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Hablamos alrededor de quince minutos sin parar, hasta que escuché los pasos de Clark acercarse a donde yo estaba y contuve la respiración.

-Voy a usar el sanitario de la habitación de Eros—dijo Clark sin emitir sonido. Asintiendo, le di la espalda y me encaminé a la sala nuevamente.

- ¿Estás sola en el departamento? —escuché a Demian preguntar.

-Sí, se puede decir que sí. Eros está en su habitación—mordí el interior de mis mejillas ante la mentira.

-Pensé que ibas a ir a entrenar con Ravel.

-No. Hoy no. Tuvo unos problemas familiares y pospusimos el entrenamiento.

-Uhmm...

-Demian.

- ¿Sí?

- ¿Vendrás para el día de mi cumpleaños?

-Para ese día ya estaré allá, cariño. Y la pasaremos en grande.

-Cumplir veintiún años no es algo que se deba festejar en grande—mascullé por mi vejez.

-A veces pienso que llevas dentro el alma de una anciana—rio.

-Yo también lo creo—reí.

Diez minutos después, escuché la voz de su madre llamándole a distancia y tuvimos que despedirnos.

Prometimos hablar al día siguiente sin falta y me dejé caer en el sofá con incertidumbre.

- ¿Ya colgaste? —preguntó Clark, corriendo por el pasillo hacia donde yo estaba.

-Sí.

- ¡Qué bien!

- ¿Disculpa? —alcé las cejas con desdén.

-Es que... ¡Hay un gato callejero en la habitación de Eros! —gritó con desesperación y se acercó a la puerta. Tenía el rostro sudoroso y respiraba con agitación.

- ¿De qué hablas? Eros no tiene mascotas—lo miré con cara de pocos amigos.

Él, ensimismado, asintió.

-Eso lo sé, pero si te digo que hay un felino ahí dentro, es porque es cierto—insistió con los pelos de punta.

-Bien—sentencié—¿y qué habría de malo con qué hubiese un gato metido ahí?

-Le... le tengo fobia a los gatos—dijo con voz mecánica.

-No es posible—me burlé—los gatos podrán ser extraños, pero no le hacen daño a nadie, a menos que los molestes.

-De niño tuve una mala experiencia con uno, el cual me dejó un leve trauma de por vida.

-Deberíamos solucionarlo en este momento—interpuse.

- ¿A qué te refieres? —me miró con desconfianza.

- ¡Sacaremos a ese gato del departamento! —argumenté con mucho entusiasmo.

Y vi como de una manera extraordinaria, el rostro de Clark perdió color y adoptó un tono verdoso.

-Lo mejor será ir a casa. Ahí estaré seguro—se dispuso a abrir la puerta, pero le bloquee el paso.

-Te pareces a Ranma ½, él también tenía una extraña fobia a los felinos–arrugué la nariz.

- ¡¿Quién no les temería a los gatos, si estos te arañaron alguna vez hasta dejarte casi muerto?!

Mi Supermodelo Personal (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora