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Era el segundo beso que recibía de Clark Ravel, pero, a pesar de que mi locura estaba feliz por ello, mi cordura gritó para que lo apartara de mis labios.
Empujé su pecho, haciéndome a un lado y evitando que el beso se intensificara más.
Nos quedamos viendo fijamente, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir.
Por la forma en la que se humedeció los labios, percibí que tenía intenciones de volver a besarme, así que me levanté rápidamente de la acera.
-Llévame al departamento de Eros-le pedí.

Clark, sin decir nada, se puso en pie y comenzó a caminar, y yo lo seguí.
Ambos sabíamos que lo que habíamos hecho estaba mal.

Eran aproximadamente las 3 de la tarde, justo la hora de la comida y cuando llegamos al departamento, caímos en la cuenta de que no había nadie.
Eros había salido y sabiendo que yo llegaría, dejó una nota pegada en la puerta de la entrada, que leí junto con Clark.
Eros era esa clase de persona que no se ponía a pensar en las consecuencias, ya que debió suponer que alguien podría haber entrado al departamento gracias a la nota.

"Regreso en la noche. Invita a comer a Clark. Ordené pizza y la dejé en el horno para que se conservara caliente; de todos modos calientala. Con cariño, Eros"

Sentí la respiración de Clark en mi cuello y me mantuve inmóvil con la vista pegada en la nota.

-Órdenes, son órdenes-bromeó. Hasta ese momento se había aventurado a hablarme luego de nuestro beso prohibido.

Voltee a verlo y en vez de tragarme la risa, reí como idiota.

Busqué la llave oculta y entramos.
El ambiente olía como siempre: A limpio y a un toque de lavanda.
Tal vez la señora del aseo había ordenado todo el departamento antes de que llegáramos.
Dejé la mochila deportiva en el sofá y me apresuré a llegar a mi habitación para cambiarme de ropa.
La verdad no me importaba dejar a Clark deambulando en el departamento, puesto que él lo conocía bastante bien y tenía derecho de antigüedad.

Luego de cambiarme, fui a la cocina a hurtadillas y vislumbré las dos deliciosas pizzas que estaban dentro del horno, con todo y sus cajas.
-¡Clark!-lo llamé.

Él se acercó corriendo, y se plantó a mi lado para contemplar lo que íbamos a comernos.
-¿Estás segura que quieres compartirlo conmigo?-me preguntó con incertidumbre.
-Obvio, ¿por qué no?-dije, inclinandome hacia adelante para sacarlas del horno.

Me ayudó a calentarlas un poco y nos servimos dos trozos en nuestros platos, llevando las cajas hasta la sala para ver televisión mientras comíamos.

Devoramos una pizza entera y aún nos cabía para un poco más.
En la televisión estaban dando la película "300", y al parecer, era una de las películas que más le gustaban a Clark, por la manera en la que se quedó mirándolo.

-¿Y ya viste la película que hicieron de "300", la parodia?-le pregunté, cuando pasaron unos anuncios.
-Sí. Hicieron que amara más la película original.
-¿Por qué?
-Porque se burlan demasiado de la historia-rio.
-A mí me encantó más la parodia.

Clark alzó las cejas y chasqueó la lengua.
-¿Por qué?
-Porque amo reír-lo miré con cara de "dah".
-Entonces me convertiré en un payaso sólo por ti-me guiñó un ojo y yo dejé de reír, quedándome perpleja.
-No... no me refería a eso...
-Ni yo-sonrió como idiota.

Reí con él, sin saber por qué.
Estábamos actuando como tontos, ¿y cómo actuar normal, si nos habíamos besado por segunda vez?
Era extraño que ninguno de los dos se atrevía a plantarle cara a lo que había pasado hacía un rato. Y tal vez así estaba mejor, porque no quería tener algún tipo de discusión con él y mucho menos con Demian

Mi Supermodelo Personal (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora