su voz a ciertos personajes, la niña reía cuando su tía intentaba hacer la voz de la bestia. Y cuando el cuento termino la niña ya se había a dormido. Sonrió y acomodo su sabana, acaricio su cabello para luego depowitar un beso de buenas noches en su frente, apago la lámpara del buró y salió cerrando la puerta sin hacer ninguna clase de ruido.
Bajo las escaleras y se encontró con su madre mirando una hoja en la sala. Arizza se acerco y su madre guardo la hoja doblándola entre un libro del estante.
—Arizza, querida. —Dijo sonriendo.
—¿Mamá, te encuentras bien? —pregunto viéndola un poco pálida.
—¿Por qué lo dices?
—No lo se, casi ni tocaste tu comida durante la cena.
—Estoy bien querida. —Aclaro. Su hija asintió no muy convencida. —¿Y Stella?
—Ya se durmió.
—Que bueno. —Sonrió.
—Bueno, mamá, creo que tengo que irme, tienes que descansar.
—No te preocupes por mi linda, yo estaré bien.
—Esta bien.
—Te acompaño a la puerta.
En la entrada la castaña abrazo a su madre y le dio un beso en la mejilla.
—Te quiero.
—Te amo. —Dijo su madre.
—Vendré pronto de nuevo. Llama si algo sucede.
Su madre asintió y luego de eso volvió a su camioneta y condujo directo a su departamento. De echo no quería irse, veía a su madre mal, noble gustaba que ella y Stella estuvieran solas, pero su departamento era muy pequeño para ambas. No importaba que, ella siempre tenía tiempo para su familia.
«La familia va primero, luego el trabajo» siempre se decía eso a ella misma y no cambiaría de parecer, su familia lo eran todo para ella.

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WITHOUT A TRACE|Matthew Daddario|FIC #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora