Prólogo

163 12 1
                                    


El lugar estaba casi totalmente a oscuras. Se corre el rumor de que se trataba de un lugar rodeado de minerales, cuevas donde dormitaba la oscuridad misma, llamas inmortales y criaturas danzando canciones siniestras.

Pero para el chico era lo más normal del mundo. El infierno era su hogar.

Había sido llamado al castillo del inframundo, pues era hora de ir a tierra para comenzar la misión por la que había nacido. Cuando se detuvo frente a las grandes puertas, éstas se abrieron con un chirrido que a cualquier mundano le recorrería la espina dorsal. Pero él no era un mundano.

Muchos creen en la tierra que el infierno es caliente, sin embargo se equivocan. Al entrar a la sala, pasó una brisa que calaba los huesos, excepto a criaturas como él. Continuó caminando a través de los sombríos pasillos de la fortaleza ignorando las traviesas sombras que corrían con pies descalzos de niños pequeños. Las murallas estaban decoradas con cuadros sin forma y rasgadas junto con candelabros de fuego azul.

Los pasos del muchacho eran pesados, perezosos. Sin embargo, por dentro estaba ansioso. Muy pocas veces tenía la oportunidad de subir a tierra humana y esta vez sería por un largo periodo. Cuando llegó a la gran habitación donde debía llegar, las puertas se abrieron como si tuvieran vida propia. Luego, después de dar unos pasos adentro, vió a dos pequeñas criaturas encorvadas abriendo la gran entrada. Diablillos. Una de ellas mostró sus dientes en un intento de saludo casi macabro al muchacho. Él en respuesta lo miró y siguió adelante. De repente una voz profunda y aterciopelada comenzó a hablar desde la oscuridad.

-Veo que has llegado más temprano de lo que habíamos acordado. -La voz hablaba lenta y tranquila.

-Seh, supongo que estoy algo ansioso de hacer un poco de alboroto allá arriba. -Sonrió con siniestra travesura.

-Recuerda que tu deber es otro. Te crié para esto. Eres mi mejor guerrero...

-Me halagas. -Rió por lo bajo. La voz rió profunda.

-Que no se te suban los humos a la cabeza chico. Quiero que esto sea perfecto. -De pronto la voz había pasado a seria y con la misma severidad el muchacho responde.

-Lo sé.

-Tu portal estará listo en unas horas. Deberás reportarte lo más pronto posible después de haber llegado. El portal te va a hacer llegar al lugar más cercano de la energía que estoy buscando. Por ahora, siéntate en algún lugar y ponte cómodo... desde ahora todo será real.

Mi demonio personal (En Pausa Por Edición💜)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora