CAPÍTULO 6

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"Huntsville"

La sangre recorrió por la frente del hombre, la mordaza en su boca le molestaba, sus manos y pies atadas. Su cabeza daba vueltas, no recordaba nada, ni siquiera sabía que día era, que hora o cuanto llevaba inconsciente. El hombre abrió de golpe sus párpados encontrándose no más que con oscuridad, intento moverse pero resultó casi imposible, sus manos tocaros metal. Entonces golpeo con sus muñecas atadas el metal. Un brusco movimiento lo agarro e sorpresa haciendo que se golpeara la cabeza con una extremidad de metal. Supo entonces que estaba en el maletero de un auto. Los neumáticos resonaban en sus oídos y el constante movimiento. Golpeó arriba lo que vendría siendo la tapa de la cajuela.

«¡CIERRA LA BOCA O IRÉ YO MISMA A CERRÁRTELA!»

El hombre golpeo de nuevo el maletín, dos, tres, cuatro veces mientras trataba de gritar con la mordaza en la boca. No funcionaba, eso solo logro que la mujer al volantes subiera a todo volumen la música de la radio. No paso más de dos minutos cuando el auto se detuvo.

—Oficial. ¿Hay algún problema? —pregunto la mujer apartando uno de sus mechones rubios de su rostro. El policía bajo un poco sus gafas oscuras que lo protegían del sol y observo a la mujer. Cabellera ondulada y larga, realmente preciosa. La rubia se dedicó una sonrisa, su belleza con esa sonrisa impecable y sus labios color carmesí intenso.

—Buenas señorita. Temo que tendré que multarla, sus direccionales funcionan y por si fuera poco también se salto un semáforo.

—Lo siento. En verdad oficial, estoy un poco corta de tiempo.

—Tranquila señorita, podemos charlar sobre eso.

La mujer le miro de forma coqueta y desabrocho un botón de su camiseta dejando ver sus pechos. Metió su mano dentro del sostén y saco un fajo de billetes.

—¿Con esto será suficiente?

El hombre miro los billetes y sonrió de lado asintiendo. Los tomo discretamente y los guardó. De nuevo se escuchó el golpe en el maletero pero esta vez fueron constantes.

—¿Qué fue eso?

—Nada oficial, mi auto anda fallando, es todo. —Sonrió convincente y el policía asintió. La mujer subió de nuevo el volumen de la radio y miro una última vez al oficial.

—Gracias bombón. —Comento guiñándole un ojo. El oficial le sonrió y dejo ir a la mujer sin más. Los golpes se volvieron más desesperados y eso a ella no le gustaba. Apretó el volante y giro bruscamente de nuevo manejo por un par de minutos más hasta que llegó a una bodega de la ciudad, estaba abandonada.

Bajo del auto y fue hasta la entrada. Se gacho para tomar del metal e impulsarlo con fuerza arriba. Cuando estuvo abierta, la mujer subió al auto de nuevo y se adentro en la bodega. Bajo de nuevo y fue a cerrar la bodega de nuevo, esta vez no tuvo que tirar del metal, a un costado de esta se encontraba una palanca oxidada, que con un poco de fuerza logró que la palanca estuviera en dirección hacía abajo. El metal provoco un estruendoso chirrido en el lugar. 
La luz del sol entraba por los ventanales de arriba, suficiente como para ubicar todo en la bodega y no tropezar con sus tacones. Fue hasta el maletero del auto y lo abrió. El hombre salto asustado contra la mujer tirando de su cabello. 
—¡AGH! HIJO DE... —Clavo sus uñas en el rostro sacándole un poco de sangre. Logro zafarse del agarre del hombre, tomo la navaja de doble hoja de su pantalón y se la mostró al hombre de forma amenazante. Este se quedo quieto al ver ese cuchillo afilado a solo una escasa distancia de el. —¡Ahora, cierra la puta boca de una vez! O... Bueno, creo que sabes lo que pasara si me haces enfadar ¿cierto? 
La rubia le miro con aires de fastidio y volvió a cerrar el maletín de golpe. 

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WITHOUT A TRACE|Matthew Daddario|FIC #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora