CAPÍTULO 9 |MARATÓN 1/5|

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"La Masacre de Huntsville"

La castaña hojeó la revista que ya se había leído mas de cinco veces en el día. Estaba metida en el hospital desde la mañana y las horas transcurrieron tan lentas que llego a quedarse dormida una hora, tal vez un poco más, todo a causa de la falta de sueño. Eran las siete con quince de la tarde cuando despertó. Creyó que su compañera había despertado, temía que intentara algo y ella no estaba consciente. La pelinegra seguía en cama, los medicamentos que le brindaron fueron fuertes, dormiría un buen rato. Se levanto de su asiento y fue al cuarto de baño de la habitación. Lavo su rostro con algo de agua fría para quitarse lo adormilada. Luego tomo una de las toallas de papel y se seco. Deposito el papel en el basurero. Al salir del cuarto de baño un respectivo sonido hizo que fuera de inmediato al sofá de la habitación. Tomo su teléfono y en la pantalla se veía un número telefónico que ella conocía a la perfección. Contesto el teléfono y espero una respuesta.
  
«¿Agente Beckett?»

«Si, ella habla»

«Lamento molestarla de nuevo»

«No hay Problema, señor Raider. Aun no se a concluido el caso. En cierta parte si, pero
seguimos aquí, si es que se preguntaba cuando iré»

«Nada de eso, llamaba para avisarle que el señor... Bueno, el, quiere verla y pronto. Creemos que el esta aliado a otro caso.»

«¿Cómo así? Pero, el esta encarcelado.»

«Por eso mismo, el puede tener contacto con alguien de afuera.»

«Iré en cuanto pueda. Y, señor Raider... Por favor no le quite la vista de encima.»

«No se preocupes agente Beckett, el no ira a ninguna parte.»

Arizza observo hacía la puerta de la habitación. Un rostro de hombre se asomó a esta y en cuanto vio a Hewitt entró, con cuidado de no hacer ruido, ya que se encontraba durmiendo.

«Hasta luego. Estaremos en contacto señor.» Dijo la agente y colgó para luego guardar su teléfono en su bolsillo trasero.
La castaña se acerco al hombre y supo al instante que se trataba del esposo de la agente.

—Hola, Kevin Watson. —El hombre de te caucásica, alto, cabello rubio y ojos castaños extendió su mano hasta la castaña.

—Arizza Beckett. —acepto su mano.

—¿Trabaja con mi esposa?—Pregunto el hombre sin dejar de ver a su mujer.
—Si. —Respondió. —Señor Watson, me siento aliviada de que este aquí. Ella se pondrá feliz de verlo.
—Yo también. Me tranquiliza que este en buenas manos. —Comento el esposo de Hewitt.
—Bueno, realmente no hice mucho. Solo vigile que no intentara pararse o hacer algo como...
—¿Salir del hospital? —Pregunto. La agente asintió con una media sonrisa. El hombre le devolvió el gesto y dejo escapar un suspiro. —Es muy terca en ocasiones.
—Si, ya lo note. —Asentí con una sonrisa. —Bueno, lo dejare a solas con su esposa. Ir a la cafetería del hospital, si necesita algo.
—Gracias agente. —Respondió el hombre.
Arizza salió de la habitación y camino entre los pasillos del hospital. Necesitaba despejarse. La llamada la dejo más disgustada de lo que las anteriores la habían dejado. Tarde o temprano iba tener que volver el rostro de aquel hombre. Tenía que encontrar una forma de ir en cuanto pueda a ver al señor Raider y que la lleva ante el hombre. Solo así hablara. Pero ni el CSI, ni la unidad tiene que enterarse sobre eso. Le costo bastante llevar una vida normal. Adaptarse a su familia, que ahora los ama incondicionalmente. Todo en su vida cambio, su lugar de origen, su apellido, su aspecto, era obvio que ya no era esa niña asustadiza y llorona, era un mujer fuerte, que no se dejaría atormentar por sus recuerdos. Y menos al saber que el responsable de aquel tormento, es aquel hombre.
Al llegar a la cafetería compro algo para calmar su apetito, no había comido nadda desde que había llegado. Y eso en cierto modo le haría daño, si su madre estuviera aquí le reprimiría por eso. Inconscientemente sonrió al pensar en su madre. Le dieron su ensalada y un el té helado para beber. Se dirigió  a una de las mesas más alejadas, ya que había otra gente, personas que tal vez estén esperando respuestas acerca de un ser querido que se encuentra aquí. Termino por sentarse en una de las mesas de la esquina junto donde estaban los ventanales. Había unas cuentas pantallas de televisión en la cafetería, en una estaban transmitiendo comercial, mientras que en otra noticias. Arizza comenzó a comer, mientras miraba por la ventana.

  «Hace nueve años. Un estudiante, entro a la escuela secundaría Mighlet North con un arma y una bomba. Este fin de semana, el colegio tratará de conmemorar a los trece estudiantes que murieron en manos de Roberto Valley...»

La castaña bebió un poco de su té y su atención se dirigió hacía la noticia que estaba dando la reportera del noticiero.


  «El evento terminara con una vigilia... En memoria de la masacre de la secundaría Mighlet North, sin duda uno de los casos más fuertes que se ha visto en la ciudad de Hunstville... Más tarde daremos los detalles de de dicha conmemoración. Ahora, sin más, vamos al clima con Violeta Slage...»

La agente se quedo pensando por unos minutos sobre las palabras de la reportera. Sin duda, sentía pena por aquellas familias que perdieron a sus hijos.No hay duda que sin importar a donde vayas, siempre habrá peligro. Siempre tiene que estar al cuidado de su familia, más de Stella, Arizza no quería que su sobrina viera el verdadero mundo en el que vive. No ahora, es solo una niña, no sabe diferenciar entre el bien y el.

—Es increíble como hay personas que les satisfaga ser el causante del dolor de otros. —Musitó inconscientemente.
—Sin duda lo es. —Hablo alguien. Haciéndola sobre saltar. —No quise asustarte, lo siento.
—No se preocupes. —Conteste al agente. Su rostro tenía ojeras y su cabello canoso estaba despeinado. Sin duda fue un día duro para el agente, el estar interrogando a Jesica Bowman.
—Bueno, ¿y qué tal esta Hewitt?—Pregunto el agente.
—Mejor. Le dieron unos medicamentos para el dolor y cayo rendida. Ahora mismo se encuentra su esposo con ella.
—Eso le hará bien.      
—Si. Dígame agente Seaver ¿cómo fue todo con Jessica Bowman?
—Ella hablo. No demasiado, a pesar de que estuvimos insistentes, nada. Puedo contarte los detalles de lo que hablo, pero no te aseguro nada. Aun estaremos con este caso.
—Lo entiendo. Pero, cuénteme después. Se nota que esta exhausto. ¿Gusta comer algo conmigo?
—Por supuesto querida. Eres muy amable.          
         
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NOTA  DE LA AUTORA:MARATÓN 1/5
Este maratón espero que lo disfruten chicas y también quiero mandar felicitaciones a mi amiga Arizbeth <3
Qué cumplió años. ¡Muchas felicidades!
Te quiero, disfruta tu maratón.

WITHOUT A TRACE|Matthew Daddario|FIC #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora