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-Sigo en la cochera.

-¿Disculpa?

A Damian le resultaban graciosas las expresiones que Emma ponía ante sus respuestas. Era tan humana que le hacía gracia la idea de que ella fuera tan inocente en ese aspecto. Aun le costaba creer en la existencia de los seres oscuros que la rodeaban, y que siempre estuvieron deambulando en alguna parte de ese mundo tan conocido para ella. Como lo era el mismo chico que en su habitación estaba. Era gracioso que los humanos no creyeran en demonios aun cuando tenían a uno frente a ellos.

-Lo que has oído. Cuando entras a tu cochera a buscarme, en realidad sigo dentro. Solo que tú no me ves.

-¿Cómo es eso posible?

  Emma levantó una de sus cejas en son de acusación y cruzó sus brazos sobre su pecho para aseverar su expresión. "Claro, ver para creer", dedujo Damian. Había escuchado ese refrán alguna vez entre los mundanos, así que de decidió hacerle caso a estas palabras que tanto caracterizaban a los seres como Emma.

-Si no me crees, yo mismo te lo mostraré.

  Fuera, el aire le hizo sentir una extraña sensación. Fue ligera así que la dejó pasar. Luego quizás le preguntaría a Emma. Cuando se encontraron con las viejas puertas de la cochera, Damian levantó una se sus manos para empujar una y así dejarle la paso a Emma hacia el interior. Sin embargo, retrocedió. Era mejor que Emma la abriera primero. El moreno dio un paso atrás, dejandole espacio a la castaña para que ella abriera la puerta. La expresión dejaba claro lo que Damian quería transmitir.

-Damas primero. -Dijo al cabo de un momento. Entonces le sonrió a su compañera. Pero era una sonrisa algo extraña. Se podría decir hasta burlesca, pues sabía lo que pasaría.

  Emma algo extrañada y desconfiada avanzó a paso lento en dirección a las puertas de su garaje. La respuesta al contacto del empuje de la chica, fueron quejidos de madera ya vieja del gran portón descolorido. Damian, expectativo, quedó apoyado en el lumbral de las puertas mientras veía entretenido la incertidumbre de la muchacha. Ésta al inspeccionar el interior, volteó molesta.

-Me estás tomando el pelo. Aquí no hay nada fuera de lo normal. -Damian se enderezó y con una seña y una sonrisa en el rostro, le indicó a Emma que volviera a salir de ahí cerrando las puertas detrás de ella cuando hubo estado fuera. La miró.

-Ahora es mi turno.

Las puertas volvieron a abrirse con la misma reacción de antes. Solo que esta vez, con tan solo mirar desde fuera el interior ya se notaba que algo iba raro. Extrañamente, Emma no podía ver casi nada al interior de la cochera, solo unas siluetas, las que veía por gracia de la aun existente luz solar que los acompañaba.

-Adelante, puedes entrar. -Había dicho el muchacho.

Aun más desconfiada que antes, Emma con muy poca seguridad avanza hacia el interior del oscuro lugar. No sabía muy bien el por qué, pero se sentía extraña. Sentía que ese lugar era completamente desconocido para ella. De manera repentina, Damian cierra las puertas detrás de ellos, dando un susto a la castaña. Como reflejo ante el hecho de caer en una oscuridad demasiado espesa, busca la presencia de Damian y se aferra a él. Fue cuestión de solo segundos, pues después de chasquear los dedos, el muchacho hizo que apareciera luz en el lugar. Emma, casi inmersa en su incertidumbre, le toma un poco de tiempo asimilar lo que había hecho. Luego, aun abrazada miró a su compañero aun confundida. Éste le sonrió travieso.

-Vaya, no esperaba eso de ti Emma. Bastaron solo segundos para estar en completa oscuridad y ya quieres saber qué hay debajo de mi camisa.

  Emma, ante su comentario sintió cómo el color se le subía a las mejillas. Se apartó bruscamente de él y le dió la espalda. Con agresivas palabras le contestó que solo había sido una reacción involuntaria.

Mi demonio personal (En Pausa Por Edición💜)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora