Cuando giré la manilla, me dí cuenta de que estaba apretando la mandíbula. No tenía la menor idea de por qué me sentía como si hubiera hecho algo malo y fuera a enfrentarme a un juicio, donde sabía con certeza que me iban a castigar. Con desconfianza y si saber muy bien qué estaba buscando, miro alrededor de la casa, pasando por el jardín y por las ventanas viendo si encontraba algo extraño.Ningún movimiento.
Me obligué a respirar. No tenía razón para sentirme tan nerviosa. Entré a mi casa, con la puerta cerrándose detrás mío. Estaba todo normal. Me detuve un momento para tratar de escuchar algún sonido pero todo estaba en orden. Mi mamá no debería estar en la casa ya que regresaba más tarde, y no lo estaba.
Comencé a subir la escalera en dirección a mi habitación. Pensé que un baño me daría la tranquilidad que deseaba. Una ducha siempre me relajaba. Pensando en la satisfactoria agua tibia cayendo sobre mí, abrí la puerta de mi pieza. Divisé mi cama y fui a tirar mi mochila en ella. Pero cuando me doy la vuelta, veo a alguien al lado de mi puerta. Di un salto dejando mi corazón en la mano. Extendió la mano y cerró la puerta lentamente. Su expresión no decía nada. En sus ojos encontré una razón para tener miedo. Volví a ver en ese lugar la mirada de un depredador, solo que esta vez, su boca decía que estaba listo para saltar sobre la presa. Se trataba de Damian. Le hablé con cautela.
-¿Qué mierda haces en mi casa?
Antes de hacer cualquier cosa, primero me observó por un buen momento sin cambiar su expresión y de brazos cruzados. Luego, con un pequeño impulso que se dió con la pared, comenzó a caminar lento hacia mí. Sin quererlo mis ojos volaron en busca de algún objeto que pudiera utilizar como una posible arma. Al lado mío, encima de mi repisa encontré un lápiz. No parecía tan peligroso, pero quizás con la suficiente fuerza podría distraer o algo. En todo caso, se trataba de Damian... un compañero de clases... ¿Debería temer a tal punto?
Él seguía caminando hacía mí sin decir una palabra. Inevitablemente retrocedí hasta topar con mi cama, en la que caí sentada sin querer. Damian estaba lo suficientemente cerca como para ponerme una mano encima. Cada vez tenía más miedo. Pensé en amenazarlo, pero cuando intenté mover mi mano, ésta no respondió. Con un cosquilleo extraño mis dedos se aflojaron y dejaron caer el lápiz.
-Si te acercas más, voy a gritar. -Dije lo más segura que pude.
Él se detuvo un momento y dejó caer sus brazos a ambos lados. Me miró desde arriba de manera muy arrogante. Comencé a abrir mi boca para defenderme de alguna manera pero repentinamente y de forma brusca puso su mano en mi boca con tal fuerza que caí de espaldas sobre mi cama con él casi encima mío.
-Tú no vas a gritar. Tú vas a guardar silencio y me vas a ayudar a encontrar lo que busco.
Mi corazón estaba a mil por hora. Sentía que el pecho iba a terminar explotando. Lo miré asustada y lo único que pude hacer fue asentir con la cabeza. Una esquina de su boca asendió ligeramente en una sonrisa engreída.
-En cualquier caso, conmigo aquí no podrás hacer nada. Ni siquiera rasguñarme con un mísero lápiz. Sin embargo, -La presión de su mano sobre mi boca disminuyó un instante.- No quiero gastar mis fuerzas contigo ahora. Soy más fuerte que tú, lo tienes claro ¿Verdad? -Me miró directamente a los ojos. Mi cuerpo a su respuesta, comenzó a temblar. Mis manos no las podía controlar, tiritaban de una manera increíble. Trataba de desviar la mirada, pero no podía mover ni siquiera los ojos. Su oscuridad me aterraba. -Voy a soltarte. Y cuando lo haga, hazte el favor de no gritar. Si no gritas, no te lastimaré. Pero si lo llegas a hacer... -Su mano apretó mi mandíbula causándome dolor, el que casi al instante desapareció, pues volvió a disminuir su fuerza. Volví a asentir muerta de miedo. -Bien... -Lentamente sacó su mano de mi rostro.
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Mi demonio personal (En Pausa Por Edición💜)
Fantasy¿Demonios? ¿Ángeles? ¿Realmente existen? Emma es una más en el mundo de los humanos, pero todo cambia cuando un ángel negro pareciera que cayera del cielo.