Capítulo 7

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《Corazonada》

Paul se sentía feliz; Ringo lo miraba extrañado, sin entender aún el porqué de la radiante sonrisa del pelinegro, recordando que hace poco había tenido un ataque de pánico, por lo que para él, la felicidad sin explicación de su amigo no tenía sentido. Ringo no fue el único que se percató del extraño comportamiento de McCartney, Brian también lo notó y éste decidió ser directo y preguntar.

-¿Y bien?- habló, serio e interrumpiendo el tarareo lleno de gozo del menor.

-¿Y bien, qué?- dijo sin dejar de sonreír, dejando de lado el pastel de fresas que en ese momento cubría de glaseado.

-¿Puedo preguntar por qué estás tan feliz?

-Oh, Brian. Ya lo estás haciendo.- rió.

-Es muy extraño, Brian.- murmuró Ringo.
Brian volvió a mirar a Paul, quién volvió a su trabajo de terminar el pastel; Epstein pudo notar algo más: Paul estaba realmente motivado con aquel pastel, estaba esmerado en terminarlo y hacerlo a la perfección y no es que no fuese así con otros postres, pero en el rostro del pelinegro se podía notar que aquel pastel era especial.

-¿Estás enamorado?- soltó, provocando que McCartney detuviera todo movimiento, su rostro ahora estaba rojo.

-N... No.

El mayor de los tres sonrió.

-¿No?

-No.

Brian se acercó lentamente al menor, mirándolo insistentemente sin borrar su curiosa sonrisa. En ese momento la campanilla sonó y Paul corrió a la tienda, evadiendo a Epstein.
Durante toda la jornada Paul se propuso evadir a Brian y a Ringo, ya que éste último también demostró demasiado interés en lo que le ocurría al menor. Finalmente, cuándo ya debía volver a casa se preparó para salir de la tienda por la parte trasera, enrollando una bufanda alrededor de su cuello.

-Hasta mañana.- dijo abriendo la puerta, despidiéndose de Brian y Richard, quienes solo le regalaron una sonrisa pequeña mientras se colocaban sus abrigos.

Paul comenzó a caminar por las frías calles de Liverpool, mirando las estrellas y el claro vapor que salía de su boca a su voluntad mientras jugaba, por un momento su atención fue puesta sobre una estrella brillante en lo alto del oscuro cielo, titilando de forma única.

Esa estrella era especial para él, pues se la regaló su primer gran amor.

Durante su vida, el amor había sido cruel con Paul, incluso en la niñez, cuándo apenas sabía de lo que la vida le traería... Su primer amor le fue cruelmente arrebatado gracias a un accidente o así lo llamaron muchos; Paul tuvo cómo primer amor a un chico llamado John Lennon, con quién compartió la mayoría de años en su juventud, hasta los catorce años, que fue cuándo John murió atropellado por un hombre, un doctor, que al ver lo que hizo solo atinó a huir. Vaya ironía.

Paul estuvo de luto durante varios años, hasta que entró al instituto, en dónde conoció a sus "amigos" y ahí se enamoró de Robert, quién también lo dañó junto a los que dijeron ser sus amigos.

Suspiró para disipar todos esos tristes y malos recuerdos los que sólo le hacían querer llorar, de dolor y odio, melancolía y rabia.

McCartney sentía un miedo terrible de lo que pudiese ocurrirle a George o lo que éste pudiese hacerle...

-Amar a George es un error.- suspiró otra vez, convencido de sus palabras, convenciendo a su cabeza de lo que podría pasar si no hacía caso a sus presentimientos.

******

Mientras Paul llevaba cuatro bandejas vacías a la cocina, Ringo atendía a una mujer mayor, quién sonreía enternecida por el ojiazul.

-¿Le dije ya que usted es muy adorable?- dijo la anciana de cabellos blancos.

-Si señora Griffin, siempre me lo dice.- respondió Starkey con una pequeña sonrisa.

Ringo había notado el nuevo cambio en el comportamiento de Paul, ahora, nuevamente lucía distraído y desanimado. Aquel chico lo exasperaba con tanto cambio de humor.

La señora Griffin se fue y en ese momento Paul volvió con una bandeja llena de cupcakes de chocolate y plátano.

-Quiero que me digas qué te ocurre.- dijo apoyando sus antebrazos en el cristal del mostrador.

-¿De qué hablas?

-Di qui hiblis.- repitió -Ya estoy arto de no entender tus cambios de humor, en serio... pareces una chica en pleno periodo. ¡Me exasperas!- exclamó dejando salir todo su estrés.

Paul agachó la mirada.

-No te lo diré.

-Vamos, no actúes más afeminado de lo que eres y dímelo.- McCartney dudó, hizo un mohín, pensando en si debía decir lo ocurrido antes de volver a la sociedad, lo que aquellos chicos le hicieron y la razón de tantos cambios.

-Está bien.- inhaló hondo -Te explicaré todo, pero no quiero que me interrumpas.- advirtió y el ojiazul pudo notar que no se trataba de un juego, así que asintió.

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Próximo capítulo: Verán qué traumó tanto a Paul y advierto ahora, habrá mucha violencia.

Accept me [McHarrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora